En la campaña electoral disfrutamos de argumentos para diferenciar a cada partido.
Pero en la precampaña también nos han mostrados algunas perlas.
- GAVIOTAS PEPERAS. La escatología al servicio del marketing político.
Cortegana –un pueblecito de 5.000
habitantes en Huelva– condensa como
ningún otro la neurosis electoral
a la que se enfrenta el votante medio.
Sus vecinos se enfrentan a un dilema
gordiano.
El candidato del PP a la alcaldía
se llama José Borrallo. Y el del
PSOE se llama… José Borrallo. No
son la misma persona, al menos físicamente,
pero la coincidencia invita
a soñar. ¿No es genial?
La homonimia
de los candidatos culmina el proceso
de homogeneización ideológica
de sus partidos. Pero, ¿por qué quedarse
ahí? Ya puestos, ¿por qué no
compartir cartel electoral? Y más
aún, ¿qué tal si compartimos papeleta?
El ahorro en imprentas haría las
delicias de cualquier eurodiputado
volador en su asiento de turista.
En el municipio pontevedrés de
Crecente se enfrentan otros dos candidatos
que comparten algo más que
apellido. Comparten genes. Julio
César García-Luengo, padre, y Julio
César García-Luengo, hijo, se presentan
por el CDS y el PP respectivamente.
¿Tendrán que cohabitar?
El cacao ideológico al que se enfrentan
los votantes evoca el capítulo
de Los Simpson en el que los dos
grandes candidatos presidenciales
de EE UU son abducidos por extraterrestres
con un plan de dominación
mundial: los ciudadanos descubren
el pastel, pero optan por sus preferencias
habituales ante la desesperación
de un tercer candidato humano.
No seamos alarmistas, esto no es
Springfield y sí hay diferencias entre
candidaturas: unas pueden presentarse
y otras no, por ejemplo. Pese a
que los nombres y apellidos de los
candidatos se parezcan, queda un recurso
para distinguirlos y la campaña
electoral es el entorno idóneo.
La carrera programática a las urnas
empezaba en Tarragona. Allí, un
simpatizante de Alejandro Fernández
(PP) remasterizó a Lady Gaga
para promocionar a su ídolo. El argumento
de autoridad es tentador,
pero palidece ante los de Soledad
Sánchez Mohamed: su teta izquierda
y su teta derecha. El cartel mostraba
su torso desnudo y dos manos
en sus senos; debajo, el lema: “Dos
grandes argumentos. Sole Sánchez”.
El Partido Democrático de Ciutadella
hizo valer su nombre ante las críticas
y reivindicó su libertad cutánea: “Los
de IU [que criticaron el montaje] son
unos retrógrados a los que les falta
pedir que nos pongamos un burka”.
Se equivocaba Sole Sánchez. En
IU también tienen sentido del humor.
La coalición lanzaba su vídeo electoral
para la alcaldía de Lepe (sí, de
Lepe): un joven de la localidad camina
por la plaza cuando empiezan a
caer sobre él, una tras otra, tremendas
cacas de gaviota. Sagaz, ¿no?
Pues lo mejor es el texto que recita el
actor, modelo y deportista de cierta
fama en el municipio: “Joé, otra vez,
me cago en la O” (sic). Inexplicablemente,
IU no cuenta con ningún concejal
en la corporación. Pero tienen
consuelo: en Cortegana, el pueblecito
de Huelva donde PSOE y PP enfrentan
a sus ‘josés borrallos’, el alcalde
es Antonio Marín, y de IU.
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