PERSONAJE DEL MES. Cómo convertir la chapuza casera en militancia La increible epopeya de VANTROI MERLÍN.
Guía práctica y divertida para construir tu movimiento social a medida (y cargarte a los que molestan)
Pertenezco desde que nací
a un emporio que promueve
el "háztelo tú mismo" en
todos los ámbitos que la
persona sea capaz de imaginar:
me abandonaron con 14 meses
en un bosque y con menos de tres
años construí mi primera fábrica de
cestas de picnic en la copa del árbol
del bien y del mal. La primera familia a
la que arruiné era una de osos pardos.
Con nueve años le vendí un portaviones
a la marina austriaca; lo había hecho
con embalajes de cartón y tapas
de yogur fundidas. Para esa época ya
me había fabricado un diploma de
cada carrera, con lo que obtener las licencias
no supuso ningún problema.
Tras una corta estancia en una cárcel
de Dakar, de la que salí derritiendo los
barrotes con caramelos de café, mi
familia me acogió en la vieja casa de
la campiña en la que sólo había vivido
unas pocas semanas. Fue un momento
muy emotivo. Fabriqué sus ataúdes
con un contrachapado de primera y
los enterré en el emplazamiento de lo
que será mi mausoleo, para el que
cuento con una cuadrilla de 180.000
"compañeros" (el comité de empresa
prefiere que no los llame esclavos). He
f a b r i c a d o
cantidad de
piñatas para
que, cuando
me llegue el
día, la gente
diga "además
de ser el
número uno,
este tío sabía cómo
organizar buenas
fiestas de despedida".
Antes de que eso ocurra (toco
madera) quiero que mi fundación
llegue a todos los rincones del planeta.
Mi propósito es que para 2015
no quede ningún niño sin comer.
Algunos lo consideran antropofagia,
para mí es una simple cuestión
de competitividad. Si mientras se
ponen rollizos les podemos dar algunos
trabajillos, mejor para ellos. Es falso
eso que dicen los ecologistas: no
hay ningún tipo de explotación. "Mis
niños" están encantados de hacerlo:
mientras trabajan piensan en lo bien
que quedará la mesita de té en
nuestra sala de estar y así se motivan.
Me llaman Tito Vantroi.
Los retos que se nos presentan
para el futuro no pueden ser
más fascinantes. Piensen
que el hombre puede
estar capacitado
para construir muebles
de la tele tan
grandes como
universos. La gente
está aburrida de
ver árboles: quieren trastos manufacturados
que le recuerden a la naturaleza.
Por mí sólo dejaría vivos los cipreses
de mi mausoleo y unos cuantos
sauces del campo de golf, que le gustan
a mi señora. No sabemos si en el
futuro una epidemia alienígena desintegrará
nuestras selvas, es mejor hacer
acopio de madera desde ya. Por fuerza,
la persona que lea las 1.750 páginas
de mi autobiografía, estará de
acuerdo conmigo en que soy un
ganador. Gobiernos: háganme
caso.
Descárgate el Bricomovida (pdf). Para hacerlo pincha aquí Página 1: ->
Página 2y 3 “SOBETEOS GRATIS”, escisión radical de
“Abrazos gratis”, por fin al descubierto
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