Las encuestas dan margen todavía a Merkel, aunque aparecen nuevos partidos favoritos.
Las elecciones generales alemanas se celebrarán el próximo 22 de septiembre. Las encuestas dominicales de intención de voto son estables desde hace meses: los conservadores de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), de Angela Merkel, y la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) ganarían las elecciones con un porcentaje de votos de entre el 38,5 y el 42%, mejorando sus resultados de 2009, cuando obtuvieron un 33% de los votos. Por otra parte, el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) acorta distancias y quedaría segundo con entre un 24 y un 28%.
Los Verdes (Die Grünen) obtendrían, según los últimos sondeos, entre un 13 y un 15% de los votos. La Izquierda (Die Linke) retrocedería ligeramente y se quedaría entre un seis y un 8%; los liberales (FDP) –el actual socio de Gobierno de los conservadores– podría quedar fuera del Bundestag si no supera el límite constitucional del 5%.
Sin cambios políticos
Estos porcentajes de intención de voto excluyen la posibilidad de una reedición de la coalición negrigualda (CDU-FDP) y de una coalición rojiverde (SPD-Die Grünen) como la que gobernó Alemania entre 1998 y el 2005, responsable del mayor recorte social desde la posguerra y de las intervenciones militares alemanas en Kosovo y Afganistán.
Sólo tres coaliciones, por lo tanto, podrían formar Gobierno: una gran coalición (CDU-SPD) con los socialdemócratas como socio minoritario, una coalición negriverde (CDU-Die Grünen) o un tripartito (SPD-Die Grünen-Die Linke). Esta última opción es la que cuenta con menos posibilidades de materializarse. Socialdemócratas y verdes la han descartado ya, y La Izquierda –un socio incómodo cuya existencia misma es un recordatorio del fracaso de la coalición rojiverde en el Gobierno– no renuncia a las “líneas rojas” de su programa: anulación de las reformas del Estado social, retirada del Ejército de Afganistán, el no a la OTAN, etc.
Una gran coalición perjudicaría a un SPD falto de credibilidad, cuya campaña se centra en el “giro social” del partido, aunque su candidato, Peer Steinbrück, fue ministro de Finanzas en el primer gobierno de Angela Merkel. Si el SPD aceptase una coalición así, alegando “responsabilidad de Estado”, la decisión repercutiría en los partidos socialdemócratas europeos, que se encuentran en caída libre.
Una coalición negriverde tendría efectos parecidos en Los Verdes, aunque en su último congreso un 40% de delegados se mostró favorable a esa opción, de la que existe ya un precedente en Hamburgo (2008-2010). Aunque oficialmente la CDU sigue favoreciendo al FDP como socio de coalición, los conservadores han hecho ya guiños a los socialdemócratas (proponiendo el establecimiento de un salario mínimo) y a los verdes, con el “apagón nuclear”.
La crisis no está en campaña
En contra de lo que se pudiera suponer, la crisis en Europa está teniendo un papel marginal en la precampaña y nada apunta a que la campaña sea muy diferente. Hasta la fecha, los temas clave de la precampaña son el establecimiento de un salario mínimo –inexistente en Alemania y que favorece el dumping salarial–, el precio de la electricidad o una subida de impuestos directos a las rentas más elevadas. Además de los cinco partidos con representación parlamentaria, conviene analizar dos partidos extraparlamentarios que podrían restar votos a otras formaciones, como el Partido Pirata, o modificar su agenda, como Alternative für Deutschland.
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