Se buscan estrategas de emergencia

El antagonismo entre la democracia real y las viejas y nuevas formas de guerra, desde las bombas a las barras de liquidez, está alcanzando un punto crítico.

, Miembro de la Fundación de los Comunes
05/09/15 · 9:26
El Valhalla, el cielo vikingo al que apunta el llamado asalto institucional

Sabíamos que este 2015 no podía ser un camino de rosas. Que el ritmo sincopado de elecciones sucesivas tan sólo podía contribuir al enmarañamiento y a la opacidad de la situación. Sin embargo, el entusiasmo despertado por la irrupción de Podemos en las europeas de 2014, su reflejo inequívoco en la opinión pública, y en la activista, no ha sido suficiente para determinar un escenario más favorable. Los distintos actores del cambio han tenido que moverse y tomar decisiones en dos campos fundamentales: el de la disputa con el adversario principal político-mediático; y el de la competencia y la contienda por la hegemonía dentro del campo de la ruptura. Una ruptura específica abierta por el 15M, que se determinó expresamente como ruptura y proceso de tipo constituyente.
 

Parece claro que el régimen no va a entrar en fibrilación tras las próximas elecciones

En puertas de lo que parece el fin del largo e intensísimo ciclo de cuatro años, resulta muy difícil encontrar una buena combinación entre tesón, deseo y realismo de la situación. Parece claro que el régimen no va a entrar en fibrilación tras las próximas elecciones. Ni el 27 de septiembre ni las generales van a traer vuelco alguno. Un duro impacto que resuena con el gravísimo revés y la crisis de Syriza en Grecia, mientras en el continente europeo y en la UE la barbarie se va normalizando día tras día. Ya nadie espera nada de las élites políticas de la Unión, mientras éstas parecen acomodarse a una conversión del espacio europeo como el menos infernal de los subsistemas mundiales. El antagonismo entre la democracia real y las viejas y nuevas formas de guerra, desde las bombas a las barras de liquidez, está alcanzando un punto crítico.

Sabíamos que el triunfalismo y la arrogancia son la hybris que prepara la némesis, el karma que garantiza el jodido samsara, el pathos de la frustración y el resentimiento, la refriega de la acusación y la paranoia. Volver, en definitiva, al punto de partida, pero con un escenario muchísimo más complicado. Pero, como quiera que sea, hay que salirse de esa cadena de retribución, anticipar y organizar espacios de respiración.

Se acabará la fiesta

Se trata de considerar lo que ha acontecido desde que se acometió el llamado asalto institucional como un problema de ensayo y error, más allá de los personajes y sus hechos. Sabemos que no hay estabilización en el horizonte, sino empeoramiento asegurado de todos los parámetros. Quienes temen un cierre o un fin de fiesta como el del PSOE en 1982 a manos de Podemos son víctimas de su propia paranoia. Era otra época, en un sentido fuerte. La farlopa financiera del dealer Draghi se acabará en breve y vendrá el inevitable bajonazo. Se exigirá más tributo y expiación austeritaria, otra vuelta de tuerca. Todo pasa por hacernos invencibles antes de presentar la próxima batalla.

Desde el notorio gatillazo de la Blitz­krieg mediante la máquina de guerra mediático-electoral al toma y daca sobre guerras de posición y de movimientos, hemos asistido a una inflación de productos estratégicos, ofrecidos por distintos aspirantes a generales de nuevo cuño. No están funcionando. Hace falta una nueva estrategia tanto electoral como organizativa.

Y, seguramente, el único general que pueda facilitárnosla es el general intellect del movimiento más rico e intenso de la historia contemporánea de España. No hay por qué pasar por las horcas caudinas de la “verdadera izquierda”, sino reanudar el proceso allí donde se pensaba que la “autonomía de lo político” era lo que le faltaba al post-15M para poder vencer. Las municipales han enseñado otros caminos, basados precisamente en el general intellect aplicado a la construcción de una coo­peración política distribuida y sin mando. Se puede mejorar el instrumento, y no sobra nadie.

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