¿Podremos? Más allá del 25M

Si muchas eran las alarmas que hace unos meses apuntaban al riesgo de vernos estancados en el hacer contra el Régimen en el que estamos inmersos, el desenlace del proceso electoral del 25M ha ayudado a cambiar las alarmas de bando. Ha hecho aterrizar en el escenario algunas hipótesis que se venían debatiendo en los intersticios entre movimientos y representación.

03/06/14 · 20:29
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Si muchas eran las alarmas que hace unos meses apuntaban al riesgo de vernos estancados en el hacer contra el Régimen en el que estamos inmersos, el desenlace del proceso electoral del 25M ha ayudado a cambiar las alarmas de bando. Ha hecho aterrizar en el escenario algunas hipótesis que se venían debatiendo en los intersticios entre movimientos y representación. Así vemos replicarse tres elementos fuerza nodales para el futuro: por un lado, la utilidad de revulsivos electorales que alteren los marcos de las izquierdas y los guiones de cada comicio. Por otro lado, la pertinencia de profundizar el eje discursivo abajo-arriba. Y por último, la constatación de que existe una parte lentamente creciente del cuerpo social que ha emprendido el ejercicio del voto como mecanismo destituyente.

Es obvio que en estas elecciones se ha empezado a saber traducir –especialmente Podemos– propuestas electorales en interés y movilización de una parte del espectro social que sufre la crisis y que ha apostado primero en la calle y ahora, poco a poco, en las urnas por alterar el guión marcado. En la difícil labor de recomponer mayorías sociales, los movimientos y, tras ellos, los nuevos experimentos de izquierda están arañando de forma importante elementos centrales en la construcción del imaginario que ordena el sentido común general. Todo indica que el voto a Pode­mos es un voto que se vincula al sentido común, el voto de quien paga la crisis.

Es un voto que cae a la izquierda, pero que ha llegado desde diferentes posiciones. Desde abajo, con la movilización electoral de sectores abstencionistas y de gentes de movimientos. Pero también ha llegado desde la izquierda sociológica –bendita debacle del PSOE– y, aún en mucha menor medida, desde la parte más golpeada de esa realidad ambigua que hasta ahora se movía en los valores discursivos de la derecha social.

Desborde

El nuevo escenario, con las iniciáticas señales de desborde del bipartidismo y la potencia que lentamente van aglutinando las alternativas, refuerza al fin el desafío. Pero cabe recordar que será un desafío, una ventana de oportunidad, que va a tener mucho de todo o nada. La entrada del régimen en el marco discursivo que llevamos construyendo para él desde hace años, admitiendo la necesidad de una “gran coalición” que es, a efectos comunicativos, sinónimo de PPSOE, de Régimen, es sin duda una buena noticia: comenzamos a jugar en un marco en el que también diseñamos parte del terreno de juego. Esto abre oportunidades para desnivelar la batalla discursiva.

Pero debemos ser conscientes de que la puesta en marcha de dispositivos comunicativos y políticos que acompañarán la estrategia de “gran coa­lición” –si es que el PSOE se deja envolver definitivamente– hará de la guerra un reto mucho más serio y complejo, a la altura de un cambio de régimen. Si bien hasta ahora habíamos marcado el tiempo en guerra de guerrillas, ahora deberemos enfrentar el reto de derrocar una Große Koalition ampliando la fuerza de las instituciones de movimiento, potenciando en forma de municipalismo ciudadano y democrático el gesto ampliado el 25M y comenzando a pensar la forma de desplegar una auténtica revolución de políticas públicas en la ocupación de lo institucional. Jugando en la coyuntura presente es ya posible construir espacios municipales que desborden a un PSOE que es, en lo local, dinástico y caciquil. La clave: espacios democráticos de agregación desde abajo que superen los límites y formas de la izquierda clásica.

El declive del Régimen es irreversible. Pero declive es sinónimo de deterioro, no de derrota. Para ayudar desde lo electoral a que se convierta en ruptura es preciso combinar las dos tensiones que atraviesan el Es­tado, la social y la nacional. A nadie se le escapa que el 25M propone el dibujo de muchos encajes y alianzas futuras en los tres niveles de gobernanza. Los resultados de las izquier­das periféricas sumados a lo ­suce­dido con Podemos proponen un escenario de auténtico desborde. La parada municipal previa debería ayudar a desdibujar los pactos entre élites y el buen hacer podría residir en reforzar los tejidos que se fusionan en la acción –como el 22M– y en lo político en un crear desde abajo que puede neutralizar las lógicas de los aparatos y grupos de poder.

