Acerca de la unidad popular

Ante su inminente Asamblea Ciuda­da­na, Podemos se plantea su futuro. Ese futuro pasa, según sus promotores, por la construcción de la unidad popular.
Quienes nos hemos acercado con curiosidad y buena fe a los círculos, aun arrastrando nuestras ‘mochilas ideológicas’, y nos acercamos en su día a las plazas para ver emerger al 15M, tenemos algo que decir sobre esa dificultosa construcción de la unidad de un pueblo atravesado por múltiples segmentaciones y líneas de fractura.

, Profesor de Derecho del Trabajo e integrante de ICEA
20/10/14 · 8:26
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Ante su inminente Asamblea Ciuda­da­na, Podemos se plantea su futuro. Ese futuro pasa, según sus promotores, por la construcción de la unidad popular.
Quienes nos hemos acercado con curiosidad y buena fe a los círculos, aun arrastrando nuestras ‘mochilas ideológicas’, y nos acercamos en su día a las plazas para ver emerger al 15M, tenemos algo que decir sobre esa dificultosa construcción de la unidad de un pueblo atravesado por múltiples segmentaciones y líneas de fractura.

Lo cierto es que, visto lo visto, el empoderamiento ciudadano que decía pretenderse queda, salvo lo que pueda ocurrir en fechas próximas, fuera de foco. El 15M representó la materialidad de la unidad popular edificada sobre citas comunes y el enamoramiento por la acción –el famoso hiperactivismo que cansaba a tantos veteranos–, abriendo espacios para la transversalidad de sus múltiples discursos. Había un 15M obrero como había un 15M liberal-democrático, pese a la narrativa hipster al respecto que se hace trampas al solitario cuando niega la pluralidad de las influencias y a los tipos con mochila. Fue un importante momento en la construcción de contaminaciones mutuas, sin hacer emerger en demasía los conflictos por el poder interno y generando confluencias efectivas en las luchas.

Mucho nos tememos que la ‘interfaz electoral’ del movi­miento que pretendía ser Pode­mos se está quedando muy por debajo de sus expectativas iniciales en términos de construcción popular, que no de potencialidad en las urnas.

La interfaz parece haber colonizado y sustituido al movimiento mismo, asfixiándolo, y las calles se muestran cada vez más vacías, lo que no se soluciona con una manifestación al semestre o llenando un polideportivo en un mitin. Los incipientes mecanismos de vertebración social constituidos por las Asambleas Popula­res del 15M se ven sustituidos por estructuras volcadas en la discusión sobre la coma de propuestas que sólo el más hiperactivista –ése del que se trataba de huir– puede haber leído en su totalidad. La vida de los círculos, dado el peculiar armazón organizativo propuesto, tiende a girar hacia la política de lo interno y hacia la constitución del ‘aparato’ electoral, y no hacia la socialización de perspectivas políticas y prácticas. El interés de los militantes gira en torno a establecer lazos de relación con una dirección todopoderosa, ya sea para ofrecérsele como correa de transmisión o para tratar de desbancarla.

Tranversales

Los múltiples discursos transversales se ven sustituidos por una ‘doctrina de la transversalidad’ cada vez más aburrida, que sólo certifica la preeminencia de la clase media y la subordinación de los trabajadores, ayunos de todo discurso propio, en una “unidad popular” que ha pasado a afirmarse más que a construirse. Las familias políticas presentes disputan espacios sin un debate ideológico serio, pues dicen representar a los mismos sectores sociales: a todos y a nadie. La propuesta de los promotores sobre las municipales, acertada en lo profundo, no puede evitar la emergencia de los conflictos con un aparato territorial que, en gran parte, sólo tiene las citas electorales como horizonte.
Nuevos lineamientos se apuntan en el futuro inmediato: espacios municipalistas, un bloque combativo y de clase del sindicalismo antagonista, iniciativas que pretenden construir un pueblo fuerte. La unidad popular es más complicada que encontrar un discurso mediático efectivo y pone en juego procesos de vertebración y de concienciación de masas, o no es más que un pío deseo. ¿Aún hay solución?

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