COPENHAGUE // EL CALENTAMIENTO GLOBAL, ÚLTIMO FILÓN DE LOS NEGACIONISTAS
Enemigos de la historia



, Madrid
17/12/09 · 0:00
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Cuando le preguntaron a San Pedro
si conocía a Jesús, contestó “en mi
vida he visto a este señor” hasta tres
veces. Desde entonces, la cultura de
“eso no ha existido ni existirá” ha vivido
tiempos buenos y tiempos peores.
La parrilla en el año 1600 con la
carne de Giordano Bruno, quien había
defendido la infinitud de espacio
y universo, el asado de Miguel
Servet por sus teorías acerca de la
circulación de la sangre o la condena
a Galileo Galilei son algunos de
los momentos estelares de este movimiento,
que con las revoluciones
pareció perder fuelle. Pero que el siglo
XX fue capaz de refrescar cualquier
dislate cometido antes ya no
hay quien lo niegue. Con alguna salvedad,
como que hoy se encuentra
arrinconado en la abundante oferta
de teorías, el negacionismo sigue vivo
y se recauchuta conforme las
nuevas preocupaciones asaltan a las
personas modernas.

El último ‘no’

La influencia humana sobre el clima
es un hecho para los científicos del
Panel Intergubernamental sobre
Cambio Climático de la ONU. Este
organismo ha alertado de que el aumento
de las temperatura provocado
por las emisiones de CO2 ya está expulsando
de sus tierras a cientos de
miles de personas cada año, provoca
pertinaces sequías, la devastación
del fondo marino, y multiplica la intensidad
de incendios, huracanes e
inundaciones.

En marzo de este año, 73 personalidades
con dudas sobre el cambio
climático se reunieron en Nueva
York. Estaba previsto que José
María Aznar acudiese a la cita. Era
cabeza de cartel de la reunión, por
encima de su amigo Václav Klaus,
presidente de República Checa y negacionista
también de la Unión
Europea. Pero el ex presidente español
quizá se dio cuenta de que encabezar
ese barco era demasiado estrafalario
y la reunión se produjo
sin sus consejos. El revisionismo climático
perdió al último de las
Azores hasta derivar en lo que es en
las horas previas a la cumbre de
Copenhague
, un batiburrillo de católicos
aburridos, fantasiosos fascistas,
científicos adjuntos a empresas
petroleras irredentas y amantes de
las teorías de la conspiración. Estos
últimos defienden que la influencia
humana sobre el clima es un argumento
inventado para cobrar un
nuevo impuesto sobre el carbono a
los desprotegidos contribuyentes.

Revisionistas como la ex candidata
a vicepresidenta de EE UU, Sarah
Palin, o Elvira Rodríguez, ex ministra
de Medio Ambiente del Gobierno
Aznar, tienen claro que detrás del
“pretendido cambio climático” hay
oscuros intereses por parte de los
científicos, no muy distintos de esos
herejes que acabaron calcinados por
la Inquisición. La práctica está demostrando
sin embargo que no es
necesario negar el calentamiento
global para que nada cambie. Basta
con poner cara de preocupación y
asegurar que se contaminará por debajo
del nivel de 2005, uno de los
años que más CO2 se ha emitido de
todos los tiempos. El efecto es el mismo
que si lo negaran, y estos gobernantes
evitarán aparecer en la historia
como unos fantoches que no se
olieron lo que se cocía en la hoguera.

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