OBRAS // M-30, AÑO TRES, VERANO TRES
MADRID ME PONE
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Cruzar el puente de
Segovia y asomarse
al balcón del
Manzanares, el río
que hasta hace unos meses
atravesaba Madrid y que hoy
regatea grúas, camiones y
montones de arena, es como
teletransportarse a Sarajevo

17/10/06 · 18:27
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Cruzar el puente de
Segovia y asomarse
al balcón del
Manzanares, el río
que hasta hace unos meses
atravesaba Madrid y que hoy
regatea grúas, camiones y
montones de arena, es como
teletransportarse a Sarajevo
en los años ‘90. Las gaviotas
han emigrado a Toledo y las
ratas a las obras del Metro,
donde la mitad de las 12 líneas
ha soportado restricciones
en agosto. Hace una
semana, la Asociación de
Automovilistas Europeos
declaró la M-30 como “la vía
en construcción más peligrosa
de Europa”. No es la
primera vez que obtiene semejante
galardón.

Más que una obra es un
mar de destrucción y caos.
Sin alumbrado, ni señalización
nocturna, con un trazado
cambiante, límites de velocidad
inadecuados e incorporaciones
sorpresa de vehículos
pesados...

Si Madrid formara parte
de Matrix, la M-30 sería como
su banco de pruebas,
una versión beta permanente,
con programadores multiorigen
trabajando las 24
horas iluminados por potentes
focos de visión nocturna
donde, como en un
ponedero, parece que nunca
se ponga el sol.
Y ya van tres veranos con
los vecinos sudando como
pollos de fábrica y con la persiana
echada. “Madrid me pone...
de los nervios”, afirmaba
un vecino a primeros de agosto,
emulando al presidente de
la región cántabra. Uno de los
250.000 vecinos que sufren
los ruidos de cada noche, la
inmensa suciedad, el bloqueo
circulatorio y los constantes
cortes de luz y agua -este verano
también de teléfono- de
las obras del ‘bypass sur’, uno
de los tramos más conflictivos
por la destrucción, además,
del Parque de la Arganzuela
aledaño.

No es una película pero lo
parece. De vez en cuando, se
produce algún accidente, como
el pasado 30 de julio,
cuando falleció un trabajador
y otro fue herido gravemente
al precipitarse ambos
desde 18 metros de altura
junto al estadio Vicente
Calderón. Más de 300 accidentes,
tres de ellos mortales,
en 35 meses de obras son
los efectos colaterales de la
megalomanía municipal.
Todo sea por los plazos.
“Celebro que estemos cumpliendo
con el calendario
previsto”, afirmó el alcalde
Alberto Ruíz Gallardón el
pasado 19 de agosto durante
una visita a la obra, asegurando
que todos los trabajos
estarán terminados
en mayo de 2007.

Empiecen a contar. Atrás
quedarán los procesos abiertos
por la Comisión Europea,
perdida en debates; las decenas
de denuncias que acumula;
los varios procesos abiertos
administrativos y penales
en el Estado español... Y una
factura de 4.000 millones.

Si sirve de consuelo, este
verano, el alcalde se lo ha
puesto mucho más fácil a los
votantes: “Si los madrileños
dijesen que no [en las municipales
de 2007], yo me iría
a mi casa”, afirmó en el último
número de Vogue.

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