Construir un proceso instituyente

Los movimientos podemos marcar la agenda política, sin esperar a que alguna vanguardia se auto-proclame con el camino correcto.

, activista, profesor emérito de la UCM y miembro del CIMAS
15/01/15 · 12:45
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No hay por qué esperar a que los partidos o movimientos electorales decidan qué es lo que más les conviene en este proceso de cambio. Los movimientos podemos marcar la agenda política, sin esperar a que alguna vanguardia se auto-proclame con el camino correcto. Hay tres aspectos en que podemos ir construyendo un proceso instituyente: 1) Convocar a las mareas y a las marchas unitarias en la inmediata primavera caliente. 2) Levantar algunas reivindicaciones unitarias, claras y contundentes, o sea un programa para las municipales. 3) Exigir que haya unas primarias abiertas y unitarias en cada municipio, para construir unas candidaturas que superen al bi­partidismo –y allegados–­.

Un proceso instituyente es algo diferente de un proceso constitucional. Quienes hemos visto en Latinoamérica cambios constitucionales tan importantes, y su freno posterior, somos los que pensamos que es bueno empezar por abajo, desde la experiencia local, con movimientos y democracias de iniciativas de abajo a arriba. El calendario actual es favorable para construir desde las mareas y desde los municipios un proceso instituyente, con otros estilos mucho más participativos. No es sólo que ganen unos líderes algún gobierno, es que la ciudadanía activa movilice a la mayoría social para resistir ante la ­crisis –que se prolonga– y construir alternativas ante las dificultades que crea el sistema.

En este siglo está cambiando el papel de los partidos y movimientos electorales, pues ya no pueden pretender ser las únicas vanguardias, sino que son unos instrumentos más de un proceso donde hay muchos actores en cada conjunto de acción. Las elecciones son sólo un momento de un proceso, muy importantes para ver hasta dónde los sectores intermedios, más pasivos, están dispuestos a apoyar a los sectores más activos de los movimientos, y aislar a los sectores más reaccionarios de la sociedad. Si se consiguen algunos cambios en los gobiernos, es una señal de entusiasmo para que los movimientos sociales podamos poner en marcha las reivindicaciones y las prácticas alternativas.

Hay mucha inteligencia colectiva –o intelectual orgánica– en los movimientos sociales, que sería un error ignorar por las posibles candidaturas. Cada movimiento debe ir a lo suyo, y en el conjunto de movimientos podemos construir un proceso instituyente unitario. El juicio y control ético de las candidaturas y posibles gobiernos no hay que dejarlo para después, sino desde el principio, desde la exigencia de que se formen candidaturas unitarias para cada municipio, con un programa concreto, con unas primarias abiertas que todos dicen que defienden, pero con rivalidades nada ocultas.

Hay mucha inteligencia colectiva –o intelectual orgánica– en los movimientos sociales, que sería un error ignorar por las posibles candidaturas
Aunque en las municipales el sistema electoral no es tan perverso como en las generales, el efecto de candidatura unitaria es muy importante frente al PP-PSOE –y allegados–. Sobre todo por la movilización de los indecisos, para acabar con este régimen de corruptelas y manejo de la estafa económica. Los abstencionistas son los que han decidido en las últimas elec­ciones generales y locales, y ­aunque simpaticen con los movimientos y mareas, no se acaban de creer que en unas votaciones se pueden cambiar las cosas. Pero cabe recordar que en las elecciones municipales del año 31 se acabó por proclamar la II República.

Entender las mareas, las marchas, las municipales, dentro de un amplio movimiento de tipo instituyente, es una nueva forma de construir lo social y lo político. La discusión sobre si es más importante una tarea u otra es poco útil. Lo instituyente no es sólo una cuestión de quienes se presentan a las elecciones, es un reto para el cambio de nuestros países –y con probabilidad, de todo el sur de Europa–.

Hace falta gente para cada tarea, no sobra nadie, pero a quien se le vea arrimar el ascua sólo a su sardina, la gente le tomará nota. Pues para cambiar esta sociedad tan desastrosa hacemos falta todas las personas: “Entre todos la mataron y ella sola se murió...”

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