Oficialmente la fecha del Día de
Extremadura es el 8 de septiembre,
pero la fiesta siempre se celebra la
noche del día 7. Además de esta peculiaridad
del calendario, la efeméride
supone un práctico escaparate para
tomar el pulso de la actualidad regional.
- MÉRIDA Y VILLAFRANCA. Carga policial durante la
celebración del Día de Extremadura junto al Teatro Romano./ P.C.Refinería No
En la misma noche se tiene la
oportunidad de ver la alegría de los
extremeños más exitosos del año
(ese día se les otorgan las ‘medallas
de Extremadura’), se puede oír qué
ideas se cruzan por la cabeza del presidente
autonómico (su monólogo
forma irremediablemente parte de
los fastos) y también (como tradición
reciente) se observan los esfuerzos
para que no participen en la fiesta los
manifestantes que no acaban de creerse
del todo la Extremadura dorada
que dibujan los discursos oficiales.
Este Día de Extremadura ha sido
el primero para Guillermo Fernández
Vara, delfín de Ibarra en el PSOE
y actual presidente autonómico. Tras
25 años de hegemonía de Ibarra, con
Vara parecían llegar nuevos aires.
No fue así. La noche del 7 de septiembre
(hay quien la llama 7-S), unos 70
antidisturbios vigilaban las puertas
del Teatro Romano frente a una concentración
de 200 personas, incluyendo
ancianos y niños. Una hora
después de comenzar el acto, la tensión
entre policía y manifestantes
acababa con una de las mayores cargas
que se recuerdan. Resultado: un
joven con problemas de salud en el
hospital, al menos seis partes de lesiones
y varias denuncias por agresiones
en el juzgado. También, un
día más tarde, comenzaba a organizarse
para el viernes 14 una marcha
de protesta contra la ‘represión policial’
y pidiendo la dimisión de la delegada
del Gobierno en Extremadura,
Carmen Pereira.
Luis Leza, profesor de enseñanza
y miembro de la Plataforma Ciudadana
Refinería No (PCRN), tiene
otra denuncia contra Pereira. En su
caso fue esposado y detenido esa noche
por llevar una camiseta contra la
refinería. Según cuenta a DIAGONAL,
una vez en comisaría le soltaron
en media hora sin ni siquiera
prestar declaración. “Nadie me dijo
el motivo de mi detención. Y todavía
no sé cuál fue el motivo, porque no te
pueden detener por llevar una camiseta”,
protesta Leza, quien acusa a la
delegada de “detención ilegal”.
Actualmente, en la Junta de Extremadura
han cambiado algunos nombres,
pero el guión se mantiene. En
las cuentas autonómicas, el imprevisible
horizonte de un futuro sin fondos
europeos se trata de suplir con
una industrialización a toda costa.
De ahí la apuesta por el petróleo. De
ahí, por otro lado, la apuesta por las
centrales térmicas. Contra ellas se
ha originado otro movimiento de
oposición social que, si bien no cuenta
con la visibilidad de la lucha contra
la refinería, une esfuerzos con ésta
y con la plataforma antinuclear
‘Cerrar Almaraz’ para que Extremadura
“siga siendo verde” y todavía
pueda parecerse a la tierra que
presenta la publicidad institucional.
Ante sus acciones, la respuesta de
las autoridades ha variado poco. Luis
Leza lo explica con un símil televisivo:
“Para hablar de la refinería solemos
hablar de documentales de cambio
climático, pero ahora esto se parece
más a la serie Cuéntame”.
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