análisis: respuesta popular masiva contra la política de erdogan
Un parque Gezi, y Taksim, en cualquier lugar

El autor analiza las protestas que se están llevando a cabo en Turquía, que revelan la necesidad de cambios de una política rígida y neoliberal que la población rechaza.

, Politólogo y estudioso del partido AKP, al que pertenece el actual presidente Recep Tayyip Erdongan.
01/07/13 · 9:00
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El presidente de Turquía junto al primer ministro kuwaití, al-Nasir Muhammad Al-Ahmad. / Kuwait-Ra'ed Qutena

Mucho se ha escrito acerca de las protestas en Estambul, que se iniciaron con la ocupación del parque de Gezi por parte de activistas ‘verdes’ el pasado 28 de mayo, opuestos al proyecto urbanístico de reforma de la céntrica plaza de Taksim.

Con el propósito de darle un significado o de conceptualizar las posteriores revueltas, extendidas a gran parte de Turquía, y tras la desmesurada violencia utilizada por la policía, varios marcos argumentales han surgido, como el de la llamada ya “primavera turca”, según las revueltas y/o revoluciones que han tenido lugar en el área denominada como Mena (Medio Oriente y Norte de África). Pero durante estas semanas de protestas en Tur­quía, también ha habido referencias a los indignados del 15M en el Estado español, Aganaktismenoi en Grecia o el movimiento Occupy Wall Street en Nueva York.

Contra el neoliberalismo

Es cierto que las protestas en Tur­quía mantienen características comunes con estos movimientos, sobre todo, los que se derivan de la preocupación por los excesos de las políticas neoliberales o, en el caso concreto turco, del proceso de transformación urbana (o gentrificación) llevado a cabo por el Ejecutivo de Recep Tayyip Erdogan. Aquí, la población, de un sector de bajo poder adquisitivo, es desplazada por otra de mayor nivel económico, como está ocurriendo en el barrio de Tar­labasi, cercano al núcleo de las protestas en Estambul.

Sin embargo, ninguno de los marcos anteriormente citados explica el porqué de este tipo de protestas a gran escala en un contexto de crecimiento económico estable (con un PIB de un 5% durante la última década) y con una reducción del desempleo (con una tasa cercana al 10%). Al mismo tiempo, tampoco nos ayuda a entender el porqué del mantenimiento de las clases medias acomodadas, cercanas al legado del fundador de la República en 1923, Mustafa Kemal Atatürk, como principal motor de las protestas.
 

El amplio y diverso espectro político (comunistas, sindicalistas, kemalistas-nacionalistas, marxistas, socialdemócratas, ultranacionalistas e incluso musulmanes anticapitalistas), minorías (kurdos y armenios), pero también confesional (alevíes)1 de los manifestantes, se han unido frente a la arrogancia y el intento de acaparar un mayor poder con la proclama de una Constitución de carácter presidencialista del premier Erdoğan, el modelo.

Sobre todo, las protestas han sido y son contra la arrogancia del premier Erdogan, su modelo económico neoliberal, similar al implementado durante la “década Özal” y su partido de centroderecha de la Madre Patria (ANAP), y la deriva conservadora del proyecto político del Go­bierno, dirigida fundamentalmente a las restricción de libertades individuales, única semejanza con las propuestas realizadas por anteriores partidos islamistas, todos ellos liderados por Necmettin Erbakan.

A todo esto hay que sumar el intento de acaparar un mayor poder con una Constitución de carácter presidencialista similar a la existente en Estados Unidos o Francia, la misma que va tomando forma tras la vuelta de la formación prokurda del Partido de la Paz y la Democracia (BDP) a las comisiones tras el comienzo del denominado como Pro­ceso de Imranli [negociación política de diálogo para negociar la paz con los kurdos].

Cambios y reivindicaciones

En la actualidad, por un lado asistimos a lo que ya se ha denominado como “deconstrucción” de la Pri­mavera Árabe, ya que el modelo que surgió con fuerza a seguir o imitar, el afamado “modelo turco”, como un caso sui generis dentro de los movimientos islamistas del mundo árabe e islámico, se habría venido abajo, si no lo había hecho ya con la política del Gobierno de Erdogan en el “atolladero” sirio.

Pero, por otro, no cabe ninguna duda de que dichas protestas se han convertido en un lugar de convergencia inusual de identidades y perspectivas sin precedentes en la historia del país de herencia otomana. Incluso se han erigido como el testimonio del derecho a la protesta y de hacer valer la democracia en las calles. Pero también, no sólo en las urnas, propagando la esperanza de extender esa sensación de inclusión que genere espacios abiertos para diferentes opiniones, en lugar de la incipiente polarización que siempre ha moldeado el sistema político turco en base a la lógica histórica que se repite en Turquía desde los sedentarios de la dinastía de los selyúcidas y los nómadas turcomanos. Un espacio de confluencia de espacios tradicionalmente enfrentados: la ciudad moderna, republicana, laica y occidentalizada frente al ámbito rural tradicional, conservador y sufí.
 


[1] Los alevíes son una comunidad religiosa heterodoxa que representa en torno al 20% de la población y predominante en zonas rurales de Turquía. Su culto proviene de las prácticas religiosas preislámicas de las tribus nómadas turcomanas de carácter chamánico y animista. Sin embargo, en comparación con otras comunidades musulmanas existen diferencias significativas en sus creencias, tradiciones y rituales, que la dotan de connotaciones seculares y humanistas.

 

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