El autor estuvo durante 12
días con las trabajadoras
del sector textil en
Marruecos, lo que ha
dado como resultado la
muestra 100% Atawassul.
Apenas 14 kilómetros separan
el sur de España
del norte de África. El denominado
“primer mundo”
ha encontrado un filón manufacturero
en los países que, como Marruecos,
están en fase de eclosión.
La clase trabajadora de las principales
poblaciones del norte de África
se ha convertido en el sustento real
de las grandes, las medianas y hasta
algunas pequeñas empresas de países
desarrollados. Hasta este continente
llegan las grandes piezas de
tela sin tratar. Previamente se ha negociado
con los responsables de los
talleres y se ha pactado un precio bajo
con una fecha de entrega que obliga
a coser mucho y protestar poco.
La realidad de la clase trabajadora
en Tánger evidencia que el ser humano
es capaz de vivir y hasta generar
riqueza en las situaciones más
extremas. La ausencia de representantes
sindicales en las empresas, los
horarios extenuantes, las infrahumanas
condiciones laborales o los
ínfimos sueldos convierten el día a
día de las trabajadoras del textil en
meros números adscritos al último
eslabón de la cadena productiva, pero
en auténticas heroínas a ojos de
cualquiera.
Quince horas de trabajo
A las seis y media de la mañana pocas personas deambulan por las principales calles de Tánger y las lo hacen corren para no llegar tarde a las fábricas. Son las mujeres trabajadoras. Si alguna de ellas llega pasadas las siete en punto de la mañana sabe que ya es una desempleada, a pesar de que las prestaciones económicas y los subsidios por desempleo son una auténtica quimera vacía de significado.
Por delante les esperan entre 15 y hasta 18 horas de implacable trabajo. El merecido descanso se reduce a media hora, bajo el sol que suele acompañar al país.
“Hoy habré cosido unos 300 bolsillos”, relata una de esas trabajadoras,
que al igual que sus compañeras de fábrica han aprovechado el tiempo para confeccionar otro tipo de prendas. Desvelan que “para acudir al cuarto de baño hay que solicitar permiso mediante unas tarjetas aunque solo es posible ir una vez”. “Lo peor –confiesa– es cuando alguna obrera cae enferma, porque no puede dejar de ir a trabajar y habitualmente
acaba por contagiar al resto de la fábrica”.
Los procesos víricos encuentran el caldo de cultivo idóneo para su propagación. Es por eso que a la puerta de las grandes fábricas, en polígonos apartados del centro de la ciudad, esperan pacientemente las candidatas y candidatos a suplir las bajas de las que no han conseguido entrar a tiempo a su puesto de trabajo o de las que han sucumbido ante la enfermedad.
La firma de los contratos laborales, la seguridad de las obreras, la permisividad del sistema a la hora de los despidos improcedentes o la adquisición de derechos de la plantilla suenan a palabras huecas, solapadas por el intenso ruido de las máquinas de coser funcionando a pleno rendimiento.
Así de duro y así de recurrente es el día a día en el norte de Marruecos, donde miles de trabajadoras
se levantan cada día para obtener sueldos que no llegan a los 200 euros mensuales. Aún así, entre todo este desesperanzado contexto, se oyen voces que apuestan por un cambio. “Mi sueño es fundar mi propia empresa, ser mi jefa”, cuenta una de esas trabajadoras que de haber nacido unos pocos kilómetros más al norte, estaría actualmente viviendo experiencias diametralmente distintas. Su objetivo es el de, poco a poco, conquistar los derechos que su contexto no le permite disfrutar actualmente.
Marruecos, socio prioritario
La industria de la confección
representa el
33% de las exportaciones
marroquíes, las
mujeres ocupan el
70% de los puestos de
trabajo en este sector.
Mango, Inditex, Cortefiel
e Induyco-El Corte
Inglés son las principales
empresas españolas
con talleres subcontratados
en el norte
de Marruecos. Más de
cien empresas proveedoras
trabajan exclusivamente
para el grupo
de Amancio Ortega en
Marruecos, principalmente
en Tánger.
Según informa el portal
modaes.es, un total de
60.000 personas
están empleadas en
fábricas de textil y confección
alrededor de
esta ciudad del norte
de Marruecos. Casi el
50% lo hacen para
empresas que producen
para Inditex.
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