La danza de los votos

Elecciones europeas y perspectivas a medio plazo.

, Activista y profesor emérito de la Universidad Complutense de Madrid.
30/05/14 · 13:13

Las políticas europeas no van a cambiar por estas elecciones. La abstención se mantiene en cotas muy altas, pero los bi-partidismos gobernantes no hacen caso de esa desligitimación, pues la dan por natural. Ni tampoco van a hacer mucho caso de que hayan perdido millones de votos y que las fuerzas euro-escépticas hayan ganado en varios países con discursos antiausteridad. Los grandes beneficios que algunas empresas sacan en la crisis mandan, aun cuando tengan que sacrificar a algún político o algún partido que se estrelle.

Las políticas las seguirán dictando la Comisión de Gobiernos, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional (la troika), sin apenas control del Parlamento. Bi-partidos de conservadores y social-liberales gobiernan en varios países, y Arias Cañete, Felipe González y El País también lo propugnan aquí. En los países del sur los social-liberales (Italia, Portugal) o la izquierda (Grecia) han ganado a los conservadores, menos entre nosotros, donde el PSOE se sigue hundiendo por su falta de renovación mínima. Los resultados de estas europeas solo van a servir como sondeo para las municipales, y en el mejor de los casos para dar ánimos a unas movilizaciones en otoño y en primavera, y para que algunos candidatos ganen casi 8.000 euros al mes (lo que servirá para que sus grupos tengan dinero para organizarse).

Un toque de atención para todas

No hay que dejarse guiar por lo que dice la prensa bipartidista que solo cuenta en porcentajes y número de cargos electos, y que ningunea la abstención (que sigue siendo el “partido” más votado). Hay que contar con las cifras de votos emitidos y sondear sus desplazamientos y lo que pueden significar de tendencias en la sociedad. Aparte de la abstención habitual (20%), hay un tercio (30%) que no vota en estas elecciones. El bipartidismo se queda en 7 millones y medio (podemos considerarlo otro tercio), y queda aún otro tercio que tiene sus preferencias divididas entre la fragmentación de los votos críticos.

El PP y el PSOE han perdido dos millones y medio de votos cada uno. En total hay cinco millones de votos que cambian de destino y son votos inestables aún para quienes los haya ganado. IU, Esquerra, UPyD y Ciudadanos han recibido una buena parte de estos votos (unos 2/3 millones más de los que tenían) pero también se les han ido votantes a nuevas formaciones electorales. IU, para quien preveían los sondeos una subida mucho mayor, ha visto que Podemos, Los Pueblos, y Primavera le han disputado una parte sustancial de los votos (casi unos dos millones) y saliendo casi de la nada y sin presupuestos sustanciales. Me alegro de haberme equivocado en mi anterior comentario en DIAGONAL.

Síntomas de nuevas tendencias aún no consolidadas

Lo que está en ascenso es una nueva generación (numerosa y preparada) que quiere cambiar también en lo electoral. Las formas tradicionales y las caras tradicionales para hacer política electoral están amenazadas. Lo televisivo y lo mediático cuanta mucho para ese tercio intermedio de la población que ni se abstiene ni apoya las propuestas bi-partidistas, como se ha demostrado en estas elecciones. Si el PSOE o IU siguen con sus aparatos y candidatos sin una mínima renovación, como si los movimientos sociales de los últimos años no les importaran y los consideran pasajeros, se pueden estar suicidando. Las tendencias van en la dirección de nuevos frentes de lucha y electorales.

Lo que ha recogido Podemos, por encima de sus propias expectativas, es un buen síntoma, pero es un voto inestable o de aluvión. El trabajo mediático va a ser ahora más complicado, y sus círculos pasan a ser fundamentales para que en lo local se puedan consolidar sus expectativas. Un estilo nuevo que pueden aprender de las plazas y las mareas, puede conectar a sus votantes con los colectivos que están en la abstención. Es una posición inmejorable para que la ilusión que suponen en muchos millones de personas se sume contra los sectarismos habituales en los fragmentos de la llamada izquierda.

Frentes renovados para la movilización y las municipales

Hay dos horizontes en un año que pueden permitir aglutinar unos frentes de lucha desde los sectores que se reclaman “desde abajo”: Unas movilizaciones para otoño y primavera que no se circunscriban a la tradicional llamada a la huelga general a ver qué pasa, sino que mejor se puedan centrar en la toma pacífica pero activa de espacios de resistencia y propuestas (educación, salud, vivienda, plazas, etc.) a partir de los núcleos de activismo que ya existen y de una coordinación amplia como la de la Marcha de la Dignidad o aún más amplia si es posible.

El otro horizonte es el electoral de las municipales y las autonómicas. Aunque Catalunya y Euskadi tienen sus propios calendarios, las municipales son una buena ocasión para la construcción “desde abajo” también. Los dirigentes de los partidos tradicionales controlan mucho menos a sus bases, y los grupos motores operativos de cada localidad pueden encontrar formas adecuadas para cada situación que superen los sectarismos, ante la urgencia de cambiar caciques y la dominación de la especulación inmobiliaria. Es un buen momento para la construcción de un Frente electoral en base a las nuevas opciones emergentes, y con las nuevas formas de hacer política (primarias abiertas, rotaciones, iniciativas y control desde asambleas, etc.).

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comentarios

1

  • |
    Bertrand
    |
    Vie, 05/30/2014 - 14:42
    Sí, la abstención es el partido más votado, pero no toda esa abstención es una expresión política de descontento. En cuanto a la homogeneidad del voto, tampoco creo que el del bipartito y similares lo sea tanto. Lo que parece claro es que el viejo concepto de "base social" está en crisis. La base social ya no la constituyen únicamente los votantes y las redes clientelares tendidas desde los cargos públicos y las grandes empresas. Vuelve un concepto de "base social" en el que esta categoría implica compromiso y participación en movimientos sociales. La base social va a ser aquella que participa en las decisiones, no la que va a los mítines una vez cada cuatro años. Esa es la baza que pueden jugar las organizaciones antirrégimen. Y eso va a demandar una dialéctica muy trabajada entre movimiento y organización política, una en la que ambas no se confundan, pero en la que mantenga una relación de diálogo y debate constante. Un reto de mucha altura.
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