Gracias a la red social del pájaro hemos descubierto que
un Emilio Botín puede equipararse con Justin Bieber.
- En la imagen, el máximo responsable del Santander, Emilio Botín.
En la era digital, impactar ya no es lo
que era. Ahora, no eres nadie si no
has conseguido dejar boquiabierta a
toda la aldea global (o en su nombre
técnico, las más de 50 millones de
cuentas abiertas en Twitter) con una
acción molona o una buena declaración.
Un mero gesto de esos que se
pueden retwitear hasta el infinito. De
esos que te convierten en Trending
Topic global. Si usted no ha entendido
nada hasta el momento, no se preocupe
que este humilde observador
reconduce: la famosa red social del
pajarito no sólo ha conseguido que
cada ocurrencia en la bajada a los infiernos
de Charlie Sheen tenga mayor
repercusión que la actualidad en
Costa de Marfil. La cosa funciona así:
tú sueltas un aforismo en público o
en tu cuenta de la red social y el vulgo,
si se siente identificado pero sobre
todo si se siente ultrajado, puede
repetirla hasta el infinito en cuestión
de minutos. Greguerías pop y, en el
modesto punto de vista de este cronista,
pensadas.
El último en unirse ha sido Emilio
Botín. Genio y figura, el banquero
más reluciente de España ha dicho
que el Santander es “el claro campeón
de la crisis” porque ha sabido
mantenerse aplicando los mismos
principios de gestión que usa desde
hace 154 años. Uno no sabe si
sus asesores le prepararon la frase
para que cupiera en Twitter, pero si
querían notoriedad social, la tuvieron.
Y aunque no ha salido muy bien
parado (uno no sabía que se podían
hacer tantos chistes de un banquero
con semejante apellido), en esto de
las redes sociales se sigue la máxima
de ’tú línchame, que algo queda’. Y,
sobre todo, queda lo que queda claro:
que Botín manda. Y siguiendo el
razonamiento con espíritu pop: Que
Botín controla. Que Botín es el jefe.
¡Que Botín rocks!
Botín no es el primer sospechoso
de intoxicar a golpe y mamporro de
greguería pop. A nadie le extraña conocer
que, presuntamente, el affaire
"miembras" estaba requetepensado
para cundir. Eso dicen, desde luego,
las malas lenguas: la otrora ministra
de Igualdad, Bibiana Aído, se marcó
la declaración pop en su primera intervención
en el Congreso de los
Diputados y, aunque le cayeron críticas
por importe de la última edición
del diccionario de la RAE, se colocó
en el mapa, salió en la tele y fue blanco
de Losantos. Lo que había que hacer
en 2008 para ser alguien. Hoy,
probablemente, Aído habría tenido
su momentazo twitter con similar estrategia
y hubiera pasado exactamente
lo mismo... aunque quizá sin
que a nadie le importe mucho lo que
Losantos opina del tema. Es lo que
tiene no ser mainstream.
Pero, ojo, controla lo que afirmas
y haces, siempre hay alguien observando.
Que se lo digan a los eurodiputados
y a su obstinación por seguir
volando en clase business con la que
está cayendo. Si el gesto ya no se entiende
ni en estrellas caprichosas,
menos de desconocidos burócratas.
En España, la liebre la levantó un tipo
normal mientras veía el fútbol.
Recibió la información y bautizó la
polémica con el título de #eurodiputadoscaraduras.
El gesto ha acabado
en gesta y ha logrado la rectificación
de los eurodiputados del PSOE.
Descubrirán las veleidades de la clase
turista y, sinceramente, uno espera
que sea a base de Rayan-azos como
mínimo. Twitter cumple un gran
servicio con estas cosas. Otras, como
en aupar a Justin Bieber a la estratosfera,
uno ya no sabe qué opinar.
Es lo que tiene el pop. Se consume
fácil, pero muchas veces estomaga.
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