La firma del pacto fiscal europeo consagra los recortes y la pérdida de derechos sociales
El tercer acto de la crisis de la deuda

¿Es el Tratado del déficit firmado en Bruselas el 2
de marzo una farsa que no pretende serlo o una
tragedia? ¿Es posible un cambio de libreto?

16/03/12 · 8:00
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Fragmento del cuadro ’El Rapto de Europa’, de Guido Reni

El último acto de la
obra teatral Crisis de
la deuda, representada
en la sala Bruselas con
el nombre Tratado para la Estabilidad,
la Coordinación y la
Gobernanza en la Unión
Económica y Monetaria
, ha cosechado
un sonoro fracaso de
asistencia con casi la totalidad
de las butacas vacías, pese al esfuerzo
de los productores, que
destinaron incontables recursos
en escenografía, luminotecnia y
maquilladores.

El clímax de la
escena se alcanzó con la firma
del Tratado, una escena en la que
sólo actuaron 25 gobiernos de los
países miembros de la Unión,
con el mutis de Reino Unido e
Irlanda. El texto entrará en vigor
el 1 de enero de 2013, si doce de
los 17 actores de la zona euro lo
ratifican. Con el acuerdo se introducirá
en las legislaciones internas
la llamada “regla de oro”
para el equilibrio presupuestario
–un límite del 0,5% del PIB de déficit
estructural
, con la autorización
de desvíos en casos excepcionales–
, y se dotará a la
Comisión y a cualquier estado de
la unión monetaria de poderes
para denunciar ante el Tribunal
de la Unión Europea a aquéllos
que no lo hayan inscrito en sus
constituciones.

Desde la productora y el personal
de dirección y dirección técnica
se insiste en que el guión y su
adaptación pretenden trasladar al
público un “importante paso para
restablecer la confianza en la UE”
y “prevenir la repetición de la crisis
de la deuda soberana”. A pesar
de los esfuerzos pretenciosos, la
obra sigue teniendo una trama llena
de despropósitos, está sobreescrita
y tiene continuas transferencias
de soberanía
en ámbitos como
el fiscal y el social, con supervisiones
presupuestarias, tecnocracias,
del empleo y sus derechos,
las jubilaciones, la fijación de los
salarios, la enseñanza pública y la
sanidad. En suma, sin “querer”
pertenecer al género de la farsa y
la pantomima, sigue siendo un recopilatorio
mix de tópicos burdos
de ambas categorías.

Por tanto para conseguir que el
mensaje cale en el público –cometido
que ocurre en otras obras de
culto sin llegar a ser superproducciones
como este Tratado
Internacional–, la trama necesita
la ruptura total de los pueblos europeos
con el ente UE. Para ello,
es importante que el reparto secundario
meta en el libreto argumentos
como el mantenimiento y
mejora del nivel de protección social

y servicios sociales o la redefinición
de la política de la competencia
en pos de líneas de equidad
y cohesión social.

El desarrollo de
un presupuesto europeo para la
convergencia de los pueblos y economías
europeas; la ejecución de
una auditoria pública y ciudadana
de los títulos de Deuda Pública
, el
incremento en los presupuestos
nacionales en materia de educación
o la investigación y restitución
de los daños medioambientales

deben ser otros de los giros en
el guión propuesto en Bruselas.
Como dijo el dramaturgo Antonin
Artaud, “se ha perdido una idea
del teatro. Y mientras el teatro se
limite a mostrarnos escenas íntimas
de las vidas de unos pocos
fantoches, transformando al público
en voyeur, no será raro que las
mayorías se aparten del teatro”.

El autor

N.L. es economista

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Fragmento del cuadro ’El Rapto de Europa’, de Guido Reni
Fragmento del cuadro ’El Rapto de Europa’, de Guido Reni
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