El Gobierno surgido de las segundas elecciones griegas
tendrá que hacer frente a una oposición generalizada
a las políticas de austeridad impuestas por la troika.
Syriza triunfa y… pierde las elecciones. Quizás sólo sea un aplazamiento
Lo que el efecto Syriza nos ha dejado
El domingo 17 de junio el electorado
griego resolvió el punto muerto político
en que se situaba el país después
de las elecciones sin resultado del 6
de mayo. El partido de derechas
Nueva Democracia ganó las elecciones
con el 29,5% de los votos y 129
escaños en el nuevo parlamento tras
una campaña electoral muy tensa,
llena de chantajes mediáticos y políticos. Su líder, Antonis Samaras, juraba su cargo de primer ministro el miércoles y avanza en la negociación sobre la composición del nuevo Gobierno con los dos partidos que serán sus aliados parlamentarios.
Incluso parte del sistema político
europeo (el Eurogrupo) pronosticó
que un voto a la coalición izquierdista
Syriza significaría la salida del
país de la eurozona y el establecimiento
de controles para la retirada
de dinero de los cajeros.
El resultado no permitía a
Nueva Democracia juntar los 151
escaños (de un total de 300) necesarios
para formar un Gobierno en
solitario, pero daba para juntarse
en coalición con el otro “exgrande”
del bipartidismo reciente, los
social-liberales del PASOK, que
recibieron el 12,2% del voto y 33
escaños en el Parlamento. Izquierda Democrática, una escisión
de Syriza a la que se han ido uniendo
políticos procedentes del PASOK,
con su postura moderada y “responsable”,
se quedó en el 6% obtenido
en mayo. Se les ofreció entrar en el nuevo Gobierno, pero finalmente sólo darán apoyo en el Parlamento.
A primera vista parecería que poco
ha cambiado, dado que el último
Gobierno era también una coalición
basada en los dos partidos bajo el
mando del banquero tecnócrata
Lucas Papadimos. Pero no es así. El
Gobierno de Papadimos contaba
con 255 diputados en el parlamento
griego y el nuevo contará con sólo
162. Respecto a las elecciones de
2009, ambos partidos han perdido
fuerzas. Nueva Democracia bajó
cuatro puntos desde su 33,5% de
2009, y el PASOK 32 en relación al
44% obtenido entonces.
El bipartidismo que ha gobernado
el país en los últimos 38 años
está muerto. Ahora se convierte en
un sólo bloque, que pretende continuar
con las políticas brutales de
austeridad que ha sufrido Grecia en
los últimos dos años.
El cambio sísmico que provocó
la caída del bipartidismo griego ha
supuesto el alza de otro bloque en
la política griega, la coalición de
izquierda radical Syriza. Del 4,5%
del voto en las elecciones de 2009,
la coalición pasó al 17% en las
elecciones del 6 de mayo y a un impresionante
27% en las elecciones
del 17 de junio. A sólo 2,5 puntos
de diferencia del primer partido,
Syriza ocupará 71 escaños, es decir,
un 45% menos de asientos que
Nueva Democracia por culpa de
una ley electoral poco democrática
que da al primer partido un bonus
de 50 escaños. Aun así, se trata
de la mayor representación parlamentaria
de la izquierda en la
historia política griega.
Mucho más que un fenómeno político
coyuntural, el aumento meteórico de Syriza se tiene que analizar
en relación con los cambios sociales
profundos que tuvieron lugar en el
país en los últimos dos años. Las medidas
antisociales impuestas por la
troika (formada por FMI, BCE y UE)
y aceptadas sin matices por parte del
bloque político neoliberal del país
han generado un paro del 23%, una
caída de los ingresos de los ciudadanos,
el colapso del Estado de bienestar
y un aumento de los suicidios.
Frente a esta carnicería social,
ha estallado una oleada de resistencia
con múltiples facetas. Las
huelgas generales contra los recortes,
el movimiento de la plazas de
junio de 2011, inspirado en el movimiento
15M, el rechazo del pago
de nuevos impuestos, las asambleas
populares y las redes de solidaridad
social en los barrios ya existían
antes de las elecciones. Syriza, que
ha apoyado la resistencia social desde
su inicio, ofreció sólo una vía de
representación electoral al movimiento
popular. Su líder, el joven y
carismático Alexis Tsipras, ha logrado
la confianza de este frente de resistencia
y, según ha declarado,
“nunca” traicionará “al pueblo”.
La coalición ya ha pasado con
éxito la primera prueba, cuando negó
con firmeza formar parte de un
Gobierno de salvación nacional
después de las elecciones del 6 de
mayo, pese a la presión de los poderes
económicos, mediáticos y políticos
de casi toda Europa. Además, la
composición electoral de la coalición
izquierdista se centra en los
sectores sociales más dinámicos y
productivos. Según los sondeos, entre
los griegos de 18 a 54 años Syriza
fue el más apoyado, con un 34% del
voto frente a solo el 20% de Nueva
Democracia. La diferencia es aún más grande entre los desocupados,
los trabajadores y la gente con un
nivel alto de educación.
A pesar de la fuerte polarización
de las elecciones, los otros partidos
políticos parlamentarios mantuvieron
gran parte de sus fuerzas. Los
Griegos Independientes, un nuevo
partido derechista que rechaza las
políticas de austeridad, mantuvo un
7,5% del voto, tres puntos menos
que en las elecciones del mayo. Por
otro lado, el Partido Comunista de
Grecia (KKE) sufrió una derrota
electoral y recibió sólo el 4,5% del
voto, casi la mitad de su resultado
en mayo. Su postura de “pureza ideológica”
y su campaña electoral contra
“los reformistas de Syriza” desilusionaron
a gran parte de los votantes
tradicionales de ese partido.
La sorpresa neonazi
La sorpresa fueron otra vez
los neonazis de Amanecer Dorado,
que mantuvieron su 7% del voto a pesar
que el electorado ha tenido la
oportunidad de ver su cara real después
del 6 de mayo. En este periodo,
grupos del partido multiplicaron sus
ataques brutales contra los inmigrantes,
su líder afirmó públicamente que
no reconoce el Holocausto como hecho
histórico sino como propaganda
de los judíos, e incluso su portavoz
golpeó a una diputada del KKE en
un debate televisivo. Parece que una
parte considerable de la población
apoya la ideología y las prácticas neofascistas,
hecho que es un choque
para un país que ha sufrido tanto por
el nazismo en el pasado.
¿Y ahora qué? El Gobierno alemán
y el Eurogrupo no tardaron en felicitar
al líder de Nueva Democracia,
Antonis Samaras, y al mismo tiempo
recordarle que está comprometido
con su firma en la continuación, sin
cambios importantes, de las políticas
de austeridad, recortes y privatizaciones.
¿Cómo reaccionará la sociedad griega
si el Gobierno intenta continuar
esta política? Todo está por
ver, pero las fuerzas de la resistencia
están en una posición mucho más
fuerte que antes de las elecciones.
Mucho dependerá de la evolución de
la alianza entre el movimiento popular
y Syriza, una relación que, según
las experiencias históricas, se prevé
delicada y frágil. Lo más seguro es
que Grecia continúe siendo el agitador
de la familia europea.
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