MÉXICO: LAS SOMBRAS DEL TLC CON EE UU
“Sin maíz no hay país, sin frijol tampoco”

El 1 de enero entraba en vigor en México el apartado agrícola del Tratado de Libre Comercio con América de Norte (TLCAN). Una ola de protestas ha recorrido el país.

10/01/08 · 0:00
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Texto de Alma Delia Calderón López

A partir del 1 de enero de 2008 se
concretó la liberación total de las
fronteras comerciales entre los países
del norte y México a través de
la introducción de maíz, frijol, caña
de azúcar y leche en polvo a territorio
nacional. Estas medidas han
provocado una serie de movilizaciones
por parte de las organizaciones
campesinas y de base contra
este apartado agropecuario. Las
asociaciones exigen al Gobierno de
Felipe Calderón que dé marcha
atrás a la introducción de semillas
y productos de la canasta básica extranjeros
que, además, vulneran la
soberanía alimentaria y generan
una mayor dependencia hacia Estados
Unidos y Canadá.

Por ello se está gestando un frente
de lucha bajo el lema “Sin maíz
no hay país, sin frijol tampoco”, conformado
por organizaciones como
la Confederacion Nacional Campesina,
que se oponen al cumplimiento
del Tratado del Libre Comercio
con América del Norte (TLCAN) y
exigen una revisión minuciosa del
apartado agropecuario que libera
del impuesto arancelario al maíz, frijol,
caña de azúcar y leche en polvo.
Además de atentar, según denuncian,
contra la soberanía alimentaria,
el escenario se convierte en desalentador
para el pueblo de México,
que se enfrenta a una fuerte demanda
de biocomustible obtenido del
maíz, lo que ocasiona desabasto alimentario
y por lo tanto, el encarecimiento
de la semilla básica y sus derivados,
como la tortilla.

En este sentido se esperan una serie
de movilizaciones que ya comenzaron
el primer minuto del 1 de enero,
cuando dichas organizaciones se
dieron cita en la frontera en Ciudad
Juárez y El Paso para realizar una
valla humana con el objetivo de evitar
que se introdujera mercancías
provenientes de Estados Unidos y
exigir la soberanía alimentaria. Por
otro lado se prevén para los próximos
días una serie de juicios y demandas
legales contra este apartado
y, a su vez, un plan de lucha nacional
donde el objetivo será exigir
el cumplimento del “acuerdo nacional
para el campo”, mejorar las condiciones
de producción y abasto de
alimentos, evitar el consumo de semillas
transgénicas, la especulación
de intermediarios y abatir la dependencia
y monopolio de las empresas
transnacionales.

Las secuelas del TLCAN

Durante el sexenio 1988-1994, el entonces
presidente de México, Carlos
Salinas de Gortari, impulsó una serie
de acuerdos bilaterales con EE UU y
Canadá para iniciar una nueva etapa
de intercambio comercial e introducir
a México en una economía de
“primer mundo”. Sin embargo, desde
1992, a través de las reformas del
artículo 27 de la Constitución, la clase
política y los tecnócratas pristas
preparaban el terreno para el surgimiento
del TLCAN que significaría
entre otras cosas la liberación paulatina
de las fronteras comerciales entre
Estados Unidos, Canadá y México,
comenzando con una oleada de
privatizaciones que, a 14 años, traería
consigo la puesta en venta de los
recursos naturales, el saqueo de la
biodiversidad genética y el despojo
de tierras de comunidades enteras.

El TLCAN entró en vigor el 1 de
enero de 1994 comenzando por la liberación
arancelaria en el sector industrial
y, como consecuencia de esta
apertura comercial, en diciembre
de 1993 el ramo manufacturero local
despidió a un 35% de la población
empleada. En segundo lugar quedó
la industria maderera con una contracción
del 33%, y el sector de minerales
no metálicos registró una caída
del 20,3% del empleo mientras que la
fabricación de sustancias químicas y
de artículos derivados del petróleo y
plásticos registró el 16% menos de
trabajadores. Estas cifras comenzaron
a reflejar las desventajas de una
política económica que no sólo desfavoreció
a la industria manufacturera
local, sino que abrió brechas hacia
una nueva forma de explotación comercial
en donde la industria maquiladora
encontró su mejor aliado para
el establecimiento de un sinnúmero
de fábricas electrónicas como
Siemens, IBM, Selectronyc, General
Electric, entre otras. A lo largo y ancho
del país a través de la creación
de corredores industriales como
Silicon Valley, que se fortaleció gracias
a programas disfrazados de política
social como “Solidaridad”, programa
salinista que realizó un gran
aporte a la creación de toda una infraestructura
de vías de comunicación
y que permitió la movilidad de
mercancías en masa de Estados
Unidos a México.

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