Meses que pueden cambiar España

El autor analiza las repercusiones de los tres procesos electorales inminentes en el Estado español: el catalán, las elecciones generales y las autonómicas en el País Vasco.

, escritor y periodista (Vitoria-Gasteiz)
03/09/15 · 8:22
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Tres procesos electorales inminentes pueden cambiar el panorama político español. / Álvaro Minguito

En los próximos meses tendrán lugar en el Estado español tres procesos electorales importantes: las elecciones catalanas, las generales y las autonómicas en la Comunidad Autónoma Vas­ca (CAV), por ese orden. Resulta difícil aventurar cómo los resultados de unas elecciones puedan incidir en otras, pero todo parece indicar que, tras ellas, el mapa político del Esta­do habrá sufrido cambios importantes.

Los defensores del statu quo, el bipartidismo más Ciudadanos, intentarán a buen seguro minimizar el cambio, y mantener la España de la transición postfranquista, tal vez con algunos retoques cosméticos. Las fuerzas del cambio, por el contrario, tratarán de mover de forma significativa el tablero político, aunque no necesariamente todas ellas en el mismo sentido.

Tampoco se puede descartar, si la situación se agrava, una salida de tipo autoritario, en forma de españolismo xenófobo hacia el exterior y el interior, algo que tendría consecuencias imprevisibles, pero nada deseables.
 

Tampoco se puede descartar, si la situación se agrava, una salida de tipo autoritario en forma de españolismo xenófobo

Las elecciones catalanas serán el primer paso de este proceso, pues pueden suponer el comienzo del cambio en el conjunto del Estado. Si las fuerzas independentistas catalanas obtienen buenos resultados, éste sufrirá una aceleración importante.

En las elecciones generales, todos tratarán de sacar partido de la situación catalana. En una probable hipótesis de victoria de las fuerzas independentistas –y de un crecimiento importante del soberanismo no independentista–, el PP podrá jugar el papel de ser el único garante de la unidad de España.

En el otro extremo, Podemos –o las fuerzas de izquierdas– pueden hacer cierto seguidismo de esa política, pero tratando de moderarla –que probablemente será lo que haga el PSOE–. También podrían presentarse como los únicos que todavía pueden evitar, con un pacto político desde la izquierda, la secesión unilateral catalana y puede que la vasca, sobre todo si obtienen buenos resultados en Cata­lunya.

Para lograrlo, deberían impulsar un proceso constituyente en el conjunto del Estado, que supere la Es­paña de la transición post-franquista, y busque el encaje de las naciones sin Estado, desde una óptica de bilateralidad, reconociendo la soberanía de esas naciones, pero tratando a la vez de lograr un acuerdo de libre asociación en base a la solidaridad internacionalista.

Un pacto de ese tipo se antoja en estos momentos casi un imposible, y puede verse como contraproducente en clave electoral española. Pero los resultados de las elecciones catalanas pueden cambiar mucho la perspectiva, sobre todo si la victoria independentista es muy amplia, y el PP apuesta por opciones autoritarias extremas.

En cualquier caso, jugar bien con los tiempos será clave en esta partida, tanto en Catalunya como en Eus­kal Herria y en el conjunto del Estado.

Aparente fortaleza

En mayo de 2016 se celebrarán elecciones en la CAV y no cabe duda de que los resultados de las catalanas y las generales influirán también en ellas. La aparente fortaleza del PNV puede no ser tanta como aparenta, sobre todo si confluyen tres elementos que pueden cambiar de forma radical el tablero de juego.

El primero ya se ha dado, y es el cambio en Navarra, donde el bipartidismo ha sido derrotado por una conjunción de fuerzas –sobre todo de izquierdas– liderada más por una persona, Uxue Barcos, que por un partido. Lo mismo que en el caso catalán –salvando las distancias–, la presión social para el cambio ha venido en Navarra desde abajo y desde la izquierda.

Y precisamente es otra persona, Arnaldo Otegi, el segundo elemento que puede trastocar el panorama político, pues a nadie se le escapa el impulso que puede suponer su candidatura para el independentismo vasco.

El tercer elemento sería un hipotético pacto de EH Bildu con Po­demos y otras fuerzas de izquierdas no independentistas, como ya se propone desde ciertos sectores de la sociedad civil. También ello tendría repercusiones importantes –positivas en mi opinión– en el conjunto del Estado, pues nos acercaría a una salida democrática y consensuada al problema histórico de las naciones sin Estado en España.

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