Un Soto en Santander

La moda de los poderosos en prisión se extiende. Entre ellos destaca por su porte y actitud el excontable del PP.

, Santander
15/07/13 · 8:21
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Mel

Cuentan las crónicas que, en la finísima ciudad de Santander, las familias bien con hijas casaderas permanecían muy atentas a las fechas en las que se celebraban las juntas de accionistas del Banco Santander. Cuando éstas se realizaban, sus adoctrinadas chiquillas coincidían una y otra vez en las entradas, salidas, hoteles y bares que frecuentaba el joven accionariado, tan de gomina y padres ricos de buena familia ellos. Por si acaso.

Pero ya nada es lo que era y hoy es accionista cualquiera, ya no hay mercado que interese. A mí nunca me preguntan como arreglar estas cosas pero deberían, yo tengo la solución: tenemos que hacer que la prisión de Soto del Real vaya a Santander, luchemos todos unidos por un Soto del Real 2014 en la vieja ciudad. Que los domingos de visita sean días de gloria para esa tierra y ahí se encuentre el mercado perdido, entre hijos, sobrinos y socios que visitan a sus familiares presos.

Ya podía Luis Bárcenas, que fue senador por Cantabria, estirarse un poquito y con su influencia mover todo el tinglado, por esas gentes que tanto amó y que tanto le amaron. Que si no lo hace es porque no quiere.

Porque no me cabe duda de que Bárcenas se va a hacer el dueño de ese Soto que, al fin y al cabo, no se diferencia tanto de ese otro refugio de ricos, Sotogrande, al que estaban acostumbrados los nuevos inquilinos que van llegando cada semana. Hay el mismo nivel de privacidad, seguridad y gente rica y con secretos.

Que no lleva ni diez días y ya hemos oído de sus compañeros que “es un hombre de puta madre” y hasta “es un héroe, una persona majísima que se acerca presentándose” y un definitivo y definitorio “tiene ropa, tiene dinero, tiene de todo”. Y todo esto viene a ser lo mismo que decían sus compañeros de partido cuando le trataban; los que ahora le niegan. Y si en el partido hizo y deshizo, siendo un partido lleno de gente tan importante y tan lista, qué no hará en una cárcel, Dios mío, qué no hará.

Que esto va más allá del campechanismo tan típico de los grandes de este país. Un tipo que lleva bermudas a la cárcel y que lleva tantas que las regala es un tipo grande. Es un tipo que entra a marcar territorio y a dejar claro quién es desde el principio, no a ser el colega de ningún pringao. Que sí, que se presenta a todos, que les saluda, les da tabaco y pantalones cortos de colores vivos, se apunta al equipo de atletismo para sudar como uno más, pero que no. Que su chófer se ha acercado a llevarle gomina y ropa de sport (ropa de sport, oh my god) y que en su primera semana se ha quejado de lo pronto que tiene que irse a dormir. Eso es dejar bien claro cómo va a afrontar Luis su temporada en la cárcel.

Por eso a la decimonónica ciudad de Santander le venía bien un Soto del Real en condiciones. Con su Luis Bárcenas dirigiéndolo todo; tú aquí, tú allá, a ti te corresponde esto, tranquilo y déjalo en mis manos, nos vemos en Gstaad este invierno, tú tráeme a tu hija y vemos qué hacemos. Esas cosas.

Tengo una amiga que dice que es barcenista o barceniana, que eso es lo único que no tiene claro. Que hay que ser muy tonta para no estar enamorada de un chulazo como Luis, con su altura, su porte, su gomina, sus ochomiles, su dedazo y sus cuentas en Suiza. Y todo esto me lo dice mientras llenamos cajas de libros porque vuelve a casa con su madre, después de dos años en el paro. Y yo qué sé, igual tiene razón y sí que sería mejor hacernos todos barcenianos. O barcenistas, yo qué sé.

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