ADOPCIONES IRREGULARES / MARÍA, NACIDA EN LA CLÍNICA SAN RAMÓN, EXPLICA CÓMO FUE ADOPTADA
"La Iglesia quiso cambiar nuestros destinos"

María, nacida en la clínica privada San Ramón en 1981, fue dada en adopción a través de la Asociación Española para la Protección de la Adopción, hoy desaparecida. Su adopción, como la de muchos bebés que nacieron en esa maternidad, está cargada de irregularidades y documentos incompletos. Esos niños, hoy adultos, no pueden conocer sus orígenes, las personas que organizaron sus adopciones se encargaron de que nunca encuentren a su madre biológica.

05/05/11 · 8:00
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María, nacida en la clínica San Ramón en 1981, fue dada en adopción irregular. / FOTO: Luca Piergiovanni

“Yo nací el 20 de julio de 1981 y llevo dos años buscando a mi madre biológica”, relata María, coordinadora de la Plataforma de Afectados de San Ramón, Santa Cristina y Belén, que prefiere que no figuren sus apellidos.

Su caso es uno más de los cientos de adopciones irregulares que se produjeron en la clínica madrileña de San Ramón. Dice que en su adopción no actuaron los mismos ‘intermediarios’ que en el caso de otros adoptados de esa clínica. “Mis padres querían adoptar y se lo comunicaron a toda la familia. Entonces un familiar religioso lo comunicó a su congregación y allí les aconsejaron que fueran a ver a sor María Gómez Valbuena, que estaba como asistente en la maternidad de Santa Cristina, pública, situada en la calle de O’Donnell”.

Asegura María que, como sus padres no tenían ni idea de que en los hospitales entregaran bebés, fueron a la Inclusa de La Paz, situada entonces justo al lado de la maternidad pública de Santa Cristina. “Pero desde la inclusa los remitieron al despacho de la monja [sor María Gómez Valbuena] en el hospital público. Allí ella [la religiosa] los interrogó. Lo primero que les dijo era que de parte de quién venían, después los remitió a la Asociación Española para la Protección de la Adopción (AEPA) y los despidió diciéndoles que allí los pondrían en la lista de espera, si eran elegidos, y que cuando surgiera un bebé les llamaría".

Todos tenían su lista de padres que querían adoptar. Sor María tenía su lista, Vela la suya y la AEPA otra lista”. María apunta que esa monja de las Hermanas de la Caridad aparece en todos los casos de adoptados en San Ramón y en otras maternidades de Madrid. “Ella controlaba también las adopciones en la privada de San Ramón y en la maternidad pública donde trabajaba, pero todo era coordinado con la AEPA”, dice María, que lleva tiempo investigando estos hechos.

Se supone que el Instituto del Menor es el organismo que tendría disponibles sus expedientes cuando los adoptados de la Clínica San Ramón fueran mayores de edad y los solicitasen, pero en la actualidad no es así. En teoría, el Instituto del Menor es el que tiene acceso a todos los documentos del Tutelar de Menores, la Inclusa de la Paz y otros centros de adopción del Estado.

Tras esa visita a la monja, sus padres pensaron que su futura hija iba a nacer en Santa Cristina, “pero nací en la clínica privada San Ramón y me adelanté seis meses a la fecha que tenían prevista para la adopción. Nada más nacer avisaron por teléfono a mis padres para que fueran a recogerme. Él manifestó que no era normal tanta prisa porque ellos entendían que las parturientas tenían que esperar ese tiempo. Tres días después me recogieron" dice María.

Facturas pagadas por la adopción

Sus padres adoptivos tuvieron que pagar las facturas de su madre biológica durante el tiempo que estuvo en la clínica del doctor Vela, al igual que en todos los casos de bebés adoptados en esa maternidad. No sabe exactamente cuánto dinero pagó su padre adoptivo a través de esas facturas en la clínica San Ramón, porque él ya murió. Pero su madre recuerda que "abonaron una cantidad muy elevada para la época".

En la factura se desglosaban todos los gastos. Una de las cantidades más elevada fue la pagada en concepto de "teléfono". Sus padres supusieron que la madre biológica llamaba mucho a Canarias. María apunta que la trama de San Ramón es casi idéntica a la de Mercedes de Gras en Bilbao. "La Iglesia quiso cambiar nuestros destinos. En mi caso, nada más nacer, ya me pusieron mi nombre y apellidos, no se puso un nombre de oficio que luego debía ratificar el juez, como marca la ley. Además, figuro como abandonada, expósita, como todos los de San Ramón”.

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