Primer sábado del mes
de marzo, próximamente
primavera. En
un bello rincón del
Vallés Oriental, al que hay que
llegar después de cruzar una
buena parte de área metropolitana
de Barcelona y un pequeño
tramo de camino de tierra,
se celebró la cosecha de
calçots de la cooperativa agroecológica
La Kosturica.
- M. A.
Unas 350 personas nos reunimos
en Can Marqués, masía
del siglo XVII donde se localizan
las tierras de esta cooperativa
que lleva repartiendo
semanalmente la verdura que
produce entre sus socios consumidores
desde el año 2000.
La Kosturica produce y reparte
verduras entre sus más de
cien familias socias, en un
proceso asambleario y participativo.
Los socios y socias
se agrupan en distintos grupos
de consumo de la comarca
y alguno de Barcelona.
También distribuye entre sus
miembros alimentos artesanales
y ecológicos de otros
productores locales.
Además, la cooperativa y
sus integrantes se trenzan con
otros procesos de dinamización
social y ambiental de la
zona, como la propuesta de
declarar Parque Agrario buena
parte del Vallés Oriental.
Alrededor de la huerta de
este proyecto nos reunimos
para saborear sus deliciosos
calçots. Estas cebollas tiernas,
asadas al fuego vivo, se comen
acompañadas de una salsa naranja
a base de ajo, pimientos,
almendras y tomate. En La
Kosturica, además, no faltó el
pan casero y los caldos de carne
y de verdura. De postre, cajones
de manzanas, de peras,
de naranjas y de kiwis, todo de
producción ecológica y la mayor
parte de los productos cultivados
en la zona. Bebimos un
vino dulce (rico, rico...) rodeados
del ambiente festivo de esta
tradición que se repite cada
año en toda Cataluña al terminar
el invierno.
Esta ‘V Calçotada Kosturiquera’
sirvió para financiar
la cooperativa, igual que se hizo
con los beneficios de años
anteriores, con los que se consiguió
comprar un tractor. Pero
también nos sirvió para disfrutar
y para encontrarnos
con gente luchadora y amante
de la agroecología, llegada
de toda Cataluña e incluso de
otras tierras más lejanas, como
quienes escribimos esto.
La Calçotada, un año más, es
un lugar de encuentro importante
y precioso.
Durante el día hubo payasos,
un concierto tranquilo y
otro bien animado, proyecciones
de heterodoxos vídeos
grabados en la cooperativa
(Pagesía y art), y después siguió
el baile hasta el amanecer
con pinchadiscos que bajaron
desde las montañas.
Luego, cada mochuelo a su
olivo... Al día siguiente, llovía
en Can Marques, y las verduras
seguían creciendo, esperando
la primavera.
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