PANORAMA // SIN UN PROGRAMA DEFINIDO, LA EXPRESIÓN DEL MALESTAR DERIVADO DE LA CRISIS SE MATERIALIZA EN TODA E
Las protestas se contagian por el este

La caída del Gobierno
de Letonia en febrero
ha puesto en alerta a los
países de su entorno.
Los movimientos, desestructurados,
aún no han
mostrado un sesgo
político definido.

05/03/09 · 0:00
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GRECIA: A LA VANGUARDIA DE LA CRISIS EUROPEA

Recorre Europa del Este un descontento
primario contra la fantasía neoliberal.
El Gobierno de Letonia ha
descarrilado, a imagen y semejanza
del ejecutivo islandés; las otras repúblicas
bálticas, Bulgaria, Rumanía, y
también los gobiernos más poderosos
de la región, aquellos que conforman
el grupo de Visegrad, ven cómo
avanza hacia ellos el descontento de
las clases populares. Los ciudadanos
hacen ruido y de una semana a otra
constatan que no ha disminuido la
efectividad de las protestas a pie de
calle. Por su parte, las élites reclaman
ayuda inmediata a la UE, no
tanto para salvar su patrimonio
–embalado y dispuesto para una
apresurada salida hacia cualquier
paraíso fiscal– como para calmar el
exaltado ánimo de las miles de personas
que reclaman un cambio. ¿Qué
clase de cambio? En un artículo reciente,
Mike Whitney, periodista de
Counter Punch, expresaba aquello
que flota en el inconsciente colectivo
ante las confusas noticias que llegan
desde países que llevan semanas instalados
en la incertidumbre política,
la rabia social y la debacle económica.
Asegura Whitney que “el auge del
fascismo ya no es descartable”.

Diferencias territoriales

Ramón Fernández Durán, de Ecologistas
en Acción, explica a DIAGONAL
que a pesar de que hay puntos
comunes, la situación de los países
bálticos es peor, dado que, descompuesta
la URSS, la transición al capitalismo
de Letonia, Lituania y
Estonia se produjo sin ningún colchón
social. Explica Fernández Durán
que el capital extranjero “promovió
un crecimiento al tipo chino,
de un 7%, un 8%, y hasta un 9% por
año”. Por el contrario, señala, “se
produjo un casi total desmantelamiento
de la política social estatal,
del sistema de pensiones, etc.”.

Consultado por este periódico,
Jaime Pastor, profesor de Ciencia
Política de la UNED, emplea un término
de psicología para explicar lo
que ha sucedido. Sobrevenido el
desmoronamiento financiero, el paso
desde el “despotismo burocrático”
de la URSS al capitalismo neoliberal
a través del neocolonialismo
de Occidente ha generado, explica
Pastor, una “disonancia cognitiva”.

Este término hace referencia a una
tensión en el sistema de creencias
provocada por el conflicto de ideas
opuestas: “En esos países se ha producido
una nueva clase rica muy minoritaria,
pero muy opulenta. Hay
un contraste enorme entre la exhibición
de riqueza, con coches, nuevas
casas..., y por otro lado unas
condiciones de sobreexplotación de
la población, cuando no de inmigración
enorme, y una corrupción política
y económica escandalosa”.

La enorme deuda (que en Hungría
supera el 100% del producto interior
bruto) es, como declara Josep Bel,
del sindicato de Comisiones de Base
(Co.Bas), el resultado de 15 años de
capitalismo: “Lo mismo que ocurrió
en México en 1994, en Asia en el ‘97
o en Argentina en 2001, pasará en
2009 en los países del este. Son países
que se ven ahora en la pobreza
más absoluta, con un brutal descenso
de la calidad de vida”.

Para Durán, la trampa en que cayeron
los gobiernos del este “es que
tenían un déficit por cuenta corriente,
es decir, que importaban más de
lo que exportaban, sobre todo productos
de consumo. Y ese déficit lo
equilibraban porque seguía entrando
con fuerza capital, sobre todo en
el sector inmobiliario, que fue el último
en acoger inversiones de una manera
intensa”. La devaluación de la
moneda, combinada con el hecho de
que en estos países las hipotecas se
miden en divisas (principalmente en
euros, aunque también en dólares)
ha llevado a que la ratonera se cierre
también sobre aquellos Estados cuyos
bancos financiaron las operaciones
inmobiliarias. Es el caso de
Austria y Alemania, y también el de
Grecia, cuyas financieras concedieron
créditos a Bulgaria y Rumanía.

Estos días, el empeño de las potencias
centroeuropeas es que la UE
apruebe el rescate de los países bálticos,
ya que su caída podría provocar
el temido “efecto dominó”.

Movimiento, ¿hacia dónde?

Las noticias que llegan de países del
este están muy mediatizadas, opina
Bel, que relaciona las reuniones de
Zapatero con los medios con el escaso
seguimiento de los procesos de
cambio en Islandia, Letonia o Grecia.
A esto se une que una de las características
de los países que pertenecían
al bloque soviético es que, hasta ahora,
no ha vuelto a producirse una articulación
social. En palabras de
Durán: “No hay ni sindicatos ni movimientos
sociales fuertes sino que
todo es bastante débil. Por eso las
protestas adoptan un carácter espontáneo”.
Pastor apunta al riesgo de
que crezcan movimientos de tipo fascista
populista: “Vemos cómo en distintos
países resurge el racismo con
el pueblo gitano”. En su opinión, las
protestas “pueden provocar dimisiones
de gobiernos, pero no parece que
tengan una alternativa creíble en
función de lo que demandan”.

Estos días llegan desde el este
los ecos de una explosión de hastío
contra el sistema. No obstante, matiza
Pastor, “esa digna rabia tiene
que organizarse, tiene que racionalizarse
y tiene que expresarse
con iniciativas comunes, porque, si
las resistencias son parciales, dado
el estado actual de los sindicatos y
de la izquierda en general, van ser
mucho más fáciles de dominar y
de reprimir por parte de los poderes
establecidos”.

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GRECIA: A LA VANGUARDIA DE LA CRISIS EUROPEA
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