Internet y el periodismo

La llegada de internet ha activado un cambio profundo en el mundo del periodismo y de la producción cultural. A primera vista, nos encontramos frente a una aplicación estereotípica del materialismo marxista: un cambio en los medios de producción provoca un cambio en las relaciones y en la conciencia social. Parafra­seando a Marx, “el periódico en papel nos pone en relación con el periodista profesional, el internet de las redes sociales nos pone en relación con...” ¿quién?

, Profesor de Informática en la Universidad Autónoma de Madrid
11/12/13 · 8:00
Edición impresa

La llegada de internet ha activado un cambio profundo en el mundo del periodismo y de la producción cultural. A primera vista, nos encontramos frente a una aplicación estereotípica del materialismo marxista: un cambio en los medios de producción provoca un cambio en las relaciones y en la conciencia social. Parafra­seando a Marx, “el periódico en papel nos pone en relación con el periodista profesional, el internet de las redes sociales nos pone en relación con...” ¿quién? Marx, lamentablemente, es mejor crítico que futurista, y nos deja el problema abierto: ¿cuál es el papel, cuál es la figura del periodista o del productor de cultura en la era de Internet?

El periodismo y la cultura de hoy se configuran como industrias. Ne­cesitan una compleja organización económica de la producción y de figuras profesionales que se ocupan de la creación de contenidos: periodistas, escritores, correctores, dibujantes, editores, etc. En cuanto empresas, los periódicos están sujetos a presiones económicas: con el cambio del capitalismo al neoliberalismo, para las empresas ya no es suficiente generar bastantes ganancias como para prosperar. Es necesario maximizar la rentabilidad y crecer, es decir, generar cada año más ganancias. El destino de los periódicos o de las editoriales ya no se juega en las redacciones, sino en los despachos de los bancos de inversión.

Generar cada año más ganancias supone depender cada año más de la publicidad y, consecuentemente, tener que adaptar el periódico o la editorial al tipo de lector que los anunciantes favorecen. Supone también reducir costes –el mantra suicida del neoliberalismo– y eliminar esa misma profesionalidad y calidad que hicieron del periódico una inversión apetecible. El neoliberalismo destruye lo que declaraba amar.

En este panorama se coloca inter­net. El periodismo tradicional, en manos de grandes grupos de inversión, ve en internet sobre todo reducción de costes. La desprofesionalización de los periodistas y la dependencia de la publicidad se acentúan sobre todo porque, por lo menos hasta ahora, todos los modelos de negocio en internet basados en el pago directo de los contenidos han fracasado. Esta situación, y las características de la difusión de y en internet, crean nuevas oportunidades pero no elimina las dificultades de la industria tradicional: ¿cómo crear un modelo sostenible sin la venta de periódicos y libros en papel?

Hay, digamos, una crisis política en Irán. El New York Times o la BBC podrán enviar un reportero para contar la historia de acuerdo con los esquemas interpretativos de esos medios. ¿Cómo conseguirá un periódico independiente en internet una interpretación alternativa? Las redes sociales, de por sí, no son una solución: demasiados rumores, demasiadas noticias no confirmadas. La red es un repositorio de todo y, como tal, no nos puede garantizar la calidad de sus contenidos. Los medios independientes pueden competir y mantener un modelo sostenible sólo si se configuran ellos mismos como redes, como organizaciones abiertas y difusas en que activistas de varios países contribuyen a mantener medios de varios países. Los nuevos medios no suponen necesariamente una pérdida de profesionalidad o de verificación de las ­fuentes, pero sí que se abandone la verticalidad y la centralización de la organización tradicional, que se transformen los medios en redes horizontales de periodistas blandamente conexos.

Aún así, naturalmente, el problema de la sostenibilidad no desaparece: quien se dedica a la cultura y a la información a tiempo completo necesita derivar una compensación económica. Los pintores siguen vendiendo cuadros, los músicos siguen dando conciertos; pero escritores y periodistas dependen de una producción infinitamente reproducible a coste cero, en la que el original no tiene ningún valor añadido frente a la copia.

La publicidad es una solución atractiva pero peligrosa: los anunciantes pueden muy fácilmente condicionar los contenidos de un medio. Una posibilidad en este sentido –adoptada, por ejemplo, por DIAGONAL– es considerar la publicidad como parte integrante del ­periódico, gestionada según los mismos criterios éticos que el resto de contenidos, y aceptar publicidad sólo de “anunciantes cuya práctica empresarial no contradiga los contenidos del periódico”. Se pierde dinero, pero se gana en independencia.

Otras soluciones mezclan la web con medios tradicionales. El colectivo italiano Wu Ming es un grupo de personas que escribe novelas. Sus novelas, Q y Manituana, han sido muy bien recibidas en Italia. Cual­quier persona puede descargarse un fichero con las novelas desde la web del colectivo y, siempre que se haga sin fines comerciales, puede copiar, prestar o regalar copias a quien quiera. También se puede comprar una copia encuadernada de las novelas en las mismas ­páginas web. El resultado ha sido muy positivo: Wu Ming ha comprobado definitivamente que la ecuación “copia descargada = venta perdida” es falsa, que cuanto más se difunden las novelas, tanto más se venden.

Otras organizaciones prefieren pedir apoyos voluntarios, una especie de crowdfunding en el que el gran número de personas que se pueden alcanzar a través de internet hace posible prosperar incluso si cada uno contribuye con una cantidad muy pequeña. Se trata de un desarrollo razonable del modelo de financiación de las ONG: algunos nos sostienen para que podamos trabajar para todos.

Internet es un medio muy joven y, como siempre en estos casos, es difícil prever dónde nos llevará. Por el momento, parece tirar en dos direcciones distintas. Por un lado, está empujando los medios tradicionales hacia una crisis de ventas que los lleva a “consolidarse” en pocas manos y a depender más de la publicidad. Los productores de cultura también se están concentrando bajo la tutela de los inversores. En el campo editorial esto ha resultado en una reducción de los géneros y en una cultura de los best-seller. En este sentido, internet está trabajando en contra de la pluralidad de la información y de la cultura.

Por el otro lado, pequeños medios independientes que hace unos años podían tener como mucho una difusión a nivel de ciudad y recoger sólo noticias locales pueden tener hoy lectores en todo el mundo. Peque­ñas editoriales pueden vender libros en todo el mundo. En este sentido internet está favoreciendo la diversificación de la cultura.

Para que en el futuro el balance esté a favor de esta segunda cara de internet, será necesaria mucha imaginación para encontrar modelos de negocios sostenibles. Hay indicios de que esto será posible pero, naturalmente, el camino es todavía muy largo.

 

+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

1

  • |
    Txema
    |
    Mié, 12/11/2013 - 12:49
    ¿"[...] con el cambio del capitalismo al neoliberalismo [...]"?!
  • Tienda El Salto