TEORÍAS DE LA CONSPIRACIÓN : ENCUENTRO EN VALENCIA SOBRE HIPÓTESIS CONSPIRATIVAS
¿Está vivo Jordi Hurtado?

¿Por qué no envejece Jordi Hurtado? ¿Quién mató a Kennedy? ¿Los Illuminati mueven los hilos del planeta? Éstas y otras preguntas buscarán respuesta en un congreso en Valencia.

02/04/09 · 8:04
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En un mundo transparente, para explicar qué es una teoría de la conspiración bastaría con copiar y pegar aquí el dilatado artículo que alberga la Wikipedia sobre este tema. Pero, ¿y si la enciclopedia libre está siendo manipulada desde los equipos informáticos del Vaticano y el FBI? Parece una manía disparatada, pero no faltan irreductibles que temen vivir en un mundo ficticio, guionizado por férreas manos invisibles. Paparruchas, ¿no? Sí, sí, claro, pero… ¿Y si tienen razón? Entre el 2 y el 4 de abril se celebra en Valencia el Segundo Simposio Mundial sobre Teorías de la Conspiración, donde Mike Ibáñez se atreve a formular la pregunta que encabeza este artículo y que puede desentrañar, al fin, uno de los fenómenos físicos más fascinantes desde la momificación de Lenin: ¿por qué el presentador de Saber y ganar no envejece? Habrá que atender a la intervención del autor, aunque lo más interesante será escuchar el resto de su premisa: “El televisor y la televisión como territorios conspiranoicos”. En general, una teoría de la conspiración es la explicación rocambolesca de algún acontecimiento histórico que atribuye los sucesos a la concurrencia de intereses ocultos de personas o grupos poderosos que maniobran en la sombra. Estas narraciones rebaten la versión oficial y, casi siempre, son mucho más cachondas.

La conspiración contra JFK

El asesinato de Kennedy fue el detonante moderno de esta corriente: las espurias conclusiones de la primera investigación institucional provocaron una enorme desconfianza entre la opinión pública y, al final, se estableció una enésima comisión de investigación, pero esta vez con un nombre mucho más fiable: Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre Asesinatos. Estos ‘asesinatos’ son los de John F. Kennedy y Martin Luther King. Las conclusiones se conocieron en 1979, 16 años después del magnicidio de JFK, e indicaron que sí, en efecto, el presidente fue “probablemente asesinado como resultado de una conspiración”, aunque se descartó a los sospechosos habituales: URSS, Castro, CIA... Tras años de desprestigio para los teóricos de la conspiración, los atentados del 11 de septiembre de 2001 reanimaron las ganas de sospechar.

Uno de los primeros en caminar por el filo de la navaja de Occam fue Thierry Meyssan, en su conocido libro La Gran Impostura, seguido de Dylan Avery y su Loose Change, documental de cabecera para incrédulos creyentes, que será proyectado en el Simposio de Valencia. Un misil, no un avión, destrozó el Pentágono; las Torres Gemelas fueron dinamitadas, no se derrumbaron; la Torre 7 del World Trade Center se demolió para ocultar pruebas; el vuelo 93 de United Airlines fue derribado por un misil; Israel lo sabía todo; Sadam Hussein estaba en el ajo… Los residuos de tanto descreimiento los padecimos años después, mucho más cerca; la conspiranoia española no se redactó en desiertos lejanos ni montañas remotas.

Este tipo de teorías calan porque explican el mundo de forma más satisfactoria que la realidad y nuestro cerebro se lo traga todo porque es imperfecto y necesita ‘rellenar’ los huecos. Hasta hay un nombre raro para definir esta tendencia a ver patrones y relaciones causales entre hechos aleatorios y sin conexión: apofenia, se llama.

La clave de una buena teoría de la conspiración es su formulación en forma de pregunta condicionante, pero con descuidado escepticismo. Por ejemplo: “¿Y si la corriente de descalificaciones contra las teorías de la conspiración es una estrategia de las clases dirigentes para deslegitimar cualquier duda razonable sobre el mundo tal como lo narra el pensamiento social dominante?”. Al fin y al cabo, decir que el mundo está controlado por una mano invisible parece una chorrada del tamaño de una pirámide, acaso construida con tecnología extraterrestre, y sin embargo todo nuestro sistema económico se fundamenta en esa premisa. Claro, que así nos va…

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