YEMEN // EL PRESIDENTE SE ASEGURA UN RETIRO DORADO
Saleh impone sus condiciones para dimitir

Los yemeníes llevan desde el 27 de enero en rebelión,
se han producido decenas de muertos y tras 32 años
bajo mandato de Saleh el cambio es inminente.

13/05/11 · 8:00
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Foto: Aljazeera

Al cierre de esta edición aún no se
sabe si el presidente de la convulsionada
y maltratada República de
Yemen, Ali Abdallah Saleh, ha
aceptado firmar el acuerdo de transición
con el que el Consejo de
Cooperación del Golfo (CCG) y
Estados Unidos esperan encontrar
una salida a la crisis en este país
árabe. Esta iniciativa conllevará la
salida de Saleh en un plazo de 30
días
desde la firma, garantizando
la impunidad del aún presidente y
de su entorno.

Según esa hoja de ruta, un
Gobierno transitorio convocará
elecciones parlamentarias y presidenciales
en 60 días.
El 5 de mayo,
el Ministerio de Defensa anunció
que esta firma tendría finalmente
lugar, pero no dio una fecha para
ello, y los antecedentes de Saleh no
dejan a nadie tranquilo.

Incertidumbre en la región

El mandatario ha cambiado de opinión
varias veces, o al menos anunciado
decisiones contradictorias en
los últimos días,
generando incertidumbre
en la región y preocupación
en la clase política.

Cuando parecía que iba a firmar
definitivamente el acuerdo –que la
oposición ya ha aceptado– y con el
Consejo de Cooperación del Golfo
casi celebrando el éxito de sus negociaciones,
Saleh dijo que no, introduciendo
nuevas condiciones:
firmar como secretario del partido
y no como jefe de Estado,
firmar
en Saná y no en Ryad como estaba
programado en un principio y
otras disposiciones; todo esto para
consternación de Abdullatif bin
Rashid al-Zayani, Secretario
General del CCG, que había viajado
a la capital yemení con la esperanza
de zanjar esta crisis,
muy incómoda
para los países que integran
el Consejo, los cuales ya han
afrontado o temen enfrentar revueltas
en sus propios territorios.

EE UU ha armado y
mantenido a este gran
aliado durante años con
la excusa de la lucha
contra el terrorismo

Y, en el caso de que para la fecha
de publicación de este artículo
ya se haya resuelto este misterio,
las incertidumbres no se habrán
agotado. No está claro que el pueblo
yemení, en rebelión desde el 27
de enero, con decenas y decenas
de muertos por la represión
y 32
años de su historia soportando la
acaparación de poder y recursos
por parte de Saleh y sus partidarios,
estará dispuesto a admitir un
acuerdo que garantiza la impunidad
del presidente. En los más de
tres meses que llevan en la calle,
los yemeníes no han visto sólo cómo
Ben Ali y Mubarak salían del
poder,
también han presenciado
cómo comienzan a movilizarse los
mecanismos de la justicia en torno
a ellos y sus familias.

Aferrarse al poder

Pero Saleh no se quiere ir. En la península
arábiga está resultando difícil
echar a los déspotas. Se apoyan
entre ellos a pesar de sus tensiones
pasadas porque les persigue el mismo
temor, y ahora se hacen cargo
del primo pobre e ineficaz
, pues
Bahréin, Omán, Arabia Saudí, han
sido mucho más eficaces a la hora
de reprimir sus propias revueltas.

Por temor, el Consejo de Cooperación
del Golfo persigue pacientemente
una solución pacífica, no
en vano el petróleo que venden sus
países miembros pasa frente a las
costas de este país. Por temor,
Estados Unidos y Europa, destinatarios
de este petróleo, necesitan
garantizar el tránsito por Bab el
Mandab,
el cuello del embudo por
el que pasa el maná negro.

Por temor, EE UU ha armado y
sostenido a este gran aliado en la
lucha antiterrorista,
equipándole
generosamente para combatir a los
yihadistas, término amplio que para
Saleh incluye no sólo a las células
de Al Qaeda en la Península
Arábiga. Los yihadistas para Saleh,
como para muchos de los regímenes
que reciben generosa ayuda
antiterrorista, incluyen a cualquier
insurgencia: los Houthis en el
Norte, los secesionistas del Sur,
etc. y, si no fuese porque es muy
mal momento para reprimir al propio
pueblo con artillería pesada,
serían tratados de terroristas los
mismos manifestantes pacíficos
que, llegado su momento con la
primavera árabe, hartos de la pobreza
y el desempleo, se atrevieron
a cuestionar si cualquier gobierno
es mejor que ningún gobierno:
premisa
sobre la que Saleh ha tejido
su continuidad en el poder.

Hartos de pobreza
y desempleo, los
yemeníes se atrevieron a
cuestionar a su Gobierno
y reclamar cambios

“El deber del Estado es preservar
la estabilidad y la seguridad”,
argumentaba Saleh de forma vehemente
en el Parlamento ante los
que exigían su salida el pasado 25
de marzo, acostumbrado a repetir
estos argumentos en las conferencias
de donantes, de donde volvía
abastecido de armas e inversiones
tras renovar su compromiso en la
lucha contra el terrorismo.
Donaciones
que en nada han mejorado
la situación de uno de los países
más pobres del mundo, con reservas
de petróleo que podrían extinguirse
en los próximos 10 años y
que se está quedando sin agua.

Temerosos de perder “la estabilidad
y la seguridad” que Saleh
prometía, aunque no garantizaba,
la comunidad internacional aboga
por la continuidad
concediendo al
mandatario saliente la impunidad.

Éste es un precio que no parece
que los que iniciaron la revolución
estén dispuestos a aceptar.

Y aunque parezca que la oposición
parlamentaria, tras sumarse
tardíamente a las revueltas de los
estudiantes, acepta ahora la impunidad
de Saleh a cambio de su salida
del poder, no parece tan claro
que el mismo Saleh acepte la salida
del poder como precio a su impunidad.

REVUELTAS
ÁRABES, SE INTENSIFICA
LA REPRESIÓN

SIRIA ENDURECE LA REPRESIÓN

El presidente de Siria, Bachar al Assad, ha
intensificado la represión en varias ciudades
que se han levantado contra el Gobierno. La
pasada semana el presidente envió refuerzos
militares a las ciudades de Deraa y Banias,
que ya se encontraban bajo Estado de sitio, y
a Tafas, al sur del país. Según agencias internacionales también se han producido
duros combates en la tercera ciudad del país, Homs. Organizaciones
de derechos humanos denuncian también que entre el 7 y 8 mayo se produjeron
más de 14 muertos y 250 personas fueron detenidas.

TÚNEZ, TOQUE DE QUEDA

El toque de queda, que se había retirado el
15 de febrero, ha sido implantado de nuevo
en la capital. Según el Gobierno, la medida
pretende frenar la violencia y el pillaje que
al parecer se ha instaurado en los últimos
días en la ciudad de Túnez. Mientras, la
sociedad se prepara para las próximas elecciones del domingo 24 de
julio. Las declaraciones del exministro de Interior, Farhat Rajhi, quien
declaró que si gana el movimiento islámico Ennahda el país sufrirá un
régimen militar, han levantado una gran polémica.

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