AEROLÍNEAS / PÉRDIDAS PARA EL ESTADO TRAS LA QUIEBRA DE LA EMPRESA
El plan de atención le cuesta a Fomento un tercio más que el capital inicial de Air Madrid

El alto coste público de la operación de rescate de los clientes abandonados por la compañía contrasta con la baja inversión inicial destinada por sus
promotores.

04/01/07 · 0:00
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ABANDONADAS EN BARAJAS. Cientos de personas estuvieron varios días viviendo en los pasillos del aeropuerto/Olmo Calvo

Si el Ministerio de Fomento hubiera
querido montar una aerolínea de
bajo coste como Air Madrid, podría
incluso haberse ahorrado dos millones
de euros con respecto a lo
que le han costado los 16 vuelos y
4.000 repatriaciones que, tan sólo
en diciembre, ha tenido que atender
tras la suspensión de las actividades
de la aerolínea.

Según informaba el periódico
económico Negocio, Air Madrid se
constituyó con un capital social de
4,5 millones de euros. Los operativos
de rescate ya le costaban al erario
público al cierre de esta edición
un tercio más de esta cantidad: hasta
seis millones y medio de euros, tal
y como anunció la ministra de
Fomento, Magdalena Álvarez.

A finales de 2004, cuando renovó
su licencia de explotación como
compañía de transporte aéreo de categoría
A, Air Madrid tan sólo disponía
de 2,4 millones de euros. Una cifra
insuficiente para acometer un
nuevo ejercicio fiscal e inferior a su
deuda en ese momento. Al cierre del
ejercicio de 2004, Air Madrid podría
haber quedado liquidada con la ley
en la mano si no realizaba con urgencia
una ampliación de capital. A
pesar de ello, la dirección de Aviación
Civil dependiente del Ministerio
de Fomento le concedió la licencia
por otros cinco años más.

En ese momento, la compañía aérea
contaba con un capital social
suscrito de 4,5 millones de euros,
aunque sólo estaban desembolsados
1,5 millones. Con ese capital inicial
Air Madrid ya había conseguido
la licencia que le permitió operar,
según fuentes de la compañía citadas
por el citado diario.

Con semejantes vaivenes, resulta
poco extraño que la compañía haya
tenido una trayectoria fugaz. Inició
operaciones en mayo del 2004 con
una flota de dos aviones. Entre sus
planes se encontraba terminar 2007
con 17 aeronaves, además de cotizar
en bolsa a mediados de este recién
iniciado año.

Como parte de su estrategia de
combinación de negocios, el grupo
Optursa, propietario de la compañía
y cuyo presidente es José Luis Carrillo,
planeaba comprar un hotel en
cada una de las localidades de destino
de los vuelos de Air Madrid. En
noviembre de 2006, el grupo turístico
hotelero contaba ya con 51 propiedades,
tras una operación en junio
donde se hizo, por 150 millones
de euros en subasta, con 10 establecimientos
de la cadena hotelera británica
Acorn situados en Baleares, y
poco después con otros tres situados
en Managua, Buenos Aires y Brasil.
Así la red de hoteles abarcaba Suiza,
Bélgica, Nicaragua, Argentina y Brasil,
más allá de los situados en el
Estado español.

Los 4.500 empleados bajo el paraguas
del conglomerado empresarial
de Optursa carecen de representación
sindical. Según han
declarado a diferentes medios de
comunicación algunos de sus empleados,
la afiliación sindical es
motivo de despido.

El corto trayecto de la aerolínea no
pudo tener peor final. La compañía
deja colgados a 300.000 viajeros con
reservas de billetes, de los cuales
130.000 ya estaban en sus destinos.
La Fiscalía de la Audiencia Nacional
solicitó a finales del pasado mes una
investigación por posible fraude en
la venta de billetes “con conocimiento
de que los vuelos no se iban a realizar”.
Las denuncias, desde Europa,
América Latina o el propio Estado
español arrecian, mientras los bancos
consideran a Air Madrid en situación
técnica de insolvencia.

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