Medios comunitarios

Como bien se ha apuntando en las aportaciones anteriores, el porvenir de internet es el único camino por el que los medios de comu­nicación –hegemónicos o críticos, grandes o pequeños, – van encaminados hasta que se invente otro nuevo soporte y, con ello, la adaptación a nuevas formas y tiempos de producción de información. El no sólo utilizar los soportes analógicos –ondas hertzianas, TV, papel– implica de entrada tener que tomar en cuenta la brecha digital entre quienes tienen acceso y quienes no.

, Feminista y comunicadora social, colabora en Red Nosotras en el Mundo
28/01/14 · 8:00
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Como bien se ha apuntando en las aportaciones anteriores, el porvenir de internet es el único camino por el que los medios de comu­nicación –hegemónicos o críticos, grandes o pequeños, – van encaminados hasta que se invente otro nuevo soporte y, con ello, la adaptación a nuevas formas y tiempos de producción de información. El no sólo utilizar los soportes analógicos –ondas hertzianas, TV, papel– implica de entrada tener que tomar en cuenta la brecha digital entre quienes tienen acceso y quienes no.

Ahora mismo los medios críticos somos una masa sin forma, tan líquida como los tiempos que vivimos. Hemos pasado en pocos años, como ya decía Ramonet, “de los medios de masas a la masa de medios”. Esto es parte de lo que  esperábamos de la democratización de la comunicación ¿cierto? Muchos/as periodistas han lanzado sus propias iniciativas una vez perdidos sus puestos de trabajo, pero también la ciudadanía 2.0 se ha incorporado –como nunca antes– como fuente informativa y de opinión. Ahora, ¿es que por más diversidad tenemos más incidencia? Sin duda la diversidad es positiva y temas importantes de la calle se han incorporado sí o sí en la agenda de los grandes medios –desahucios, preferentes, sanidad, aborto, CIE…–. Pe­ro no confundamos iniciativas de ­comuni­cación con medios de comunicación al uso y que probablemente en esta era de la comunicación sean ya inoperables, insostenibles.
 
En esta etapa estamos de la coyuntura mediática actual. La radio, medio en el que concentro mi experiencia profesional vital, no ha escapado a la adaptación de las nuevas tecnologías y con ello al nacimiento de nuevas iniciativas radiofónicas más que por ondas, en internet  –por la casi imposibilidad de cubrir los requisitos de una licencia–, pero no por ello menos novedosas. Se ha innovado en su figura jurídica y gestión, como la cooperativa ION Radio; en su organización y participación, como Agora Sol; o se han renovado como Radiópolis en Sevilla, a pesar de que nació fruto de los presupuestos participativos cuyo alcalde popular eliminó nada más llegar al cargo. 
 
El reto de antiguas y nuevas radios –y suponemos de los medios en general– es ser lo bastante flexibles en un momento en que los hábitos de la audiencia han cambiado también. Encontrar las nuevas formas en que podamos captar el interés del público en un mar de medios –aun más profuso que antes de las TIC– no será fácil ni rápido. ION Radio tiene como lema “periodismo a fuego lento”, algo así como una cuidada selección de contenidos más que abordar la acuciante actualidad. Esto ya lo ha­cían antes otros medios comunitarios e independientes, más por limitación de recursos –pero con una agenda de contactos de movimientos sociales– que por desearlo. Sin embargo, ahora esto puede significar un plus, dado que el contacto con corresponsales ciudadanos en todo el mundo, en constante y rápida comunicación puede ofrecer informaciones antes exclusivas sólo para los medios generalistas con recursos.  
 
Otra lucha no menos importante será buscar el equilibrio para que nuestro trabajo pueda seguir siendo una fuente de ingresos digna y no participar en el juego sucio de mantener puestos de trabajo en medios públicos o independientes de gestión imposible. El crowdfunding es una posibilidad de complementar y diversificar la obtención de recursos. Pero sincerémonos, ¿a cuántos de esos proyectos puede la ciudadanía –en gran medida nuestras propias redes– aportar durante el año? ¿Y el siguiente?
 
