En una iniciativa que ha partido desde dentro de los
centros penitenciarios, cerca de 60 reclusos participan
en una campaña de acciones de denuncia de los abusos.
“Hablamos de tortura institucional sistemática, eso son palabras mayores”
- CÁRCEL DE SOTO DEL REAL. Todas las cárceles tienen módulos para aislar a las personas que incluyen en los Ficheros de Internos de Especial Seguimiento (FIES). Foto: David Fernández.
“Algunos compañeros presos están
considerando, dado el incremento
de la tortura en las cárceles, la posibilidad
de una movilización contra esta
nauseabunda y asesina práctica”.
Debatida desde hace más de un año
entre diferentes reclusos, la propuesta
de una movilización ha cuajado y
desde agosto más de 60 presos en
cárceles del Estado español se han
incorporado a esta protesta mediante
ayunos simbólicos y otras formas
de protesta. Desde fuera, distintos
colectivos de apoyo les están respaldando,
difundiendo las denuncias y
los testimonios de los abusos en la
web carceligualtortura.com.
Allí
aparecen testimonios como el de Ángel
López Ortega, de 55 años y preso
en la cárcel de Lleida, que en una carta
abierta enviada en diciembre al
Parlament de Catalunya afirmaba
que “en los 14 años que llevo preso
en las prisiones catalanas he sido torturado
en varias ocasiones físicamente,
en Quatre Camins, Brians I y
Brians II, donde he sido golpeado
con porras, patadas, puñetazos y
posteriormente atado de pies y manos
a unas camas diseñadas para tal
efecto durante varios días”.
Según explica el periódico gratuito
Cárcel = tortura, editado para difundir
la campaña, dos presos comenzaron
con un ayuno simbólico el
8 de agosto, retomándolo después el
primer día de cada mes. A esta protesta
se le fueron sumando otros
presos y “a partir del primero de
octubre, un total de 62 personas repartidas
en 21 prisiones secundan el
ayuno de forma coordinada”.
Ayunos, chapeos y escritos
Lo acordado colectivamente por los
reclusos es hacer ayunos simbólicos
a primeros de mes, aunque hay también
presos que han decidido realizar
otras acciones como chapeos
(huelga de no salir al patio y permanecer
en la celda) o el envío de denuncias
a las administraciones y organismos
de derechos humanos.
Por su parte, y en una iniciativa
singular, la artista catalana Nuria
Güell, ha desarrollado un proyecto
para visibilizar estos abusos. Además
de recopilar poemas o dibujos de
personas presas está difundiendo
testimonios de la vida en las prisiones
en la web acvic.org/fies/. Para dar
a conocer este trabajo, a finales de
enero tuvo lugar una rueda de prensa
en Madrid, en la que también participaron
Jorge del Cura, portavoz de
la Coordinadora para la Prevención
de la Tortura, plataforma que agrupa
amás de 40 organizaciones de derechos
humanos, y Amadeu Casellas,
expreso FIES y militante anarquista,
que protagonizó más de 50 huelgas
de hambre durante los 24 años que
estuvo en prisión.
Según del Cura,
“las agresiones suelen ser porque un
preso ha desobedecido una orden,
no ha cumplido un reglamento concreto.
Ésta es una práctica de la tortura
relativamente habitual en las cárceles
españolas. Pero después, ante
la posibilidad de que el preso denuncie,
el funcionario, normalmente, denuncia
a éste primero para evitarlo,
por resistencia o atentado, o por daños
a los bienes de la prisión. Ello va
a llevar de forma casi automática a
una regresión de grado, y muchas
veces a su inclusión en los Ficheros
de Internos de Especial Seguimiento
(FIES) como preso conflictivo o peligroso. En el caso de muchos de los
presos FIES, en los últimos 20 años,
el origen de su inclusión en este fichero
está en haber sufrido él una
agresión, no haberla provocado”.
Aislamiento o tortura blanca
Pero los presos no sólo denuncian
las palizas ocasionales sino una cotidianidad
de abusos institucionales.
