MARRUECOS: PUNTADAS DE UNA VIDA ENTREGADA AL SECTOR TEXTIL
Precariedad en las fábricas de ropa de Tánger

El autor estuvo durante 12
días con las trabajadoras
del sector textil en
Marruecos, lo que ha
dado como resultado la
muestra 100% Atawassul.

06/09/10 · 8:15
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Apenas 14 kilómetros separan
 el sur de España
 del norte de África. El denominado
“primer mundo”
ha encontrado un filón manufacturero
 en los países que, como Marruecos,
 están en fase de eclosión.
La clase trabajadora de las principales
 poblaciones del norte de África
 se ha convertido en el sustento real
 de las grandes, las medianas y hasta
 algunas pequeñas empresas de países
 desarrollados. Hasta este continente
 llegan las grandes piezas de
 tela sin tratar. Previamente se ha negociado
 con los responsables de los
talleres y se ha pactado un precio bajo
 con una fecha de entrega que obliga
 a coser mucho y protestar poco.

La realidad de la clase trabajadora
 en Tánger evidencia que el ser humano
 es capaz de vivir y hasta generar
 riqueza en las situaciones más
 extremas. La ausencia de representantes
 sindicales
en las empresas, los
horarios extenuantes, las infrahumanas
 condiciones laborales o los
ínfimos sueldos convierten el día a
día de las trabajadoras del textil en
meros números adscritos al último
 eslabón de la cadena productiva, pero
en auténticas heroínas a ojos de
cualquiera.

Quince horas de trabajo

A las seis y media de la mañana pocas personas deambulan por las principales calles de Tánger y las lo hacen corren para no llegar tarde a las fábricas. Son las mujeres trabajadoras. Si alguna de ellas llega pasadas las siete en punto de la mañana sabe que ya es una desempleada, a pesar de que las prestaciones económicas y los subsidios por desempleo son una auténtica quimera vacía de significado.

Por delante les esperan entre 15 y hasta 18 horas de implacable trabajo. El merecido descanso se reduce a media hora, bajo el sol que suele acompañar al país.

“Hoy habré cosido unos 300 bolsillos”,  relata una de esas trabajadoras,
que al igual que sus compañeras de fábrica han aprovechado el tiempo para confeccionar otro tipo de prendas. Desvelan que “para acudir  al cuarto de baño hay que solicitar  permiso mediante unas tarjetas aunque  solo es posible ir una vez”. “Lo peor –confiesa– es cuando alguna  obrera cae enferma, porque no puede  dejar de ir a trabajar y habitualmente
 acaba por contagiar al resto de la fábrica”.

Los procesos víricos encuentran el caldo de cultivo idóneo para su propagación. Es por eso que a la puerta de las grandes fábricas, en polígonos apartados del centro de la ciudad, esperan pacientemente las candidatas y candidatos a suplir las bajas de las que no han conseguido entrar a tiempo a su puesto de trabajo o de las que han sucumbido ante la enfermedad.

La firma de los contratos laborales, la seguridad de las obreras, la permisividad del sistema a la hora de los despidos improcedentes o la adquisición de derechos de la plantilla suenan a palabras huecas, solapadas por el intenso ruido de las máquinas de coser funcionando a pleno rendimiento.

Así de duro y así de recurrente es el día a día en el norte de Marruecos, donde miles de trabajadoras
 se levantan cada día para obtener sueldos que no llegan a los 200 euros mensuales. Aún así, entre  todo este desesperanzado contexto, se oyen voces que apuestan  por un cambio. “Mi sueño es fundar  mi propia empresa, ser mi jefa”,  cuenta una de esas trabajadoras  que de haber nacido unos pocos kilómetros  más al norte, estaría actualmente viviendo experiencias  diametralmente distintas. Su objetivo  es el de, poco a poco, conquistar los derechos que su contexto no le permite disfrutar actualmente.


Marruecos, socio prioritario

La industria de la confección
representa el
33% de las exportaciones
 marroquíes, las
 mujeres ocupan el
70% de los puestos de
trabajo en este sector.

Mango, Inditex, Cortefiel
 e Induyco-El Corte
 Inglés son las principales
empresas españolas
con talleres subcontratados
 en el norte
 de Marruecos. Más de
 cien empresas proveedoras
 trabajan exclusivamente
 para el grupo
 de Amancio Ortega en
Marruecos, principalmente
 en Tánger.
 Según informa el portal
modaes.es, un total de
 60.000 personas
están empleadas en
 fábricas de textil y confección
 alrededor de
esta ciudad del norte
 de Marruecos. Casi el
 50% lo hacen para
 empresas que producen
para Inditex.

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