El 5 de septiembre de 2002 se registró uno de esos acontecimientos que cambiaron el universo.
El 5 de septiembre de 2002, los satélites espaciales registraron una anomalía lumínica en Madrid. Varios testigos de la zona afirman haber estado presentes en la detonación de una bomba atómica. Fulgencio Martínez, que se encontraba en San Lorenzo del Escorial, afirma haber visto un “fulgor con forma de seta” proveniente de la iglesia. Francia en esos momentos registra la anomalía y sospecha que España está haciendo pruebas atómicas secretas y automáticamente llama a la embajada ante el peligro de entrar guerra.
Miles de conejos se quedan parados con las orejas en punta en diversas carreteras en un radio de 200 Km. Mueren atropellados. La acorazada Brunete se prepara ante lo que el General Salustio Hernández interpreta como un “posible ataque de traidores a la patria”.
En Valencia los tanques salen a la calle, los valencianos, acostumbrados, ignoran la situación y siguen discutiendo sobre paella. En Canarias, en el Roque de los Muchachos, decenas de astrónomos se echan a llorar al resultarles imposible vigilar el cielo, acude Protección Civil a atender diez casos de ataques de ansiedad y cuatro astrónomos se dan de baja por depresión.
En una multitud de países orientales interpretan el repentino fulgor como un aviso de la venida de Maitreya. En multitud de países occidentales lo interpretan como un aviso de la segunda venida de Cristo. No hay constancia de la interpretación de la Antártida.
A 47º 9’ S de latitud y 126º 43’O de longitud se encuentra R’lyeh, construida hacía incontables eones por repugnantes figuras que procedían de las estrellas sin luz; bajo bóvedas cubiertas de fango verdoso Cthulhu nota un extraño picor en los ojos producido por un repentino rayo de luz que se cuela en las profundidades del mar. Afortunadamente, rezongando vuelve a su sueño.
Cuatro años y 37 minutos después, la señal lumínica llega a la constelación del Centauro. El rey del planeta Hemera, Zorg Blurgh, lo interpreta como una declaración de guerra, dado que en el planeta Hemera ese tipo de señal luminosa sólo significa “guerra” o “llama a tu madre, que hace un mes que no la llamas y estará preocupada”, y los hemeritas se comen a su madre al alcanzar la mayoría de edad.
Otros cuatro años y 37 minutos después comienza la Invasión de las Señales Luminosas, llamada así por los historiadores. La raza humana es sometida en un mes terrícola, cuatro días hemeritas, gracias a la avanzada tecnología extraterrestre. Los humanos se ven abocados a una eternidad de esclavitud extrayendo carbón, que es muy apreciado por los hemeritas debido a su delicado sabor.
Pero un hombre se rebelará contra los hemeritas empuñando como arma su valor y llevando como armadura la libertad, un hombre que no tiene miedo a la muerte porque no tiene nada que perder. Muere relativamente rápido.
En 2002 el embajador español confirma al primer ministro francés que esa anomalía que ha registrado no es más que la boda de la hija del presidente del Gobierno y que es un regalo de un amigo que aún no está imputado por nada. Ante la estupefacción del primer ministro francés, el embajador responde que si le parecen excesivos 30.000 euros de luz, espere a ver el unicornio.
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