No hubo banderas argentinas en las
desérticas playas de Caleta Córdova,
una población pesquera en la Patagonia.
Las costas se tiñeron de negro
acompañadas sólo por el viento.
Muy diferente de Gualeguaychú,
pueblo fronterizo donde se encuentra
el conflicto con la papelera Botnia
y cientos de activistas mantienen
una permanente movilización.
En cambio, en la región petrolera
del Chubut, el Gobierno provincial
mantiene una cultivada amistad con
las compañías que le reportan anualmente
millones de dólares en concepto
del 12% de regalías. Recientemente,
éste pactó una controvertida
prórroga hasta 2047 para el yacimiento
Cerro Dragón, diez años antes
de que terminara el contrato.
Por sus puertos, la provincia exporta
diariamente alrededor de
26.000 metros cúbicos de petróleo,
situándose a la cabeza del resto de
las regiones productoras, incluida
Neuquén, donde las reservas de
Repsol y Petrobras en Loma de la
Lata están en declive.

Por eso, cuando a fines de diciembre
apareció una mancha de petróleo
de cuatro kilómetros, procedente
de un derrame mar adentro, nadie se
había percatado. Ninguna empresa
se responsabilizó del accidente.
Abrumado por la noticia, el kirchnerista
Mario Das Neves, gobernador
de Chubut, presentó ante la Justicia
Federal de Comodoro Rivadavia una
denuncia penal contra la Terminal
Marítima Patagónica (TERMAP),
entidad manejada por varias empresas
petroleras entre las que Repsol
YPF es la principal operadora.
La municipalidad de Comodoro
Rivadavia, ciudad que por estas fechas
celebraba el centenario del primer
pozo argentino, también se añadió
a la causa. Ambas afirmaron que
las empresas petroleras “incumplieron
en el marco de las concesiones
de operación, carga y descarga de
hidrocarburos, plan de contingencia
ambiental y deber de información”.

Además se les exige “la responsabilidad
ambiental de remediación y reparación
del daño en el marco de la
constitución nacional, provincial y
las leyes respectivas”. La demanda
asciende a 50 millones de dólares.
Sin embargo, transcurridos diez días
del derrame, no había trascendido
aún el nombre de la empresa responsable.
“No queremos dar nombres
para no cometer injusticias.
Pero me sobran los dedos de una
mano para mencionar a los sospechosos”,
dijo Martín Buzzi, a cargo
del operativo de limpieza.
De momento, se estiman unas
500 aves muertas y unas 200 han sido
rescatadas impregnadas de petróleo,
sobre todo cormoranes y
pingüinos. Se calcula una elevada
cantidad de mamíferos como lobos
marinos entre los damnificados y se
desconoce todavía el impacto sobre
los peces. El cambio de corrientes,
que empujaba de nuevo el petróleo
mar adentro, unido a la aparición
de nuevas manchas hacen temer
que el impacto todavía no ha sido
dimensionado.