Hemos recibido de la misma manera que los generalistas el impacto de la lógica de la información online y en la crisis también vuelven a salir a flote nuestras debilidades. Por lo tanto, la necesidad de reinventarse. Pero ¿lo haremos sin caer en la misma lógica o seremos capaces de inventar una distinta? Reflexionar sobre la situación de nuestros medios es también parte del debate democrático tan importante como el debate de un nuevo proceso constituyente. Acercar “la conversación entre ­plazas”, como escribiera Amador Sava­ter, comunicar la injusticia y drama de un desahucio, o la pérdida de derechos en lo cotidiano seguirá siendo necesario. Para ello tendremos que pasar de ser iniciativas de comunicación a la creación de amplias redes que establezcan nuevas lógicas en el manejo de la información que sigan poniendo en jaque a los discursos fraudulentos. 
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comentarios

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    Mar, 01/28/2014 - 14:13
    Enhorabuena por el artículo. Yo igual haría varias diferenciaciones: 1. Por un lado están los periodistas que al perder su puesto de trabajo han creado iniciativas. ¿Están estas iniciativas orientadas a servir a la sociedad o de alguna forma copian las dinámicas aprendidas de cuando se trabajaba en un medio convencional? Ser independiente no tiene que ver necesariamente con tener vocación y finalidad de servicio público... No sé si me explico. Yo estas iniciativas las pondría aparte, no las mezclaría por el momento con medios comunitarios, libres, críticos o de contrainformación, o como sea que se quieran llamar de acuerdo a las aproximadamente 36 acepciones que se manejan en el campo (Benjamin Ferron, Clemencia Rodríguez...) 2. No deberíamos ver los soportes como un medio (¿el medio es el mensaje?), porque algunos soportes son un derecho reconocido a la humanidad (léase espectro radioeléctrico). Si yo ni siquiera puedo renunciar a mis derechos voluntariamente (aunque no los conozca), ¿puedo renunciar al espectro radioeléctrico? Internet está bien y es absolutamente necesario hoy en día, pero tiene varios problemas... a) Es de pago a un proveedor privado. El espectro paga una tasa, de acuerdo, pero una tasa pública que, en principio, revierte en la sociedad. b) El proveedor privado puede realizar cuantas arbitrariedades quiera con su servicio. No necesita de ninguna orden de ningún tipo para cortar la señal, puede hacerlo cuando quiera. En principio, y aunque en el Estado español (no así en otros lugares) se muevan bien las mafias políticas y comunicativas, en principio el corte de señal lleva un camino algo más complicado y que nos beneficia a los medios alternativos en muchas ocasiones (aunque sólo sea por la burocracia). Si no pago a mi proveedor de internet porque no tengo dinero, me corta la señal el mes siguiente. Si no pago la tasa de espectro radioeléctrico, la cosa se puede ralentizar durante años. 3. Hay amplias redes creadas ya, a nivel autonómico (no todas, eso sí), estatal, europeo y mundial. ¿Debemos seguir dividiendo esfuerzos? ¿Una red es algo que ayuda a mi proyecto pero qué le doy yo a la red? ¿O estoy sólo para recibir, y nunca o casi nunca para dar? ¿Vamos a seguir discutiendo sobre si somos Frente Popular Judaico o Frente Popular de Judea, alcanzando esos 36 términos utilizados para supuestamente definirnos y parafraseando a los Monty Python? ¿O nos fijaremos en todo ese 90% de posibilidades que tenemos en común? 4. Respecto de la financiación, tenemos un gran camino por recorrer, sí. ¿Cuáles son las fórmulas para ello? Eso dependerá de los objetivos de cada colectivo, no olvidemos que hay muchos colectivos que aún no ven claro el compatibilizar la acción social con comer de ello porque es una especie de "traición" a los ideales (yo no comparto esto personalmente pero pongo de manifiesto que estas corrientes, por supuesto lícitas, existen en nuestro Estado, no así en otros donde dejaron atrás este debate en los años 70-80). ¿Es una opción fijarse en cómo proyectos internacionales llegan a ese equilibrio presupuestario? Podría ser una opción, pero es que para eso hay que viajar fuera de nuestros estudios de radio y televisión, o redacciones (y leer, y si me apuráis, saber inglés). No podemos seguir fijándonos en nosotros y nosotras mismos, porque está claro que nuestro modelo hasta el momento no es un modelo como para tirar cohetes... o al menos es mi opinión personal. ¿Qué hace otra gente? ¿Qué puedo aprender yo de otra gente? ¿Lanzo mi mirada hacia Europa (contexto geográfico-histórico-económico natural) o hacia Latinoamérica (contexto histórico artificial)? ¿A quiénes nos parecemos más, de quiénes podemos importar cuestiones que funcionen aquí mejor con nuestra propia idiosincrasia? Creo que ahí está la clave. 5. ¿Cuál es, pues, la hoja de ruta en la práctica?
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