Rigurosamente incierto
Dorian, el PSOE y el revival 2006

La regeneración del PSOE ha recuperado el espíritu de 2006. Vuelve el indie, vuelve Garzón, vuelve Miguel Sebastián... pero
no vuelve el empleo.

07/11/13 · 8:00
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Tú y yo lo sabíamos. Corría el año 2006 y un grupo de electropop, Dorian, publicaba El futuro no es de nadie. El CD –aún se estilaba ese formato– contenía mensajes “políticos”, llamamientos a la rebeldía, música indie para soñar y concienciarse, música que se alejaba un palmo del hedonismo de los primeros 2000, los de la tele de plasma, y entraba de puntillas en la guerra cultural que estaba teniendo lugar desde la llegada de Zapatero al poder.

Corría 2006 y el grupo barcelonés tenía muy claro que la derecha, “la derechona de siempre”, era una bestia malhumorada, dispuesta a robarnos toda la diversión solo por envidia y fascismo. Pero Dorian no se limitaba a constatar algo que sabe cualquier ciudadano de bien que vote a La Izquierda o que no vote, sino que tocaba llagas que a día de hoy no han cicatrizado. Así, en su mordaz sátira de una sociedad aburrida, junto a “divas y ministros”, “pijos hijos de famosos” y “fascistas mafiosos”, Dorian incluía a los “comunistas pensionistas”, sin que a día de hoy nadie haya sido capaz de explicar qué tiene de malo que un comunista cobre una pensión.

Pero dejemos atrás el siempre fascinante campo del análisis literario de las letras de pop español y los argumentos que atentan contra la unidad de La Izquierda y expliquemos a qué viene que nos hayamos remontado hasta 2006. Para cerrar una carta que quiere tender una mano al PSOE antes de su Conferencia Política, alguien ha sucumbido a un episodio de nostalgia y ha recuperado el estribillo de aquella canción, que dice “el futuro no es de nadie/ mi futuro es mi presente”. Y ese alguien, perdonen que no nos contengamos, ha sido Baltasar Garzón, o por lo menos una iniciativa que incluye su nombre y que le vamos a explicar antes de que corra usted a abrazar sus amuletos.

Ese feliz 2006 en el que todo era como tenía que ser: cuando la derecha gruñía y La Izquierda se veía guapa ante el espejoLa cosa es como sigue. Ustedes saben que el PSOE está en pleno proceso de “regeneración”. En ese camino hacia la nada participan distintas alas, corrientes, marejadas, parroquias, equipos de pádel, balbases, tamayos y clubes sociales, dentro y fuera del PSOE. Están por ejemplo, los liberales de Mi­guel Sebastián, que defienden que uno debe desmantelar la banca pública para asegurarse un futuro, luego rescatarla para afianzar el presente y posteriormente trabajar en ella porque lo pasado, pasado está. Están también los “talegonianos”, que defien­den que nunca debimos olvidarnos de Haití ni del talante. Y por último está el grupo que representan Garzón y el rector de la Complutense, que ofrecen pelazo y actitud para derrotar a la derecha donde más les duele: en las elecciones.

Con su cita de Dorian como corolario, la iniciativa del súperjuez de la Audiencia Nacional ha devuelto a la vida a este himno pero, más allá, nos ha devuelto por un momento a ese feliz 2006 en el que todo era como tenía que ser: cuando la derecha gruñía y La Izquierda se veía guapa ante el espejo. Gar­zón quiere olvidar el pasado y el hecho de que ese futuro nos condujese a la peor crisis económica de los últimos 50 años; y peor, el hecho de que ya supiéramos que esto iba a suceder, no debe ser cortapisa para volver a la pista de baile de la mano de Alfredo Pérez Rubalcaba, Ramón Jáuregui y otros alegres socialistas regenerados.

Cultura de la Transición II, el musical llega a los teatros, o por lo menos a los que aún no se han privatizado. Coreografías innovadoras, cantantes indies, ritmos multiculturales y letras sobre la unión de todos los demócratas. Porque el futuro no es de nadie, pero si es de alguien es de los ídolos pop. Faltaría plus.

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