30 ANIVERSARIO DE LA MONARQUÍA DE JUAN CARLOS I //
La Perpetua, treinta años... y un día



08/05/06 · 0:37
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Está visto que ni los más
altos personajes y próceres
del Estado ni la
historia más reciente -casi inmediata- se pueden escapar
del proceso de ‘revisitación’
histórica que estamos viviendo
actualmente. Si algunos ‘historiadores’
se están encargando de
contar la República y la Guerra
Civil como quiere la historiografía
oficial que sea contada, otros
‘biógrafos’ están construyendo
una imagen edulcorada y también
oficial de cierto personaje de
mucho renombre -esto, por otra
parte, lleva sucediendo desde que
Adolfo Suárez era director de
Televisión Española. Hace pues,
mucho, mucho tiempo- . Como
en el Estado español hay tanta libertad
de expresión es casi seguro
que podría decirse que se trata,
por ejemplo, de un monarca
cualquiera y no pasara nada.
Hace poco tiempo -y con motivo
del trigésimo aniversario de
un fatídico hecho- una prestigiosa
revista llamada Gentleman ha
formulado a diversas personalidades
del Estado varias preguntas
y, entre ellas, el sobrenombre
con que tan alto personaje podría
pasar a la Historia. Empresarios,
deportistas, intelectuales y demás
ralea le han llamado “el Demócrata”,
“el Pacificador”, “el Bueno”,
“el Cercano”... y así 50 páginas
de empalago y falta de imaginación.
O de ganas de buscarse
problemas. Es posible que nadie
quisiera llamarle “el Continuista”
o, más contundentes, “el Especulador”.
Incluso “el Urtain”. Por
lo de los golpes.

En la prestigiosa revista, después,
viene un reportaje sobre las
familias del Champagne y del
mejor caviar del mundo. Pero lo
de esta revista es sólo una de las
muchísimas muestras de afecto
que le han profesado. Tanto que
el personaje en cuestión ha reconocido
verse abrumado. Natural.
Tanta gente halagándole y haciéndole
genuflexiones tiene que
ser cargante. Ni una queja, ni una
mancha en el expediente... casi
se diría que hay connivencia con
los medios de comunicación.
Después de tanto bombo y platillo
cabría preguntarse si va a haber
alguna crítica. O una investigación
sobre su patrimonio.

Aunque una constitución que
exima a tu persona de estar sujeta
a responsabilidad ayuda mucho
a que no se hagan demasiadas
investigaciones. Más cuando,
si insistes, quizás te llegue alguna
sugerencia para que lo dejes o, si
tienes pruebas documentales, un
buen pellizco que te solucione la
vida. Ayuda que a redactar dicha
Constitución echaran una
mano unos senadores elegidos
por real dedo.

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