Son el candidato en las redes sociales, se enfrentan
al ‘pueblo’ de tú a tú. Así es el Community Manager
político, toda una profesión de riesgo.
La próxima vez que decida tuitearse
con Mariano Rajoy, Alfredo Pérez
Rubalcaba o con cualquier otro político
de relumbrón y en campaña, reflexione
sobre si su verborrea contra
el poder establecido ataca a justos en
vez de a pecadores. Y es que escasean
políticos como los de antes, de
esos que tuiteaban a mano y escribían
lo que se les pasaba por la cabeza.
Hoy en día, detrás de estos perfiles
en las redes sociales suele esconderse
un community manager (CM),
personificando al candidato y a todo
su equipo de pensadores. 24 horas,
siete días a la semana. Lanzando
mensajes, reaccionando al minuto a
cada movimiento de su adversario,
valorando las últimas noticias antes
que su oponente y, sobre todo, respondiendo
a las preguntas, denuncias,
quejas y choteos varios de los
distraídos y avezados internautas.
Esos a los que hay que responder sin
pillarse mucho los dedos porque lo
que se tuitea queda escrito y puede
salpicarte en cualquier momento. Así
es la vida del CM político: similar a la
de un sparring y sin el clásico “ya sé
que usted no tiene la culpa” que se
dispensa a los teleoperadores. Unos
ganarán más, otros ganarán menos,
unos lo harán más convencidos y
otros sólo por trabajar en un alarde
de profesionalidad cercano al masoquismo.
Y es que resulta difícil calificar
de otra manera la titánica labor
de un CM como el de Esperanza
Aguirre, que también debe de hacer
las veces de traductor de la lideresa
para que no se le escape ningún ‘hijoputa’
al tuitear sobre Gallardón.
Porque si hay algo duro en esto de
ser CM es que los errores no se perdonan.
Los errores en las redes sociales
se pagan con sangre y a golpe
de trending topic (TT). Que se lo digan
al avezado inventor de la última
iniciativa del PP: el partido pretendía
que los usuarios cedieran por unos
días sus perfiles para que el equipo
popular pudiera publicar en ellos los
mensajes de su convención política.
La maniobra buscaba el vellocino de
oro de todo CM que se precie: ser
trending topic mundial y codearse
con asuntos de tamaña actualidad
como el último peinado de Justin
Bieber. Pues bien, la iniciativa ha
sentado a cuerno quemado en la red
del pajarito y al CM inventor se lo
han hecho pagar popularizando el
término ‘prostituit’.
Con sucesos como éste, queda claro
que el marketing político es una
profesión de riesgo donde se sale cada
día a puerta gallola y sin muleta,
pues, como cuentan algunos de estos
sufridores en Twitter, los CM se enfrentan
al toro pero no manejan la
muleta. Eso lo hacen los candidatos,
y no siempre con buen tino. Para
muestra, el alcalde de Badalona,
Xavier G. Albiol, que comenta la
“próxima redada de la guardia civil”
en la ciudad como si se tratara de una
película de Chuck Norris. El único
consuelo que queda es que algún día,
quizá dentro de poco, ser TT no significará
absolutamente nada. Y ese
día, los CM podrán descansar en paz.
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