Antídoto contra la representación

Vivimos en la crisis de la representación en todos los ámbitos. Y bienvenida sea. A quienes nos define profesionalmente la curiosidad, seamos periodistas o investigadoras de otra clase, este tipo de riesgo que abre una crisis en su mejor sentido nos pone. Nos tiene que poner, aunque también nos pese. Donde otras ven incertidumbre, nosotras debemos ver posibilidad de acontecimiento. Donde como seres humanos vivimos la sensación de precariedad, como curiosos y curiosas vemos una ventana de oportunidad.

, Filósofa y miembro del colectivo editor de DIAGONAL
23/03/14 · 8:00
Edición impresa

Vivimos en la crisis de la representación en todos los ámbitos. Y bienvenida sea. A quienes nos define profesionalmente la curiosidad, seamos periodistas o investigadoras de otra clase, este tipo de riesgo que abre una crisis en su mejor sentido nos pone. Nos tiene que poner, aunque también nos pese. Donde otras ven incertidumbre, nosotras debemos ver posibilidad de acontecimiento. Donde como seres humanos vivimos la sensación de precariedad, como curiosos y curiosas vemos una ventana de oportunidad. Si se quiebra la representación, nuevas presentaciones pueden abrirse paso. El asunto es de qué o quién y cómo, claro. 

En esta crisis de representación, se cuestiona una mediación que se fue viniendo arriba con el correr del tiempo y se convirtió en la reina del mambo. De políticos a periodistas, quienes llevaban la voz cantante del mundo de la representación olvidaron que a lo sumo les correspondía ser voceros, y se arrogaron atribuciones con una pretensión de legitimidad que no tenían. Hasta el punto de desfigurar la realidad, de robar a la comunidad su protagonismo. El cuarto poder devino en poder de cuatro señores con puro y señoras con perlas que venden la ideología de los cuatro y el tambor –a menudo ellos y ellas mismos– que les asegura el negocio. Y, claro, la cosa se ha ido poniendo fea, la gente se ha ido cansando… en esto llegó internet, y agravó el problema. Ahora cada cual accede a donde decide sin necesidad de apoyar económicamente a medios –y sus mediadores– con los que existe una desafección notable. Como en la política, vamos. No es para extrañarse. 

Nos toca a los medios y periodistas críticos recuperar el valor de esta mediación, devolver la honorabilidad a la función hasta que se generalicen la independencia y el rigor. El periodismo no puede sino ofrecer puntos de vista situados a la vez que empáticos con la comunidad, pero que han de ser críticos ­para aportar autoconocimiento. Acompañar y ofrecer una mediación cualificada por la praxis y de validación distribuida, dependiente de la satisfacción de la comunidad al verse presentada. Una mediación humil­de, y con vocación de servicio público.

Tarea ética

El antídoto para un periodismo envenenado de décadas de medios guiados por intereses espurios es una tarea que llevará tiempo, porque es una tarea ética: recuperar la confianza de la comunidad y ofrecer alternativas a la desafección con trabajos que hagan que la profesión ­periodística deje de ser la segunda peor valorada entre 16, según el CIS. Tenemos que ser útiles a la comunidad, extremadamente responsables y humildes en la construcción de sentido que implican nuestras mediaciones. Y hay que hacerlo con el bombardeo a semejante gesta que supone el protagonismo de un periodismo tan basura como magnético, perpetrado por periódicos, radios y televisiones –y su personal–, que insultan la inteligencia del público y la deforman.

Periodistas, no colaboren con el marasmo, y entiendan que el futuro no vendrá de mano de un libro de estilo mágico ni de un formato con propiedades extraordinarias, sino de un cambio de actitud generalizada en la que cada cual es protagonista y responsable. Tenemos que aportar mediaciones responsables, que dinamicen la asamblea imaginaria entre la comunidad y su realidad, no que conduzcan, decidan, o condicionen interesadamente. 

El escenario actual es un buen punto de partida. Crecen los medios independientes que, aunque con problemas de sostenibilidad, muchos relacionados con la difícil financiación en internet, alumbrarán, alumbraremos nuevas soluciones. Creo que el futuro no pasa por una unión que conforme imponentes entes de construcción de hegemonía que subsuman al resto –que representen–, sino por confluencias y colaboraciones en un nuevo escenario de responsabilidad compartida. En el camino, quizás consigamos que nuestra precaria capacidad multitarea llegue a permitir concentrarnos en pantalla. Y dejemos de darle por sistema al “me gusta” sin haber leído el cuerpo de los artículos, como corresponsabilidad en nuestro papel de lectoras. Adap­tarnos a herramientas cada vez más complejas es lo que ha venido siendo evolucionar como especie.

+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

Tienda El Salto