La contestación contra el Gobierno de Vladimir Putin
desemboca en una acampada de indignados que fue
desalojada, pero que ha movilizado a la sociedad rusa.
El movimiento Occupy ha conseguido hacerse un hueco en Rusia. Se trata del parque de Chistie Prudi, en
Moscú, donde miles de personas
acamparon tras la represión policial
que marcó las marchas contrarias a
la reelección de Vladimir Putin.
Era el 7 de mayo cuando una multitudinaria manifestación recorría el
centro de Moscú en rechazo a la toma de posesión de Putin como presidente del país. El descontento tras
las elecciones, manchadas por las
acusaciones de fraude electoral, se
concretaba fuera de los muros del
Kremlin, donde la policía rusa intentaba dispersar a las más de 60.000
personas convocadas por reconocidas fuerzas de la oposición del país
como el Partido Comunista, Rusia
Unida, Sergei Udalshóv, líder del
Frente de Izquierda, y el conocido
abogado y bloguero Alexey Navalny.
Detenciones masivas
La falta de libertad en esas manifestaciones se hacía patente en el control de las mismas, que se plasmó
con la instalación de un detector de
metales que era necesario franquear
para acceder al lugar de la concentración. La situación estalló y entonces 600 personas fueron detenidas,
entre ellas Udalshóv y Navalny,
arrestados minutos antes de que pronunciaran los discursos que iban a
cerrar la marcha.
Lo que había sido
convocado como una celebración indefinida del Día de la Victoria contra
los nazis – el 9 de mayo es fiesta nacional en Rusia– se convirtió en una
acampada en el corazón de la capital, en el parque de Chistie Prudi.
Pacífica y organizada alrededor
de una asamblea general, la acampada ha significado para Moscú “lo
que fue la Puerta del Sol para
Madrid hace un año”, explica a
DIAGONAL uno de los participantes del movimiento de indignados
rusos. “Entre noviembre y este mes
de mayo, en Rusia la protesta había
sido guiada por los partidos de oposición a Putin. La marcha del 7 de
mayo ha sido el detonante que ha
extendido las asambleas, que había
surgido a la vez que Occupy Wall
Street – septiembre de 2011– pero
entonces se desinfló muy rápida-
mente”, añaden desde Moscú.
La diferencia con el movimiento
español es el posicionamiento político. Juan Carlos, un español que vive
en Rusia desde hace más de 20 años
cree que en Rusia “se trata, en primer lugar, de una protesta contra el
Estado dictatorial de Putin y la corrupción de la clase política”, algo
que permitió el acercamiento de varios representantes de formaciones
tradicionales a las movilizaciones.
La acampada fue desmantelada
por la policía el pasado 16 de mayo,
pero la asamblea no logró consensuar qué hacer con el movimiento
recién nacido.
Pocas horas después
del desalojo, el líder de la oposición
Ilia Yashin (Solidarnost) lanzó una
propuesta para que los desalojados
de Chistie Prudi volvieran a concentrarse en la plaza Kudrinskaya, a la
sombra del rascacielos estalinista
Barrikadnaia. Acudieron miles de
personas que organizadas a través de
Twitter bajo el hashtag “barricadas”,
encontraron el lugar con un fuerte
dispositivo policial. Después de que
intentaran acampar de nuevo, la policía detuvo a 20 personas, entre ellas
al opositor Ilia Yashin. Mientras,
otras 20 personas fueron detenidas
en el Nikitski bulvard y en el viejo
Arbat, histórico barrio céntrico de la
capital rusa. Allí, bajo la etiqueta
#OccupyArbat, un grupo se había
reunido junto a la estatua del poeta y
cantautor soviético Bulat Okudzhava
para leer la Constitución.
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