Martirena

Omar Bongo ha muerto
en Barcelona tras
41 años en la presidencia
de Gabón y
un ingente patrimonio (sólo en
Francia, 33 propiedades valoradas
en 190 millones de
dólares) que según el Senado
estadounidense “procede sin
ninguna duda de las finanzas
públicas”. No ha sido óbice
para que los líderes mundiales
hayan loado su figura. El
más expresivo ha sido Jacques
Chirac, que ha viajado al
país africano para despedir a
un “sabio”. Bongo financió la
campaña presidencial de Chirac
en 1981, según ha revelado
su predecesor Valery Giscard
d’Estaing. En realidad, se
ha perdido a un gran actor de
la Françafrique, como se
conocen las relaciones opacas
entre el Elíseo y los jefes
de Estado de sus antiguas
colonias, relaciones en las
que priman los intereses privados.

Una de las personas que
más indagó en esa faceta, la
ex jueza Eva Joly, ha recordado
que Bongo “sirvió a los
intereses de Francia y de los
políticos franceses” pero fue
un presidente “que no se preocupaba
de sus ciudadanos”.
Joly fue quien destapó en los
‘90 el escándalo de Elf, un
Ministerio del Petróleo paralelo
de Francia en África, completamente
corrupto (en
Gabón el soborno estaba
tasado: un dólar por barril).
Quien también hizo negocios
fue el actual ministro de Exteriores
francés, el socialista
Bernard Kouchner, que mientras
dirigía una sociedad
pública asesoró a Bongo.

Hasta 1990 sólo hubo un partido
en Gabón, después fue
habitual la detención de opositores,
y el más resistente,
Pierre Mamboundou, dejó de
criticarle hace poco tras recibir
una millonaria ayuda para su
provincia. España no tuvo
reparos en despedirle con
honores militares y repatriarlo
en un avión de la fuerza
aérea. Unos días antes, otros
ocho aparatos españoles
habían hecho el mismo trayecto
cargados con misiles que,
tras la escala en Libreville, fueron
probados en Sudáfrica.