El mundo vive desde hace meses una crisis financiera
(que se ha llevado por delante bolsas y bancos de EE
UU y Europa), alimentaria (que ha provocado hambrunas
y motines de protesta en cerca de 40 países), energética
y, en casos como el español, también inmobiliaria.
Aun así, a pesar de todo esto, no hay crisis para los
ricos del planeta. Su número y sus fortunas siguen creciendo,
impulsadas por las políticas neoliberales. Los
nuevos billonarios no son sólo europeos o estadounidenses,
sino que vienen de todo el mundo. Esto no significa
que haya mejorado la distribución de la riqueza,
sino lo contrario: la desigualdad sigue aumentando.
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