Por ejemplo, Juan Carlos Rico envió
al Congreso en septiembre una carta
en la que afirmaba que “la aplicación
de la tortura es un hecho real, cotidiano
y sistemático; se apaliza a los presos,
se los somete a vejaciones de todo
tipo, se los mantiene en largos periodos
de aislamiento total (como es
mi caso en estos momentos) sin ninguna
cobertura legal, se mantiene a
los enfermos en prisión hasta su
muerte, a través del maltrato, se les
induce al suicidio... Las prisiones de
vuestra ‘democracia’, en la actualidad,
se han convertido en estructuras
de muerte al servicio del crimen
de Estado. Esto es un hecho”.
Como explica Amadeu Casellas,
“las torturas físicas no dejan muchas
secuelas, serán unos moratones, una
hinchazón y en unos días se irán. Las
secuelas psíquicas son mucho más
difíciles de ver y de curar e incluso
pueden ser permanentes. ¿Cómo se
puede torturar psicológicamente a
un preso?Con el régimen FIES o con
la aplicación del artículo 93 [aislamiento]
de la legislación penitenciaria”.
Según Casellas, “significa que a
un preso lo pueden encerrar en una
celda 24 horas al día completamente
aislado y saldrá de esas 24 horas, dos
al patio y solo. En esa celda no podrá
tener ni televisión ni ningún medio
de comunicación, nada que pueda
darle información del exterior. En mi
caso, y en el de muchos compañeros,
teníamos el correo intervenido y las
comunicaciones cortadas con el exterior
–no podíamos comunicarnos
con nuestros amigos o familiares–”.
Y si un juez permitía la comunicación
con algún familiar, prosigue
Casellas, “el sistema penitenciario
español tiene un sistema muy fácil limitar
este derecho: si eres de Madrid
te llevan a Santander y si eres de
Santander te llevan a Puerto (Cádiz).
Para poder verte veinte minutos la
familia tiene que desplazarse 500 o
mil kilómetros, con todo lo que significa
de gastos económicos”.
Claudio Lavazza, preso FIES, lo
explica en un carta en la que describe
el suicidio de un preso en el
módulo FIES de Badajoz: “Se buscó
la libertad a través del suicidio con
una dosis mortal de pastillas, una forma muy
dura, para escaparse definitivamente
de la realidad de cárcel y
aislamiento que no podía soportar
más. ¿Cómo explicar lo que vivimos
y los daños que provocan en cada
uno de nosotros los años y años de
aislamiento? Vivir las 24 horas del
día entre un chabolo [celda] donde
solo se ve un trozo de cielo y en un
patio de pocos metros cuadrados es
algo que produce efectos psicológicos
devastadores en la personalidad.
El poder tiene en sus manos una máquina
de destrucción más eficaz que
la silla eléctrica y eso es justamente
lo que cuesta mucho entender para
la mayoría de las personas libres”.
Drogas legales
Los presos también denuncian el uso
abusivo de fármacos. Casellas describe
que “cuando se dice que en las
cárceles hay muchas drogas nunca
hablan de las drogas legales que quizá
sean las peores y que están al orden
del día. Por ejemplo, en cualquier
cárcel española, sea de primer
o segundo grado, los médicos tienen
la potestad, y de hecho lo hacen, de
ir a ver a un preso a la celda y proponerle
algún tipo de medicación”.
Otro preso lo resume así: “He visto a
compañeros a los que han dejado como
un robot y destrozados de por
vida de los pinchazos de Modecate,
Akineton y una infinidad de medicamentos
que te anulan, para que no
luches ni reivindiques tus derechos y
así nos tienen controlados como ellos
quieren para poder manejarnos”.
Represalias inmediatas
Los colectivos que apoyan esta lucha de los presos, la mayoría de ellos de inspiración libertaria, están desplegando una intensa actividad. Además de conseguir apoyo legal para los presos que son represaliados, han contactado con organizaciones contra la tortura, realizado charlas, editado material de propaganda y numerosas concentraciones y marchas ante diferentes centros
penitenciarios. Según denuncian en su web, las represalias contra los reclusos comenzaron incluso antes que los ayunos. «Ha habido presiones, amenazas e intentos de intimidación, cacheos
ilegales, violaciones de correspondencia, censura e incluso prohibición de todo tipo de comunicaciones, traslados y regresiones de grado».
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