CAPTACIÓN: MILES DE JÓVENES HAN SIDO RECLUTADOS COMO JIHADISTAS
Túnez: jóvenes en las redes de la jihad

Se calcula que 3.500 tunecinos han partido a luchar en Siria de la mano de grupos salafistas. En la ciudad de Hergla, los padres se rebelaron contra esta realidad.

11/06/13 · 7:36
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“¿Dónde están nuestros hijos?”, gritaban cinco familias tunecinas en las calles del municipio costero de Hergla el pasado mes de marzo, nada más descubrir que los jóvenes habían sido reclutados clandestinamente para ir a combatir a Siria. No eran los primeros, ni tampoco los últimos. Se calcula que al menos 3.500, un 40% de los combatientes extranjeros en Siria, son tunecinos, que son reclutados básicamente por los salafistas jihadistas de Jabhat Al-Nusra.

“Desde la revolución hay gente que ha tomado las mezquitas en Hergla: Nahdha (el partido islamista gobernante) ha tomado una y los salafistas otra. Hay un acuerdo entre ellos”, nos explica Safa, una joven que participaba en una asociación cultural de la ciudad y que se ha visto obligada a paralizar su actividad por amenazas. “A las mezquitas de Túnez llegan jeques de Qatar, Kuwait, Arabia Saudí...”, explica. El propio ministro de Asuntos Religiosos, Noureddin Khadmi, reconoció el año pasado que los salafistas controlan 400 de las 5.000 mezquitas tunecinas, y que “la situación es grave en 50 de ellas”.

Mohamed, nombre ficticio del padre de uno de los cinco jóvenes que se marcharon, explica a DIAGONAL cómo se produce la captación: “Empiezan en la mezquita salafista y en ella eligen a los jóvenes que van a ir a un centro donde algunos jeques dan lecciones. Esto es grave porque allí no sabemos qué pasa. No todos los jóvenes van a esos centros. Ellos eligen a sus víctimas”. Enrico, italiano residente en Hergla, explica que “en todos los pueblos en los que sólo hay una cafetería y la escuela, el salafismo penetra deprisa. Es un problema de falta de servicios. En Hergla no hay nada”. En los últimos meses, además, ocho morabitos, mausoleos de la tradición del islam sufí y patrimonio cultural del país, algunos del siglo XII, han sido destruidos en la ciudad, 40 en todo el Estado, al ser considerados una herejía por los salafistas.

“Llega dinero, pero su origen es oscuro. Se dice que viene de Qatar y Arabia Saudí, y que cada jihadista recibe 3.000 dinares”, nos explica un antiguo funcionario municipal. “Los salafistas no trabajan, pero viven bien. Si el Gobierno quisiera encontraría pruebas, porque hay mucho dinero de por medio. En los últimos seis meses han puesto en marcha una guardería, supermercados, restaurantes, otra tienda de ropa...”, y todo ello en un pueblo de poco más de 6.000 habitantes, explica Safa, que afirma que “Arabia Saudí da dinero. Está contra Bachar pero no porque sea un dictador, no les importa el pueblo sirio”.

Campos en Libia

“El problema existe en todo Túnez, pero los únicos que se han rebelado han sido los habitantes de Hergla”, prosigue Mohamed. El día que sus hijos desaparecieron, sus familias se movilizaron para buscarlos. Acudieron al Ministerio del Interior, a la Asamblea Constituyente, se dirigieron a los medios y finalmente contactaron con libios para encontrar a sus hijos antes de su partida a Siria. “Los tunecinos saben que si vas a Libia a entrenarte, vas a Zaouia o a Derna. Nuestro Gobierno no hizo nada para encontrar a los cinco jóvenes. Son los libios los que ayudaron y los encontraron en un campo de entrenamiento en Derna”,  explica Safa. Después de que sus familias trajeran a los cinco de vuelta, “los tunecinos empiezan a tener la esperanza de recuperar a sus hijos”, dice Mohamed. La mayoría de los tunecinos, de hecho, no comulgan con el salafismo wahabita, que consideran una corriente importada ajena a sus tradiciones, y numerosos jeques se oponen a esta tendencia extremista.

Pero el problema continúa. Tan sólo una semana después del regreso de los jóvenes, otros dos de Hergla partían hacia Siria, y semanas después un joven salafista moría en enfrentamientos con la policía. “Ellos piensan que van a liberar Siria de Bachar Al-Assad porque es un infiel, pero no es infiel. Yo estoy contra él porque hace daño a su pueblo, y no debe quedarse toda la vida en el poder como un rey”, continúa Mohamed, que considera que “la guerra la hacen Rusia, China, Estados Unidos e Irán, y los que pagan la factura son los sirios”.

Mientras tanto, el Gobierno tunecino, que hasta hace poco calificaba a los salafistas como “nuestros hijos” y no impidió sus ataques a sindicalistas, militantes de izquierdas y laicos, o eventos culturales, ha elevado el tono en los últimos días, calificando el movimiento de Ansar al-Sharia, dirigido por Abou Iyadh, como “terrorista” e impidiendo la celebración de su congreso en Kairuán el 19 de mayo, lo que derivó en enfrentamientos, con dos jóvenes muertos, 18 heridos y 200 detenidos. En esta tesitura, hay quien teme que el problema del salafismo sea utilizado para focalizar el debate en la religión y en la seguridad, en vez de en los enormes problemas económicos y sociales que siguen asolando el país dos años después de la revolución.

El FMI compra el futuro de Túnez con un préstamo

Por G. M. L.
El 7 de junio, el Consejo de Administración del Fondo Monetario Internacional visitará Túnez para formalizar el préstamo de 2.700 millones de dinares (1.350 millones de euros) al país. El préstamo se hará a cambio de un programa de ajuste estructural firmado por el Gobierno de transición y que se filtró a la prensa en abril. Entre las reformas previstas, que hipotecarán el futuro de este país que aún no se ha dotado de nueva Constitución, se encuentran la privatización de bancos públicos, una rebaja en la fiscalidad de las empresas, una reforma laboral, la eliminación de subvenciones a los productos básicos, la venta de tierras a empresas extranjeras, la eliminación del techo sobre los intereses o un nuevo sistema de fijación de precios de la energía.
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