ANÁLISIS //LEJOS DEL FOCO MEDIÁTICO, BAHREIN, YEMEN Y OMÁN TAMBIÉN ESTÁN VIVIENDO SUS PROPIAS REVOLUCIONES
Revueltas en los otros países árabes

El autor, miembro del Gabinete Vasco de Análisis
Internacional, repasa las causas del contagio de las
revoluciones a los países de Bahrein, Yemen y Omán.

23/03/11 · 8:47
Edición impresa
JPG - 72.6 KB
YEMEN. Un grupo de mujeres se manifiestan contra las torturas en Yemen.

Con la mayoría de la atención
mediática centrada
en los acontecimientos de
Libia, tal vez sea conveniente
hacer una aproximación a los
llamados Estados del Golfo Pérsico.

Bahrein fue, junto con Yemen, el
primero en vivir las protestas tras los
sucesos de Túnez. Tal y como señalan
algunos analistas, este pequeño
estado del Golfo tiene una tradición
“relativamente progresista y plural”,
y ha mantenido en el pasado “una
importante tradición de libertad y
justicia social”. En el siglo XIX,
Bahrein se convirtió en un importante
punto comercial, lo que trajo la
presencia de distintas influencias
que “reforzó las tradiciones cosmopolitas
de tolerancia y pluralismo”
en su sociedad.

Por ello no es extraño que todavía
hoy se puedan encontrar en las
calles de la capital, Manama, templos
hindús y sijs, mezquitas chiítas
o sunitas, iglesias cristianas, e
incluso una sinagoga judía. No
obstante, la llegada al poder de la
familia al-Khalifa ha supuesto una
importante ruptura con ese pasado.

El intento de los nuevos gobernantes
de cambiar el rumbo de la
historia del pequeño Estado, imponiendo
un régimen apoyado en la
tradición sunita del Islam, minoritaria
en el país, y sobre todo relegando
de cualquier reparto de la
riqueza y del poder a la mayoría
chiíta, ha acarreado la sucesión de
revueltas en los últimos años (hasta
cinco levantamientos populares
entre 1994 y 1999).

La “nacionalización” de ciudadanos
sunitas procedentes de otros
Estados, sobre todo del subcontinente
indio; la utilización política de la
religión; la apuesta por “mercenarios”
nacionalizados en las fuerzas
armadas; la persecución de la oposición
política; las violaciones de derechos
humanos; la estrecha alianza
con las monarquías cleptócratas de
la región, sobre todo con la familia
al-Saud de Arabia Saudita; son algunos
de los ejes que han determinado
la actuación de los actuales dirigentes
de Bahrein.

En este sentido no debe extrañar
que la posibilidad de “contagio” en
este Estado ponga muy nerviosos a
otros dirigentes de la región, y sobre
todo a sus aliados en el exterior,
principalmente EE UU. Cualquier
cambio en Bahrein influirá en el futuro
escenario del Golfo Pérsico, sobre
todo si tenemos en cuenta la presencia
de la base militar de la quinta
flota norteamericana en el país, y la
presencia de otras instalaciones militares
de EE UU en la región.

También podría pesar en el actual
pulso que mantienen Arabia Saudita
e Irán por hacerse con la centralidad
e influencia en el mundo árabe
y musulmán. E incluso podría servir
de modelo para las importantes minorías
chiítas en otros Estados.

Pero, a pesar de todo ello, hay que
evitar caer en la lectura de presentar
esta realidad como una lucha más
entre sauditas e iraníes, o entre sunitas
y chiítas, como pretenden los dirigentes
de Bahrein y sus socios del
Consejo de Cooperación del Golfo.

Las demandas de cambio entre los
manifestantes de estos días dejaban
ver con claridad que para ellos esa
división artificial estaba superada.
Así, las pancartas que estos días se
han podido ver en la “rotonda de los
Mártires” decían “no al diálogo con
aquellos que nos matan en un baño
de sangre” o “¡Estamos aquí hasta la
caída del régimen!”.

Omán, el oasis del golfo

La propagación de las protestas
también ha llegado al último sultanato
del Golfo, Omán. Durante muchos
años dicho Estado ha sido considerado
una especie de oasis en la
conflictiva región, y pocos pensaban
que las protestas acabasen alcanzando
a este país gobernado
desde hace 40 años por el sultán
Qaboos. Sin la riqueza petrolífera
de sus vecinos, Omán ha sabido
desarrollar importantes infraestructuras
por todo el país, al tiempo que
ha sido el destino de miles de trabajadores
del subcontinente indio que
se encargaban de las labores más
duras durante muchos años.

A diferencia de Bahrein, en Omán
la importancia tribal sigue jugando
un papel clave a la hora de analizar
la realidad del país, y de ahí que el
propio sultán haya tejido una red de
apoyos en torno a los ‘walis’ o gobernadores
locales. Su importancia geoestratégica,
punto de control del estrecho
de Ormuz, y con fronteras con
Arabia Saudita, Yemen o Emiratos
Árabes Unidos; unido a la tradición
de resistencia a la ocupación extranjera
en el pasado, son motivos evidentes
de preocupación también para
sus vecinos y para EE UU.

NERVIOS EN ARABIA SAUDÍ

Los posibles cambios, desde la perspectiva
ideológica, han puesto muy nerviosos a los
dirigentes sauditas. Este aliado estratégico de
EE UU cuenta con el beneplácito occidental
para seguir con su política represiva y reaccionaria.
Las protestas en la región del este, una
de las más ricas acentúan ese nerviosismo y de mayoría chiíta. Para ello,
Arabia Saudí cuenta con todo un abanico de recursos: la represión o la utilización
religiosa, que le da buenos resultados a corto plazo pero que no
impedirá que las demandas de cambio sigan aumentando en este país.

Tags relacionados: Número 146
+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

YEMEN. Un grupo de mujeres se manifiestan contra las torturas en Yemen.
YEMEN. Un grupo de mujeres se manifiestan contra las torturas en Yemen.
separador

Tienda El Salto