Municipalismo o barbarie. O ambas

Es urgente que las candidaturas que se autodefinen como municipalistas practiquen el municipalismo.

18/07/14 · 7:08
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Un fantasma recorre el Estado estatal: el fantasma del municipalismo. Las opciones electorales ligadas a los movimientos florecen por todas partes. Con diferencias entre ellas, lógicamente, pues cada una responde a las características, preferencias, errores y aciertos de cada territorio.

Las CUP son uno de los referentes principales en la península ibérica junto a la CUT de Marinaleda. Gobiernan varios municipios y tienen presencia en más de un centenar de ayuntamientos. En este sentido, la principal novedad de las elecciones municipales de 2015 será la previsible presentación de candidaturas municipalistas en las ciudades más grandes del Estado. Barcelona es la que ha centrado mayor atención mediática, pero en ciudades como Madrid, A Coruña, L’Hospita­let de Llo­bregat, Alcorcón y otras hay ya procesos en marcha.

En Barcelona hay, ahora mismo, dos procesos en marcha. Por un lado, la Trobada Popular Municipalista (TPM), ligada a la CUP pero en la que participaron más de 800 personas de las que la mayoría no era ‘cupaire’, ya realizó un primer encuentro hace meses y tiene previsto un segundo el próximo 19 de julio. La TPM anunció públicamente su intención de trabajar de manera abierta y colectiva una candidatura que fuera más allá de la CUP y la esque­rra independentista. Por otro lado, Guanyem Bar­celona que, por ahora, es una propuesta abierta cuyo grupo impulsor no ha querido definir en exceso, en aras de que se haga de manera colectiva y democrática. Guanyem ha irrumpido con mucha fuerza en el debate público y generado ilusión en amplios sectores políticos. La recogida de firmas planteada como validación cuenta ya con miles de adhesiones. Ambos espacios se reforza­rían mucho mutuamente, si bien antes es necesario que cada uno de ellos tome cuerpo y concrete objetivos, formas de organización, mecanismos de participación, código ético, etc.

Desde sectores cercanos a la TPM se han planteado reticencias respecto al papel que pueda jugar ICV en Guanyem. Por decirlo de una manera sencilla, no se sentirían cómodos en un espacio en el que se sienta cómodo un partido que ha gobernado Barcelona en coalición con el PSC durante 32 años. Es­tas dudas se disiparán cuando, en vez de planteamientos genéricos, se trabajen propuestas concretas.

En su intervención durante la presentación de Guanyem, el abogado Jaume Asens reivindicó el imaginario de 1931, cuando las elecciones municipales provocaron un cambio de régimen. Durante toda la presentación sobrevolaba la idea de que éstas son una palanca para lograr un(os) proceso(s) constituyente(s). Es obvio que pueden y deben servir en ese sentido, pero es un error plantearlas única o principalmente en esa clave.

Las de 2015 no deben ser vistas como la oportunidad para ganar visibilidad de cara a las generales, siguiendo el esquema que Pode­mos ha hecho con las europeas. Si la apuesta política por el municipalismo es sincera, no basta con lanzar mensajes simples y decir lo mala que es la casta: es urgente que las candidaturas que se autodefinen como municipalistas practiquen el municipalismo.

Podemos ha demostrado que un pequeño grupo compuesto por politólogos trabajando eficazmente es capaz de conseguir unos resultados electorales espectaculares. Pero ese esquema no es válido para enfrentar el reto de la gestión democrática desde abajo de la administración municipal. Aún menos si pensamos en monstruos mafiosos como el Port de Barcelo­na o la Empresa Municipal de la Vivienda de Madrid, por poner sólo dos ejemplos. El municipalismo, para serlo, debe contar con la experiencia del movimiento vecinal, los ateneos, centros sociales y demás espacios enraizados en el territorio. No se puede hacer municipalismo sin base territorial.

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