Los autores argumentan por qué tanto la economía como la sociedad se organizan partiendo de un desequilibrio de potencialidades que se traduce en una forma específica de violencia.

El capitalismo fabrica lo real imposibilitando la existencia de algún elemento ajeno a su maquinaria. Todo, incluso aquello que nace como revolucionario, acaba instalándose dentro de su lógica. Esta racionalidad, basada en el crecimiento y la acumulación, amplía los límites de creación de lo real gracias a los cauces perpetrados por las viejas estructuras religiosas. Sobre la base moral del cristianismo, el capitalismo extendió una red invisible no positivizada en un saber político efectivo y que llamaremos 'psicopoder', una forma de gobierno previa a la reflexión aún por estudiar que opera en la mente de los sujetos.
lo propio de la máquina capitalista es hacer la deuda infinita
La culpa se convierte en deuda, la fe en crédito, la promesa de paz en una libertad, la existencia de bondad en otra forma de productividad, el sacrificio en explotación y la salvación en riqueza. Con el cristianismo, la deuda se hace infinita y se une con la divinidad. Al introducir la noción de infinito, el cristianismo da una nueva perspectiva a la culpa que el capitalismo usará para la deuda.
Tal y como afirma Deleuze, lo propio de la máquina capitalista es hacer la deuda infinita, como el cristianismo hace infinita –más allá de la vida– la deuda con Dios. Bajo este prisma podemos hacer una traducción de términos, Dios será traducido por capital y cristianismo por capitalismo.
Al individuo se le suma una nueva identidad, el comunicador, a las ya clásicas de trabajador y consumidorLas leyes del mercado se aplican sin fisuras allí donde las viejas formas de poder se han debilitado instaurándose como un poder mucho más deslocalizado que impide ejercer con fuerza la resistencia porque además de ser un poder represor, es un poder seductor. Esta seducción se traduce en la acumulación de mercancías y en la ampliación del concepto de deseo desde la maquinaria capitalista como generadora de pseudonecesidades. Dentro de la lógica capitalista los individuos siempre desearán ampliar su 'mundo'. No queda ni una parcela de lo real alejada de los dominios del capital y de la noción de intercambio.
Esta fábrica de ficciones históricas, políticas y sociales ha privilegiado el plano virtual frente al real. Entendemos por virtual la misma definición que da Proust en En busca del tiempo perdido, aquello que es real sin ser actual e ideal sin ser abstracto. Lo virtual no es algo fuera de lo real, sino otra posibilidad de actuación sobre lo real que, de hecho, produce efectos y desde la cual se amplían los marcos de lo real. No sólo los derechos y el conjunto de la vida son medibles según el capitalismo, sino que incluso lo que aún no es, como el futuro, es intercambiable en el presente como expectativa económica de ganancia o pérdida, realizando ejercicios y actos de fe del presente real que queda relegado a las expectativas a partir de la eliminación de cualquier predicción segura.
Lo virtual y lo real
De modo que si existe un organismo que, operando en un alto porcentaje en lo virtual, cambia la realidad bajo el amparo de la ley, la ley será lo único que podría impedir que la resistencia nazca en lo virtual y se extienda a lo real. Bajo esta perspectiva podemos observar que existen dos clases de sujetos legitimados para el cambio en lo real: un sujeto activo de cambio que es el banco y otros sujeto de cambio pasivo que es el ciudadano.
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