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comentarios

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    Marat
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    Mié, 06/11/2014 - 10:47
    <span style="color: rgb(136, 153, 166); font-family: 'Helvetica Neue', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; white-space: pre-wrap; background-color: rgb(255, 255, 255);">Pablo Napoleoncito Iglesias sacó la vara de mando:</span><a href="http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/06/pablo-napoleoncito-iglesias-saco-la.html"><font color="#8899a6" face="Helvetica Neue, Arial, sans-serif" size="2"><span style="line-height: 18px; white-space: pre-wrap;">http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/06/pablo-napoleoncito-iglesias-saco-la.html</span></font></a> <div>&nbsp;</div>
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    cro-magnon
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    Mar, 06/10/2014 - 14:37
    <br type="_moz" />Cierto que el régimen anda en descomposición, al menos en cuanto a su legitimidad. Pero no hay que engañarse, un esfuerzo por rehacer, recomponer, o construir uno nuevo no implica un sistema &#39;de izquierdas&#39;. Igual de legítimo es uno de derechas o, incluso, uno como el actual (más o menos neutro donde caben las políticas que van&nbsp;desde ciertas derechas a ciertas izquierdas). Así que, si el régimen actual cae, lo que puede venir después es un régimen &#39;liberal&#39; (por ejemplo sin pensiones garantizadas por el Estado más allá del mínimo de supervivencia, sino basadas&nbsp;en el ahorro privado, sin Seguridad Social, sino a través de un sistema de seguros médicos privados, etc, etc) o un régimen &#39;socialista&#39; (donde el Estado controle y regule realmente ciertas actividades clave como la banca, las telecomunicaciones, el transporte que se financien con impuestos y expulse del país a parte de la plutocracia actual). &iquest;Qué es lo que queremos? Ante el vértigo de lo que puede venir si &#39;el régimen&nbsp; cae&#39; cada vez me inclino más a tratar de remendar lo que tenemos.<br type="_moz" />
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    Anarquista
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    Mar, 06/10/2014 - 13:13
    Podemos es en la actualidad lo que fue el PSOE durante la transición. Pablo Iglesias, como Felipe González&nbsp;antes que el, comprendió que la izquierda no ganaría unas elecciones si no daba a los ciudadanos lo que querían. En aquella época se demandaban derechos civiles y laborales, no una revolución, se demandaban unas garantías mínimas de cobertura social, no un estado socialista, se demandaba olvidar el pasado, no recordar a los que perdieron la guerra. Hoy nos encontramos con una situación similar aunque el contexto sea diferente. Una sociedad (la española) mayoritariamente ignorante (como lo fue la de la transición) que es incapaz de culpar al capitalismo de la presente crisis y mucho menos al estado, decide culpar de todo a los políticos y las instituciones en general. Los casos de corrupción ayudan a reforzar esa teoría de que estamos en crisis por tener gobernantes corruptos y que son ellos, los políticos, los que nos han robado el dinero. La patronal poco tiene que ver con esto según la mayoría&nbsp;de la gente porque en España no existe una patronal como tal puesto que la mayoría de las empresas son pequeñas y medianas. La sabiduría popular también asegura que los banqueros no tienen la culpa porque tenían las manos atadas y los que mandaban son los políticos que se dedican a politizarlo todo. &quot;Que no politicen la economía&quot; decía un cerdo capitalista en las tertulias. Como los políticos son los culpables de todo empieza la caza de brujas y las demandas que deberían ser de otra índole empiezan a ser las siguientes; &quot;transparencia, listas abiertas, si no cumple el programa dimisión, que se bajen el sueldo, menos privilegios...&quot; y es cuando aparece una formación dispuesta a satisfacer dichas demandas. Podemos. Una formación política distinta a cualquier otra que exista en España (aunque los estadounideses fueron los que inventaron eso) creada por militantes de Izquierda Anticapitalista, Ezker Batua Berdeak, sectores descontentos de Izquierda Unida, algunos colectivos mas de izquierda, sectores descontentos del PSOE y sectores originalmente abstencionistas provenientes del activísimo plataformista. Seguro que se me escapa alguno mas. La cuestión es que nace y lo hace con éxito porque dan a la gente lo que quieren, igual que el PSOE durante la transición. Y esto significa nada. Igual que en el caso de que ganase las elecciones Syriza&nbsp;en Grecia o Podemos o Izquierda Unida en España. NADA! &iquest;Sabéis porque? Porque nada ha cambiado en la mentalidad de la gente, ni antes, ni durante, ni después del 25M. No les gustan las monarquías corruptas pero creen que la monarquía debe seguir existiendo. No les gustan los políticos corruptos pero creen que los políticos&nbsp;deben seguir existiendo. No les gusta que los banqueros sean estafadores pero creen que los banqueros deben seguir existiendo. No les gusta que los empresarios sean demasiado explotadores pero creen que deben seguir existiendo. La izquierda desclasada, mas, cada vez mas populista, termina, sea cual sea la formación&nbsp;y la metodología, escudandose en el capitalismo de estado, tratando de adaptarse y humanizar ese capitalismo, al ser incapaz de convencer sobre una alternativa en la que ni siquiera ella misma cree. Y mientras los postulados anarquistas son ignorados, una vez mas, para no variar. Veremos en que desencadena todo esto. Solo se que la CNT sigue siendo mas participativa, mas igualitaria, mas solidaria y mas libertaria que Podemos, y que el comunismo libertario, es un proyecto mucho mas justo que cualquier modelo de Estado. A los de Podemos les falta descubrir la anarquía.&nbsp;
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