El mantenimiento de la paz y la
seguridad internacionales. Éste
es el primer propósito que reza
la Carta de Naciones Unidas y
que descansa sobre la creencia
de que “la única base cierta de
una paz duradera radica en la
cooperación voluntaria de todos
los pueblos libres”. La estructura,
el funcionamiento y las decisiones
tomadas muestran el
doble rasero y el desequilibrio
de las relaciones internacionales
que ha dominado en la historia
de la organización.
La estructura del Consejo de
El mantenimiento de la paz y la
seguridad internacionales. Éste
es el primer propósito que reza
la Carta de Naciones Unidas y
que descansa sobre la creencia
de que “la única base cierta de
una paz duradera radica en la
cooperación voluntaria de todos
los pueblos libres”. La estructura,
el funcionamiento y las decisiones
tomadas muestran el
doble rasero y el desequilibrio
de las relaciones internacionales
que ha dominado en la historia
de la organización.
La estructura del Consejo de
Seguridad, órgano principal y de
mayor poder decisorio, constituye
una primera barrera insalvable.
Sus resoluciones son de
“obligado cumplimiento” y quienes
no las acaten pueden
enfrentarse a sanciones económicas
y militares, siempre que lo
ordenen los países con más
peso en el Consejo. El reparto
de poder, con cinco miembros
permanentes con derecho a
veto, impone un desequilibrio
evidente: EE UU es el país que
más resoluciones ha vetado.
AFGANISTÁN
El papel de la ONU en la operación
Libertad Duradera fue el de
enmarcar la agresión de EE UU y
de Gran Bretaña contra Afganistán
dentro de la legalidad internacional.
Tras el 11-S, el apoyo
a las tesis de la Administración
de Bush consistió en permitir
que EE UU amparase el ataque
en el “derecho a la legítima
defensa” reconocido en el artículo
51 de la Carta de Naciones
Unidas, cuando éste no fue ocasionado
por un Estado sino por
un grupo armado. Además, la
Fuerza Internacional de Asistencia
a la Seguridad para Afganistán
(ISAF) testifica la fuerte presencia
de la ONU en un país
que, a cuatro años de haber
sido supuestamente liberado del
régimen talibán, está lejos de
haber alcanzado su soberanía.
IRAQ
Con la Resolución 1546 de
junio de 2004 sobre el futuro
de Iraq, la ONU terminó por
autorizar una ocupación a la
que había asistido perpleja un
año antes, incapaz de tomar
ninguna medida, bloqueada
ante una agresión ilegítima que
atentaba contra todas las leyes
del derecho internacional, y que
sumió a la ONU en un descrédito
sin precedentes. Descrédito
que culminó con la firma de
ésta y otras resoluciones tras la
invasión de Iraq: la 1546 autorizaba
la permanencia de las
fuerzas internacionales ocupantes
después del 30 de junio de
2004, reconocía al Gobierno
transitorio designado por los
ocupantes y apoyaba el calendario
y las condiciones de transición
de los estadounidenses.
HAITÍ
En febrero de 2004 el presidente
de Haití, Jean-Bertrand Aristide,
fue obligado a abandonar el
Gobierno y a salir del país en
medio de un clima de enorme
tensión política alentado por
EE UU y Francia. El papel de la
ONU en esta agresión contra un
país soberano fue claro: justificó
una destitución forzosa y
mediante dos resoluciones, la
1529 y la 1542 de febrero y
abril de 2004, envió fuerzas “de
pacificación y de estabilización”
por períodos que más tarde han
sido prolongados. Tras un año
de ocupación militar y sin haberse
celebrado elecciones presidenciales,
Haití vive uno los peores
momentos de su historia con
elevadísimos índices de pobreza,
violencia, corrupción, desempleo,
marginalidad, SIDA...
PALESTINA
El conflicto de Oriente Medio
muestra la total incapacidad -y
la falta de determinación- de la
ONU para encontrar una solución
real. Gran parte de las resoluciones
contrarias a los intereses de
Israel son vetadas por Washington
en el seno del Consejo. Y las
que logran ver la luz son incumplidas
sistemáticamente sin que
la ONU sea capaz de ejercer al
Gobierno israelí ningún tipo de
presión a la que en muchos
otros casos recurre. Resoluciones
históricas como la 242 de 1967,
o la 338 de 1973, así como
otras más recientes, exhortan a
Israel, entre otras cosas, a retirarse
de los territorios ocupados, a
respetar la soberanía territorial, a
cesar el uso de la violencia y a
recurrir al diálogo para alcanzar
una paz justa.
CUBA
El bloqueo que vive Cuba desde
hace décadas no tiene parangón
en ninguna parte del mundo. Si
bien desde 1992 la Asamblea
de la ONU viene emitiendo resoluciones
(no vinculantes) que
resaltan la "necesidad de poner
fin al bloqueo" impuesto por
EE UU, en la práctica Washington
no recibe ninguna exigencia
real por el embargo que asfixia a
la isla y las medidas tomadas
son a todas luces insuficientes.
Entretanto, el conflicto continúa
en el escenario diplomático de
la Comisión de DD HH de la
ONU, al que Cuba ha recurrido
en múltiples ocasiones para
denunciar agresiones por parte
de EE UU y donde, paradójicamente,
en 2002 Washington
consiguió aprobar por primera
vez una resolución contra Cuba.
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