Occupy Gezi
Tregua armada en la plaza Taksim

Comenzamos a publicar las crónicas de la corresponsal de la revista italiana Dinamo Press sobre el movimiento de plaza Taksim en Estambul. En este relato de la jornada del martes, la ilusión de la tregua y de la mediación entre fuerzas políticas quedó difuminada por nuevas cargas con lacrimógenos.

, Dinamo Press (Estambul)
05/06/13 · 16:36

Ayer fue el día en que se hizo evidente que había una tregua en curso. El parlamentario del BDP, el partido de la oposición kurda, Sirri Süreyya Önder, se entrevistó sobre la protesta con el presidente Abdullah Gul, el viceprimer ministro Bulent Arinc admitió el uso excesivo de la fuerza por la policía durante las operaciones iniciales y acordó reunirse con representantes de la plataforma de protesta. Durante el día el ambiente es relajado en la plaza Taksim y en Gezi Park, las manifestaciones se vuelven más coloridas y numerosas, aumentan las pancartas y elementos coreográficos de las distintas entidades que componen esta lucha, y todo el mundo, movimiento, asociación, partido, vendedores o simples ciudadanos, encontramos un espacio en el que intervenir y construir. Las tensiones sólo llegan como un eco de los enfrentamientos que se producen en otros lugares, y aún así también en retroceso.

Durante el día el ambiente es tranquilo. Todos encontramos un espacio en el que intervenir y construirEsta es también la razón de que me haya decidido a hacer una visita nocturna a los alrededores, ir por el Bósforo hasta Besiktas, el barrio donde hasta la última noche se registraron fuertes enfrentamientos con la policía, decidida a no permitir que nadie se acerque a las oficinas del Gobierno que aquí tienen su sede. Pero ahora, dicen, está tranquilo. De hecho, a mi llegada a la situación es la que sigue: mucha gente que va y viene, las barricadas que impiden el acceso de Taksim rodeadas por una multitud de gente que habla, no se ven columnas ni frentes.

Pero de repente la escena se convierte en un infierno. Sobre nosotros caen lacrimógenos, no sé desde dónde, el caso es que en unos segundos no puede respirar y no se puede ver nada. Miles de personas se desplazan de nuevo ciegamente inmersos en esta nube ardiente por una calle empinada llena de barricadas y sin pavimento, flanqueada por los parterres y las escaleras empinadas. Sería más que suficiente, pero los disparos no se detienen, los botes de gas estallan cerca de nuestros oídos, la nube se intensifica, están locos, es probable que nos maten. Por un momento, realmente tengo la sensación de estar atrapada y de que esto va a terminar mal.

A pesar del pánico la gente mantiene su propio orden y un espíritu de solidaridad. No veo que nadie tropiece ni pase por encima de otras personas, si te detienes porque ya no puedes abrir los ojos o el veneno te retuerce el estómago, inmediatamente alguien se acerca para echarte el antiácido en los ojos o darte agua o llevarte con él . Unas cuarenta personas se refugian en un edificio de apartamentos cuya puerta quedó abierta a propósito, tomamos aliento, pero incluso allí después de un rato, el aire se hace irrespirable. Salimos, no se ve a los uniformados, podemos volver al Parque.

No pasa ni siquiera una hora y de nuevo llega un muy fuerte olor a lacrimógenos, esta vez en el parque, de nuevo nos queman los ojos, de nuevo nos ponemos las máscaras, es fuerte, me imagino que se va a repetir la misma dinámica peligrosa. Veo que a algunas personas se las llevan en la ambulancia, otras son transportadas al centro médico autogestionado en la plaza de Taksim que se ha levantado junto a la cafetería Starbucks. El uso que se hace de los lacrimógenos es criminal. Cada vez que se da un paso más allá de lo debido, está el riesgo de acabar muerto. Y todo esto mientras se declara oficialmente que la policía no está interviniendo y, cuando lo hace, lo hace de forma moderada. Tregua, pero a su manera.

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