Los intereses de empresas como ACS son definitivos para que la planta siga adelante,
a pesar de los daños sobre el entorno y la salud que acarreará esta infraestructura.
Desde hace unos años se proyecta,
con gran secretismo por parte de
las empresas interesadas y de la administración,
el proyecto Castor.
Dicho proyecto será la planta de gas
más grande del Estado español y
una de las de más capacidad de almacenamiento
de Europa. Este proyecto,
consorcio de varias empresas,
tuvo como inversor principal al
grupo canadiense ESCAL-UGS. Y
ahora uno de sus máximos accionistas
es el grupo ACS.
- DEPENDENCIA ENERGÉTICA. Centroeuropa busca alternativas al gas que viene de Rusia.
El proyecto Castor entra dentro
de las estrategias energéticas europeas
por las que España se dispone
como un país almacenador-distribuidor
de gas argelino. A nivel estatal
el almacén de gas permitiría, en
caso de escasez, garantizar durante
más de 30 días gran parte del suministro
estatal, y cubrirá prioritariamente
la demanda de la industria
azulejera de Castellón. Está proyectada
una planta terrestre situada en
Vinaròs (norte de Castellón) y ocupará
una extensión de aproximadamente
unas 30 hectáreas. Se compondrá
de varias chimeneas de venteo,
incineradoras, caldera y cinco
turbinas. La planta terrestre servirá
de punto intermedio entre el almacén
submarino y la Red Nacional de
Gaseoductos. Por otra parte, el gaseoducto
conectará la planta terrestre
con el mar, donde se situará el
almacén submarino con capacidad
para 1.300 millones metros cúbicos.
A finales de los ‘70 se hicieron
prospecciones petrolíferas en la
costa del delta del Ebro y se encontraron
varios pozos. Uno de ellos, el
pozo Amposta, dejó de ser útil y
Shell dejó de explotarlo en 1988. Es
en esta antigua bolsa de petróleo
donde quieren inyectar el gas procedente
de Argelia. El terreno calcáreo
de la zona hace que la mal llamada
“bolsa” de petróleo sea en realidad
una serie de conexiones ramificadas
en las cuales aún quedan
restos de petróleo. Al extraerlo, las
cavidades se llenaron de agua pero
existen todavía grandes cantidades
de crudo que podrían escaparse a la
superficie durante la fase de inyección
de gas. La amenaza de una posible
“marea negra” se cierne sobre
las costas próximas, entre otras las
del Parque Natural del Delta del
Ebro.
Según dicen, la empresa, sus estudios
técnicos y la administración local,
el proyecto Castor es casi inocuo
para la salud humana y las posibilidades
de accidente son ínfimas. Sin
embargo se calcula que se emitirán
29.000 toneladas de CO2 al año, o lo
que es lo mismo 79.000 kilos de CO2
al día. Por otra parte, el petróleo que
aún queda en lo que se proyecta como
almacén submarino contiene
grandes cantidades de azufre, lo que
significa que cada vez que se extraiga
el gas tendrán que funcionar los
quemadores para poder depurar el
gas y quemar el petróleo, soltando a
la atmósfera dióxido de azufre, dióxido
de carbono, monóxido de carbono,
metano y otros gases.
Estos
elementos producen lluvia ácida, que
ya afecta a los cercanos bosques Dels
Ports por culpa de la central térmica
de Andorra (Teruel). Estas emisiones
provocan en el Estado español
16.000 muertes prematuras al año
directamente relacionadas con la
contaminación atmosférica. Además,
los habitantes de las zonas próximas
a las grandes industrias tienen
más posibilidades de desarrollar enfermedades
cardiorrespiratorias que
el resto.
Las posibilidades de contraer
un cáncer de pulmón, laringe o
tejido conjuntivo es hasta tres veces
superior a la media estatal. Un proyecto
de esta envergadura cambiará
completamente las realidades socioeconómicas
de la región: afectará a
la gente que vive del campo y de la
mar, creando las situaciones propicias
para fomentar alrededor de la
planta de gas otros proyectos ligados
a la industria y a la energía, como
una central de ciclo combinado.
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