UNIÓN EUROPEA // PESE A LOS RECORTES, GALICIA MANTIENE LAS AYUDAS
Las relativas ventajas de ser el último

La ampliación de la
Unión Europea hará
que Galicia pierda entre
un 20% y un 40% de
las ayudas que hasta
ahora ha recibido en
fondos estructurales.

01/04/06 · 20:33
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Ronny Stansert
DOBLE FILO. Las ayudas europeas han contribuído a desarrollar las infraestructuras
y a despoblar el campo.

Todos los medios de comunicación
reflejaron la
noticia en diciembre: según
la actualización de la
contabilidad estatal elaborada
por el Instituto Nacional de Estadística
(INE), sólo Extremadura
mantenía una renta inferior al
75% de la media europea, requisito
necesario para seguir recibiendo
las ayudas comunitarias. Castilla
La Mancha, Andalucía y Galicia,
los demás territorios receptores
de los fondos estructurales,
ya sobrepasaban el límite.
Eran demasiado ricos para la
Europa de los 25.

Sin embargo, a día de hoy
Galicia se mantiene como región
considerada ‘objetivo uno’ en los
criterios de convergencia económica
de la Unión Europea. La renta
europea no ha sufrido un incremento
repentino que haya mantenido
a Galicia en el juego de las
subvenciones -todo lo contrario-.
Simplemente, los datos suministrados
por nuestros servicios contables
a Eurostat -la oficina estadística
europea- tomaban como
referencia un sistema de medición
que subestimaba la renta estatal y
autonómica. Bruselas decidió en
abril de 2005 quién recibiría el maná
presupuestario con una base
contable ideada en 1995.
Casi dos semanas antes de que
el INE actualizara su contabilidad,
los jefes de Estado decidían en
Bruselas cómo se iban a repartir
los fondos. Ya había garantías de
que las regiones con menor renta
en el Estado español seguirían
siendo consideradas como tales;
pero sin duda el argumento de tener
cuatro comunidades (que suman
casi un cuarto de la población
española) por debajo del
75% del PIB medio europeo sirvió
a Zapatero en las negociaciones
presupuestarias.

Las magnitudes del recorte

No obstante, con 10 nuevos miembros,
todos ellos más empobrecidos
que Galicia, y un presupuesto
europeo que apenas supera el 1%
de la renta conjunta de los socios,
las ayudas bajarán. Un estudio de
La Caixa estima en 4.071 millones
los euros que Galicia tenía previsto
recibir hasta este año desde que
se fijara en 2000 la asignación regional
de los fondos estructurales;
el actual presidente de la Xunta
decía que el 20% de esos fondos
(que él estimaba en 3.500 millones
de euros) se evaporaría en los presupuestos
del período 2007-2013.
Según informaba ABC, el Bloque
Nacionalista Gallego, socio
gubernamental del presidente
Emilio Pérez Touriño, estimaba
en un 40% ese recorte de fondos.
Pese a los intentos por reorientar
las ayudas europeas hacia
el desarrollo tecnológico, el
bipartito parece más centrado
en compensar esta pérdida reclamando
al Gobierno central
una subida en los Fondos de
Compensación Interterritorial.

Para Xosé Ramón Cendán, del
Sindicato Labrego Galego, confiar
en las ayudas “es agarrarse
a un clavo ardiendo, su aplicación
en Galicia ha sido más un
ejemplo de lo que no se debe hacer”.
Esta organización defiende,
como alternativa al desarrollo
rural de turismo fácil fomentado
por los fondos estructurales,
una ocupación del territorio
basada en explotaciones ecológicas
y en servicios básicos complementarios
hoy inexistentes
en la mayoría de Galicia.

EL CAMPO GALLEGO SE VACÍA

D. M.
Hablar de agricultura en Galicia
es hablar de la Política Agraria
Común (PAC). Estas siglas han
definido los últimos años de un
sector primordial de la economía
gallega, incluyendo la de subsistencia,
que afronta retos que
prometen un suma y sigue de
conflictividad laboral.
En el agro gallego, la modernización
resultó un evidente fracaso.
El avance de la mecanización, de
la especialización productiva y
en especial de las variedades de
alto rendimiento, pilares de la
agricultura industrializada que
tantos problemas están causando
(vacas locas, toxinas, fiebres,
agotamiento de acuíferos...)
han llevado a Galicia al
barbecho improductivo.
El descenso acusado de la
población empleada en este sector,
que sin embargo continúa triplicando
(14% de la población
española) la media europea y
duplicando la nacional, está
directamente relacionado con el
envejecimiento del medio rural y
la modernización tecnológica en
la explotación rural. Este descenso
del empleo también va ligado
a la disminución de explotaciones
que, sin embargo, han
aumentado de tamaño.
El campo gallego se enfrenta hoy
a dos problemas muy severos: el
abandono del medio rural y los
problemas derivados de ello, que
se manifiesta cíclicamente en los
incendios forestales.
Según Xavier Simón, especialista
en economía ecológica, «con el
tiempo fueron perdiéndose
aprendizajes tradicionales (molinos
de agua, por ejemplo) que
aprovechaban las energías renovables,
sistemas de riego estival
e invernal, que aprovechaban el
flujo superficial del agua. También
se perdieron sistemas de
manejo comunitario como los
rebaños de ganado gestionados
colectivamente. Si queremos
atajar los problemas a los que
nos enfrentamos, no sirven los
sistemas que los originaron. El
punto de partida es recuperar
y viabilizar, social, técnica y
económicamente, estrategias
de aprovechamiento de los
recursos enraizados en la
sabiduría tradicional».

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