Medios críticos en la balanza

El debate sobre lo que supone internet como herramienta comunicativa está hoy muy vivo. Internet ha modificado el mundo de la información, como está modificando muchos de nuestros hábitos cotidianos, aumentando la inmediatez de los contenidos y diversificando las voces críticas. Aunque no tanto como para pensar que exista una verdadera revolución por la aparición de un nuevo soporte.

, Participante del consejo de Tercera Información (3i) y militante feminista
29/12/13 · 18:07
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Isa

El debate sobre lo que supone internet como herramienta comunicativa está hoy muy vivo. Internet ha modificado el mundo de la información, como está modificando muchos de nuestros hábitos cotidianos, aumentando la inmediatez de los contenidos y diversificando las voces críticas. Aunque no tanto como para pensar que exista una verdadera revolución por la aparición de un nuevo soporte. La pregunta obligada es si con el acceso al mundo digital también se ha ampliado el impacto mediático o si el periodismo crítico lo sigue consumiendo un público cautivo, militante o cercano a los movimientos ­sociales. Si los medios digitales críticos rondan entre las 7.000 y las 30.000 visitas directas al día en sus websites, el 80% de la población se sigue informando por medios televisivos.

Internet genera mucho ruido informativo y son precisamente los medios críticos la ­herramienta más potente de depuración de la informaciónUno de los retos es la competencia que supone la inmediatez de lo que se está denominando periodismo ciudadano. Reivindicar la profesión del periodista supone dar valor a la ciudadanía que se arriesga por tomar una foto, grabar un vídeo, o hacer un streaming, pero no por ello suplantar la labor de análisis e investigación que va más allá de la foto. La contextualización sobre lo que está pasando para entender qué sujetos políticos interactúan, motivaciones, causas y posibles consecuencias es lo que el periodismo desarrolla. Internet genera mucho ruido informativo y son precisamente los medios críticos la ­herramienta más potente de depuración de la información incluyendo esa capacidad de análisis.

Por ello es ya una obligación que en nuestros medios aparezca una lectura feminista de la realidad. Porque si una característica fundamental del periodismo es no sólo no dar por buenos los datos que nos facilita el poder, sino ponerlos en duda, darles la vuelta y ver si pasan el filtro de la comparación con otros datos, otras voces, otras miradas, ¿no debería también cuestionar el pensamiento hegemónico, en toda su laxitud, y por lo tanto cuestionar la mirada androcéntrica? El falso periodismo, el periodismo de los mass media, de los debates políticos que se han puesto de moda, dan como equidistantes todas las voces, creando así una falsa sensación de pluralidad, de democracia y de objetividad. Si dentro de la contextualización olvidamos las situaciones de poder y explotación preestablecida tan sólo haremos una descripción superficial, no un análisis radical de la noticia.

Por último, el problema que supone la viabilidad económica del proyecto y los ataques de hackers con clara intención política son otros de los escollos a resolver. La menor dependencia al papel hace que los medios prioricen el pago del servidor o los costes de mantenimiento de la página. Se precariza, así, una profesión que convierte el trabajo de periodista en un trabajo militante y de vocación.

Depender de la publicidad

Muchos de los medios no pueden vivir de la publicidad tradicional, así que dependen fundamentalmente de publicidad de empresas sociales y de suscriptores o crowdfundings, otra labor militante y voluntarista que fluctúa con los vaivenes de la propia militancia. Es un error que este mismo problema de financiación esté afectando a todas las empresas comunicativas por igual. Los recortes de plantilla en los grandes grupos tienen un claro contenido ideológico. Éstos apuestan por hacer gabinetes de comunicación en lugar de periodismo, en los que se usan soportes de gran alcance para hacer llegar el mensaje del pensamiento único, capitalista y patriarcal, aunque de vez en cuando tengan alguna noticia que les vuelva a dar el barniz de periódico digno.

En definitiva, en un contexto de cambio de régimen donde parece que los valores asumidos en la Ilustración se evaporan junto con nuestros derechos, son, en gran medida, los medios de contrainformación, quizá junto con alguno de los últimos medios digitales aparecidos últimamente, quienes están jugando el papel de voz crítica, de cuarto poder, de verdadero periodismo. De ahí que existan apartados especiales en las nuevas leyes represivas para intentar callar nuestras voces. La libertad de expresión no deja de ser un obstáculo para el desarrollo neoliberal que se está imponiendo desde el poder.

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