Las elecciones han trastocado el panorama político español.

No diré nada nuevo al afirmar que los resultados electorales son un diagnóstico social, el único que admite sin reservas el sistema político español. De ahí que el inmovilismo que aqueja al régimen –que se ha ido acentuando conforme la crisis se agravaba– sólo se tambalee ante la proximidad de una nueva cita electoral. De ahí también que toda posibilidad de atisbar un nuevo escenario político se produzca después de unos comicios.
Que la abdicación se haya producido finalmente tras las elecciones parece revelar que ha sido el producto de una complicada negociación
La sobreexposición mediática, que era una baza hasta ahora, junto a las agendas de cada partido, son los principales escollos que se presentan para las izquierdas electoralistas.
Con gran capacidad de contagio e influencia, la lucha vecinal es una de las principales amenazas para el sistema, pues puede poner a un barrio en pie de guerra cohesionándolo mediante demandas comunes. Es además uno de los principales focos de resistencia a la dictadura de las grandes corporaciones sobre las ciudades.
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