De nuevo, el 22 de diciembre, la comunidad universitaria sacó de las áreas universitarias las protestas contra la segunda reforma de la ministra Gelmini. Foto: Cau Napoli

El 14 de diciembre debía ser el día
que la moción de censura acabara
con Berlusconi, pero no fue así. Por
ese motivo, el 22 volvieron las protestas
de los estudiantes a la calle, ya
que el fracaso de la moción permitió
que se aprobará la polémica Ley
Gelmini (ver DIAGONAL nº140).

Esta reforma, sumada a los efectos
sociales de la crisis económica
en Italia, ha sido el detonante de la
mayor movilización estudiantil en
décadas. El 30 de noviembre, día
en que comenzó su recorrido parlamentario,
la ley fue rechazada con
fuertes protestas en distintas ciudades:
en Pisa y Turín se ocuparon
monumentos, en Milán y Roma se
produjeron enfrentamientos en las
calles, y en Bolonia se llevaron a cabo
cortes de carreteras. Los manifestantes
pensaban entonces que
el voto de censura haría caer tanto
a Berlusconi como a la segunda reforma
Gelmini.

Sin embargo, el 22 de diciembre
se transformó en otro día D en Italia.
La ciudad de Roma estuvo blindada.
El despliegue policial fue mucho
mayor que el del 14, y toda la atención
se enfocó sobre las manifestaciones
de estudiantes. Ese día se
produjeron marchas de estudiantes
en casi todas las ciudades del país.

Al mismo tiempo, se llevó a cabo
una gran manifestación en Roma.
La marcha se abrió con un enorme
pasacalle, al grito de: “Vosotros presos
en la zona roja, nosotros libres
por la ciudad”, en referencia a los
policías que custodiaban amplias
zonas de la ciudad, y que se ocuparon
de blindar el centro de Roma. La
manifestación también llegó hasta
la residencia del presidente de la
República, Giorgio Napolitano, que,
para sorpresa de todos, recibió a una
delegación de estudiantes.

“Hay que escuchar a estos jóvenes.
Es una generación asustada
porque el futuro que ven es un futuro
de precariedad”, señalaba
Napolitano –integrante de Demócratas
de Izquierda, antiguo Partido
Comunista– a los medios de comunicación.

Eso sí, al mismo tiempo
la reforma se aprobaba en el
Parlamento; “el ‘68 ha sido enterrado
de una vez”, comentó satisfecha
la ministra Gelmini tras la votación.
A juicio de Gelmini, la ley va a quitarle
poder a los intelectuales herederos
de mayo del ‘68 y “acabará
con el clientelismo y gerontocracia”,
que según argumenta es el tumor
de la Universidad italiana.

Recortes en investigación

Esta ley tiene prevista un adelanto
de la jubilación de los profesores en
dos años para, según la ministra,
dar paso a investigadores más jóvenes.
Aunque en la práctica será para
pagar menos dinero en salarios y
mantener contratos precarios. La
oposición a esta reforma, al inicio
del curso, de los investigadores desencadenó
esta ola de movilizaciones
(ver DIAGONAL nº136).

La reforma también afecta a los
rectores, aunque éstos están a favor
de la misma. Por su parte, los
estudiantes, señalan que las becas
disminuirán en torno al 90%. Un investigador
de la Universidad Bicocca
de Milán ha calculado que en
2014 no se invertirá ni un euro en
investigación. De momento, la reforma
rebaja en más del 20% los
fondos destinados a la investigación
académica en Italia. Por esto,
se señala como verdadero motor de
la reforma Gelmini al ministro de
Economía, Giulio Tremonti, al que
se señala como posible sucesor de
Berlusconi.

Los estudiantes han anunciado
que seguirán con las movilizaciones
y proclaman la necesidad de
unirse a uno de los mayores sindicatos
italianos; la Confederazione
Generale Italiana del Lavoro
(CGIL), y llevar a cabo asambleas
públicas. Por su parte, la prensa
de centro-derecha y el ministro del
Interior Maroni han acusado a los
estudiantes de querer “abrir otra
temporada de terrorismo”, como
la de los años ‘70. Maroni llegó a
proponer detenciones preventivas
antes de las protestas del 22 de diciembre.