ARAGÓN: AMENAZAS Y ESTRATEGIAS PARA LA CONSERVACIÓN DE LAS MONTAÑAS
¿Puede ser sostenible la montaña?

Los proyectos de desarrollo en equilibrio con la
montaña son escasos y están amenazados. De éstos se
trató en las II Jornadas en Defensa de las Montañas de
Zaragoza, clausuradas el 5 de noviembre.

08/11/06 · 0:00
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FORMIGAL. Ampliación de la estación de Formigal, frontera de Portalet, durante el verano de 2004. / Plataforma en Defensa de las Montañas

¿En qué pensamos cuando hablamos
de los territorios de montaña? En la
mente se dibujan valles vivos, con
pueblos, con gentes, y con un entorno
natural conservado y en equilibrio
con las actividades humanas.
Esta imagen se contrapone a lo que
nos cuentan los mass media: que la
única posibilidad de que los territorios
de montaña sobrevivan pasa por
un crecimiento urbanístico descontrolado
similar al de Marbella. Por
eso las II Jornadas en Defensa de las
Montañas, organizadas por la Plataforma
en Defensa de las Montañas
de Aragón dedicaron una sesión
completa a dar voz a los montañeses
y destacar las experiencias de desarrollo
sostenible en la montaña: experiencias
que existen, que funcionan,
que permiten que la gente se
asiente y permanezca en el territorio
y que el medio perviva, en contraposición
a un modelo de monocultivo
extensivo del turismo residencial basado
en la especulación y que sólo
aumenta los desequilibrios.

Hoy el concepto de desarrollo sostenible,
aun siendo relativamente
nuevo, ya se ha desvirtuado y vaciado
de contenido, como advirtió Manel
Badía, de la Asociación de propietarios
y vecinos del valle de Castanesa
Naturaleza Rural. Pero, más allá
de la retórica podemos encontrar experiencias
concretas, precisamente
en zonas como Castanesa, donde “se
mantienen y siguen respetando los
antiguos procedimientos en la gestión
de los recursos, en la metodología
del trabajo, incluso en la cultura y
en la forma de ser que marca el carácter
y la identidad de sus gentes”,
explicaba el ponente. Desgraciadamente,
estas zonas están amenazadas
por grandes planes de especulación
urbanística. Según Bandia,
“durante generaciones se ha podido
vivir en esas zonas rurales de montaña
porque no se han agotado los recursos.
Antes se tenía un cierto orgullo
por el trabajo ganadero, por el
desarrollo de la vida cotidiana que de
forma sostenible había sustentado a
todos mis antepasados y se intuía como
una continuación hacia el futuro
de las siguientes generaciones. Más
bien se han respetado intencionadamente
para dar continuidad”. Precisamente,
recuperar esa dignidad social
para quienes viven en equilibrio
con el medio puede ser una buena
manera de empezar a promover un
desarrollo sostenible, retomando lo
que durante siglos funcionó.

Equilibrio con el entorno

Otras experiencias las encontramos
al pie del Parque Nacional de Ordesa.
Allí Miguel Torres, de Torla,
hace tiempo que cambió “la pezuña
por la chancleta, el cayado por la recepción
y la ganadería por el turismo”.
En este valle, la bonanza económica
proviene del turismo ligado
al espacio natural conservado, sin
pistas de esquí, con el añadido de que
el dinero queda en el valle, permitiendo
además a la población local
decidir cuáles son las prioridades y
actuar en consecuencia. Ahora que
el Alto Aragón todavía no tiene un
turismo masificado, es el momento
de decidir si se quiere un modelo turístico
basado en la sostenibilidad o
en la masificación. No hay duda de
que lo que necesitamos es paciencia
y frenar este ritmo vertiginoso, para
no destrozar en pocos años lo que ha
pervivido siglos.

Desde Vall Fosca, también hoy
amenazado por un proyecto de gran
desarrollo urbanístico, Susanna Castells
exponía una novedosa explotación
agropecuaria ecológica, basada
en la trashumancia entre valle y
montaña, que incluye la transformación
y la distribución, con venta directa
al público sin intermediarios a
través de una cooperativa. Al integrar
la elaboración del producto, así
como la industria artesanal vinculada
a la explotación ganadera, se consigue
un valor económico añadido.
Por otro lado, la ganadería y el pastoreo
contribuyen a la conservación de
los recursos naturales y el paisaje.
Cerrando el tándem de proyectos
en equilibrio con el entorno, Marie
Louise Latorre explicó qué sucede al
otro lado de la frontera, en el departamento
de Hautes Pyrénnées, donde
opuestamente a las macroinfraestructuras
para la nieve, el desarrollo
se centra en la artesanía, en
PYMES y en pequeñas industrias
de transformación, como de queso
o miel, que aseguran un trabajo a lo
largo del año, facilitando así el
arraigo de la población.

Desde el público se alzan voces reclamando
cuántos trabajos sería posible
desarrollar en la montaña y
cuántas más posibilidades habría sólo
con que Internet (autopistas de la
comunicación más que las que destrozan
hábitats) llegara a los pueblos.

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