La delicadeza de las pinturas de la colección
Thyssen Bornemisza contrasta con la precariedad
laboral a la que se enfrentan las personas
encargadas de vigilar su patrimonio.
A finales de enero, la gestión del servicio
de vigilancia del Museo Thyssen
a la Unión Temporal de Empresas
(UTE) Casesa-Tagesa cumplió
sus cuatro años legales de adjudicación.
Para volver a presentarse
a concurso con el fin de obtener de
nuevo la gestión de la vigilancia del
Museo, los patronos de Casesa-
Tagesa cambiaron el nombre de la
empresa por su actual denominación
UTE Casesa-Protección Castellana.
Aunque ha cambiado de
CIF la “nueva empresa”, cuyo gerente
único es Francisco Javier
García Saldaña, ha mantenido su
domicilio fiscal y buena parte de su
organigrama. Con este cambio la
nueva empresa consiguió mantener
la gestión del servicio. Lo único que
parece haber cambiado en la vigilancia
del Museo son las condiciones
laborales de los empleados.
Fernando Barbero, jefe de recursos
humanos antes y después del
cambio de nombre, ha sido el encargado
de “negociar” los nuevos
contratos de los trabajadores. Los
patronos de Casesa-Protección
Castellana no han llevado a cabo la
pertinente subrogación de los contratos,
a pesar de que los empleados
de la plantilla siguen siendo los mismos.
Por lo tanto, el servicio de vigilancia
del Museo Thyssen sigue
estando en manos de los mismos directivos
y de la misma plantilla de
trabajadores. Sin embargo, la empresa
ha utilizado el cambio de
nombre para rescindir los contratos
de sus trabajadores y hacerles firmar
un nuevo documento que no
contempla la antigüedad de los empleados
en la mayoría de los casos.
“Lo que se quería era presionar, los
contratos llegaron el último viernes
del mes de enero, ese mismo día el
inspector Alfonso Majano afirmó
que quién no firmara el contrato, el
lunes no podía ir a trabajar porque
se daba por despedido”, apunta un
auxiliar de sala. En este contrato se
les rebaja la categoría de conserje a
ordenanza, como consecuencia ven
reducida su retribución base en un
7, 25%. Además, el valor de la hora
extraordinaria se ha visto reducido
en algo más de un euro.
Sin comité de empresa
Con la pérdida de antigüedad, los
trabajadores encargados de la vigilancia
del museo han visto cómo se
disolvía su comité de empresa, dado
que para que un trabajador pueda
optar a ser delegado sindical necesita
tener al menos seis meses de
antigüedad. Se da la circunstancia
de que los auxiliares de sala del
Thyssen han estado largo tiempo
sin representación sindical ya que
el comité de empresa ahora suprimido
tenía una vida muy corta, apenas
llevaba funcionando un mes. De
este modo los auxiliares de sala del
Thyssen han visto cercenada la posibilidad
de luchar por unas mejores
condiciones laborales, ya de por
sí precarias antes del cambio de
UTE. “No tenemos comité de empresa,
ha habido presiones para que
no se haga. Recientemente vino
Emilio Gimeno –antiguo inspector
de la UTE Casesa-Tagesa– con un
delegado de UGT, al parecer quieren
un nuevo comité afín a ellos”,
lamenta uno de los delegados del
comité de empresa anterior. Por
otro lado, la reducción del salario
base ha tratado de ser compensada
por parte de la empresa, sumando
más incentivos a las nóminas de los
trabajadores, lo que supone que el
salario total no se verá reducido, al
menos de momento. Por su parte,
los trabajadores sospechan, que,
como ya ha ocurrido antes, en el futuro
haya una reducción de los ingresos
a través de una rebaja de los
incentivos, que se pueden modificar
más fácilmente que el salario base.
Días antes de la firma del nuevo
contrato se celebró una reunión entre
el Comité de Empresa y el jefe
de Recursos Humanos. En dicha
reunión se le negó al Comité la posibilidad
de ver el pliego de condiciones
que proponía Casesa-Protección
Castellana. Además, algunos
trabajadores afirman que se
amenazó con despedir al 10% de la
plantilla escudándose en el cliente,
el Museo Thyssen.
En enero se dio a los trabajadores
un ultimátum: o firmaban ese mismo
día el nuevo contrato –documento
que no se podía sacar del
despacho del inspector, Alfonso
Majano– o no podrían volver el1 de
febrero a su puesto de trabajo, por
lo que se les negaba el tiempo suficiente
para pedir asesoramiento a
sus representantes. Cuando firmaron
los contratos nuevos, se indemnizó
a los trabajadores con 8 días
por año trabajado, no sin ciertas
reticencias por parte de la empresa.
«Si no firmas
no vuelvas»
UTE Casesa-Protección Castellana,
la empresa que gestiona
los servicios de vigilancia del
Museo Thyssen ha cambiado
de nombre, pero no de patronos,
ni de domicilio fiscal. Sin
embargo, la nueva empresa no
ha realizado la pertinente
subrogación de contratos. Con
su firma voluntaria («quien no
firme los contratos que no
venga a trabajar el lunes», fueron
las palabras que usaron),
los trabajadores pierden la
antigüedad en su puesto de
trabajo, su comité de empresa
y en torno al 7,25% del salario
base. No obstante, la retribución
mensual de los empleados
no se verá reducida en términos
absolutos, al menos de
momento, ya que la bajada del
salario base se compensa con
el aumento de los incentivos.
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